Dejarse mecer suavemente por sus aguas cristalinas de un intenso azul turquesa, hacer snorkel, pasear despreocupadamente por sus playas de fina arena blanca, embriagarse de su silencio perturbador, perder por completo la noción del tiempo, practicar escapismo, deleitarse con sus puestas de sol de postal ……Gili Meno, un pedazo de paraíso en medio del océano Indico.

Con solo dos kilómetros de largo y uno de ancho, Meno es la más pequeña de las Gili, un conjunto de tres islas –Gili Trawangan y Gili Air son las hermanas mayores- situada a unos 15 kilómetros al noroeste de Lombok (Indonesia). A pesar de su reciente apertura al turismo, que no desembarcó en sus costas hasta hace pocos años, en Gili Meno se respira todavía la autenticidad de los paraísos vírgenes.

Aquí no hay coches, ni motos, ni ruidos, solo un remanso de paz. Dadas sus pequeñas dimensiones, se puede bordear la isla a pie a lo largo de la costa en poco más de dos horas, o perderse por sus senderos interiores donde viven sus hospitalarios lugareños, que invitan a los curiosos a conocer su forma de vida. El único medio de transporte, utilizado a partes iguales por la población local, sobre todo para el traslado de mercancías, y los turistas son los cidomos, unos carruajes tirados por caballos de pequeño tamaño y alguna que otra bicicleta.

A lo largo de la costa, se abren ante los ojos de los visitantes playas de ensueño salpicadas por palmeras y vegetación de escasa altura. Las más aptas para el baño son las del este, siempre con el omnipresente telón de fondo de la isla de Lombok. Las del este, si bien son también ideales para darse un chapuzón, destacan sobre todo por su rico fondo marino, lo que las convierte en un lugar de excelencia para hacer snorkel. En cambio, al norte, ya en mar abierto, las olas irrumpen violentamente en la costa configurando un paisaje de una belleza dramática y salvaje.

Y no menos espectaculares son los amaneceres y las puestas de sol de postal. El sol emerge en el este, sobre la isla de Lombok. Cuando los rayos todavía no han irradiado el cielo, la silueta de Lombok confiere al paisaje un aspecto fantasmagórico. El ocaso, sobre todo en días claros, ofrece unas estampas idílicas de la esfera posándose sobre Bali y tiñendo el cielo de una amplia gama de naranjas y rojos.

La población local, unos quinientos habitantes, son de religión musulmana y habitan en el interior de la isla, donde se alza una pequeña mezquita y una escuela. Viven mayoritariamente del turismo, de las plantaciones de cocoteros, de la sal que extraen de un lago poco profundo durante la época seca y de una economía de subsistencia.

Originariamente eran gitanos del mar que llegaron desde las costas de Sulawesi, las antiguas Célebes, hace casi un siglo, aunque en la actualidad la población local es una mezcla de habitantes de Lombok y del resto de Indonesia.

Una visita curiosa en la isla, por no decir la única, es el santuario de tortugas para la recuperación de estos animales, ubicado en el suroeste de la isla. Su objetivo es salvaguardar los pequeños ejemplares hasta que cumplen un año, cuando son devueltos al mar en condiciones seguras. El proyecto se puso en marcha en 2008 gracias a las donaciones altruistas de muchos visitantes y, desde entonces, ya se han liberado más de 1000 tortugas. Se trata, en definitiva, de preservar la especie y repoblar las aguas.

En meno hay poco que hacer y aquí radica, precisamente, su gran atractivo.

INFORMACIÓN PRÁCTICA

A las islas Gili se puede llegar en barco desde Bali (entre hora y hora y media) o bien desde Lombok (unos treinta minutos)

ALOJAMIENTO

Karma Reef: encantadoras cabañas de dos plantas con todas las comodidades, situadas a pie de playa y desde las que contemplar espectauclares amaneceres sobre Lombok.

DONDE COMER Y CENAR:

-Hotel Mahamaya. Excelente restaurante, sobre la arena de la playa, con variedad de platos locales. Como plus, magníficos atardeceres tomando una copa antes de cenar.

-Ana Warung. Restaurante de estilo local con vistas al mar, comida autóctona y personal amabilísimo.

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Redactora en Revista Rambla | Otros artículos del autor

Periodista.

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