Gonzalo Montes Amayo nació en 1973, año de la primera crisis del petróleo, presagio de su futura profesión como asesor de compañías con problemas financieros. Compagina esta actividad con la docencia; es profesor de universidad y diversos másteres, y la literatura, que cayó en su poza a los once años con su primer premio literario por el relato «Las cosas se revolucionan», pasión de la que todavía continúa tragando su agua.
Es miembro honorífico de la generación X, club que se distingue por la indudable capacidad que tienen sus miembros para adaptarse a los nuevos retos de la sociedad, pero también por la ausencia de un sueño colectivo que les permita avanzar en una misma quimérica dirección.
¿Cómo definiría al protagonista de su novela, lo que usted llama el hombre moderno?
Como un hombre atrapado en su propia noria. Cada uno de nosotros elegimos la noria en que la queremos vivir, pero esta decisión tiene sus aspectos positivos y negativos. Alex, en su caso, elige un estilo de vida (su noria) en el que necesita de unos elevados ingresos económicos para atender las necesidades contraídas individual y familiarmente. Y este compromiso requiere al mismo tiempo del esfuerzo diario para poder cumplir con las expectativas sociales, y así continuar en el “juego” elegido. Por ello, Alex, como le sucede a mucha gente, aun habiendo conseguido éxito profesional y económico, siente que ha vendido su alma al diablo.
El dinero no da la felicidad, pero si no se tiene, hay más probabilidades de ser infeliz
Al igual que el protagonista, hay personas que alcanzan cierto bienestar material, pero siguen sin sentirse plenas. ¿A qué es debido?
Creo que las dudas existenciales son inherentes al ser humano, independientemente del nivel de riqueza. Me temo que más que la búsqueda de la felicidad, lo que buscamos es no tener miedo al dolor, a no ser pobres, a no ser infelices, etcétera. Y lo peor: es un esfuerzo inocuo. La sensación de malestar siempre nos acompañará, por muchos libros de autoayuda que leamos.
¿El dinero da la felicidad?
No, pero si no se tiene, hay más probabilidades de ser infeliz. Un claro ejemplo ha sido la pandemia del COVID. En muchos países no había oxígeno para que los enfermos fueran atendidos en los hospitales, y estos debían llevar sus propias bombonas que adquirían en el mercado negro por cien dólares al día. De esta forma, ¿cómo se puede pensar en la felicidad si la gente se moría en las calles por la falta de recursos económicos? De ahí la importancia de que las sociedades sean lo más igualitarias posible. Creo que es la única herramienta efectiva para que las sociedades sean sanas y equilibradas.
En la novela encontramos toques de Bukowski. ¿Es un referente suyo? ¿Tiene alguno más?
Es cierto que se encuentran toques de Bukowski, quizá por el uso de argots y subtextos. Me gusta pensar que Naura recoge referencias de Desayuno en Tiffany´s, por su capacidad para conmover; de El guardián entre el centeno, por su malestar adolescente; de La Naranja mecánica, por el tratamiento del libre albedrío; de Pulp, por su irreverencia y coloquialismo; y de Trainspotting, por su acidez e ironía.
El displacer es parte de nuestras propias vidas. Es una realidad inmutable
¿A quién va dirigida la novela?
El protagonista es un financiero de 45 años que trabaja en un “hedge fund”. Por lo que, a priori, el público objetivo podría ser hombres profesionales de una edad comprendida entre los 35 y 55 años. No obstante, el verdadero objetivo de la obra es reflexionar sobre quien hace mover la rueda de la jaula: el hámster o nuestras circunstancias. Por tanto, entiendo que el público objetivo sería más amplio, porque… ¿Quién no se ha visto atrapado alguna vez en su propia noria?
¿Tiene en mente una segunda parte?
Lo he pensado bastante, pero por ahora está descartado. No obstante, Naura pertenecería a una especie de trilogía (Naura, mis relatos colgados en mi página web, y la nueva novela – Aponía). La característica fundamental de la Trilogía sería la estupidez que nos venden sobre la búsqueda obligatoria de la felicidad, cuando para nuestra desgracia, o no, el displacer es parte de nuestras propias vidas. Es una realidad inmutable.
Naura es su primera novela de ficción. ¿Tendremos más?
Por supuesto, estoy con ella. Llevo unas 15.000 palabras. Es una novela distópica que trascurre a finales de este siglo. El sistema financiero está basado en una moneda que se llama eudaimonia y que, como el patrón oro, está respaldado por las reservas de una planta (la mandanga) que fumamos para estabilizar nuestros niveles de serotonina. El valor de las empresas depende del nivel de satisfacción de los empleados, y el mundo está dividido en agricultores (los pobres) y comerciantes (los ricos)… Y hasta aquí puedo contar… ¡En un año espero que esté en las librerías!
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.