La decisión de Junts de votar en contra de la ley de amnistía hace descarrilar el guion que la mayoría progresista y plurinacional que apoya al gobierno de Pedro Sánchez había dibujado, y que implicaba aprobar una amnistía exprés para evitar que la derecha tuviera tiempo de torpedearla. Juntos, sin embargo, ya había dejado claro que no formaba parte de esta mayoría y que su participación era sólo instrumental para conseguir objetivos concretos. Esto lleva a los junteros a practicar estrategias de negociación que no buscan tanto crear un cierto clima de confianza con el PSOE como maximizar el resultado en cada votación. Así fue en la votación de los decretos del gobierno español y ha ocurrido ahora con la ley de amnistía.
El voto contrario de Junts a la ley debe interpretarse como una mera estrategia negociadora, ya que esperan que en el próximo mes obligarán al PSOE a bajar del burro ya sacar las excepciones de terrorismo y traición del texto. El problema es que el impacto del voto negativo tiene unos costes tan elevados para el PSOE que ahora mismo no es seguro que los socialistas tengan más incentivos que ayer por ceder. Por mucho que desde Junts se quiera rebajar la trascendencia del voto, lo cierto es que el rechazo a la amnistía da argumentos a la derecha y deja al PSOE sumido en una mezcla de desconcierto e indignación. Después de haber cedido en una cuestión tan importante como la amnistía, ahora se sienten humillados por Junts, tal y como recordó Alberto Núñez Feijóo. Jordi Turull deberá realizar muchas horas de terapia con Santos Cerdán para recomponer la situación.
El tiempo dirá si Junts consigue su objetivo. Lo interesante aquí es subrayar las diferencias estratégicas entre ERC y Junts. Los republicanos son partidarios de ir arrastrando al PSOE hacia sus posiciones paso a paso y construir una dinámica de colaboración y un clima de confianza que haga que al PSOE le compense seguir avanzando y no tenga tentaciones de cambiar de rumbo. No dar ningún paso atrás y, sobre todo, no permitir ninguna victoria a la derecha. Fortalecer y proteger el bloque de la investidura contra el bloque reaccionario que actúa desde todas las instancias posibles. En cambio, para Junts no existe ninguna voluntad de aparecer como socio de Sánchez y no le importa votar junto al PP y Vox. Convertir cada votación en Vietnam. Esto, que le da una mayor capacidad de negociación, puede también acabar provocando un estropicio. Por eso este martes entre los diputados de Junts la cara era de cierto vértigo por la decisión adoptada. El equilibrio en el que se mueven los diferentes actores es muy frágil, tal y como se ha visto en las últimas horas.
El papel del TC
El PSOE necesita que la ley de amnistía pase el filtro del Tribunal Constitucional y de la justicia europea, por lo que debe triangular el texto legal con Cándido Conde-Pumpido (que es quien pone el límite real a la ley) y con Bruselas ·las. Para ERC, la prioridad es poner en marcha una amnistía que, como está ahora, considera que de entrada resuelve la situación de decenas o cientos de militantes suyos que ahora tienen la espada de Damocles de la justicia sobre la cabeza. En cambio, para Junts la prioridad es torpedear la estrategia de los jueces para impedir el regreso de Carles Puigdemont y el resto de acusados en la causa de Tsunami o el caso Volhov, aunque eso signifique retrasarla. ERC también es consciente de que los jueces intentarán torpedear la amnistía, pero consideran, como decíamos al inicio, que la velocidad es un factor clave en toda la operación: dar tiempo al enemigo es facilitarle demasiado las cosas. Sin embargo, ERC no hará sangre contra Junts. Esperan ganar la batalla de la opinión pública sin bajar al barro.
Si alguien se preguntaba en algún momento cuál era la diferencia entre ERC y Junts, este martes se ha visto más claramente que nunca. Los objetivos son similares, pero las estrategias son muy —pero mucho— distintas. El gradualismo de unos contra el todo o nada de otros. ¿Quién saldrá mejor?
*Fuente: https://es.ara.cat/politica/guia-entender-choque-erc-junts-amnistia_129_4924475.html