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Inquieto por naturaleza y con la electrónica como base, a Guillamino le encanta picotear en todos los estilos, sea pop, funk, soul o incluso sardana. Este hiperactivo creador catalán vuelve a la actualidad con “Fang” (Bankrobber, 2011), una receta con ingredientes variados cuya misión es expresarse, comunicar, conectar con la gente a través del movimiento y el baile. Todo es válido si estimula el paladar y sacia el apetito.

¿Tu nuevo álbum se titula “Fang” (“Barro”), que suena muy terrestre y orgánico. ¿Esa era la idea que querías transmitir?

“Se refiere al barro y también al funky, las dos lecturas. No es funky de James Brown pero tiene una esencia funk en cuanto a sonoridad y en la manera de cantarlo, pero nunca siendo un funk arquetípico sino mezclado con otros estilos. Y lo de barro porque refleja un momento de final de etapa e inicio de otra. Puede ser estar hundido en el barro, como en la canción “Fang fosc” (“Barro oscuro”) o el barro de nueva génesis, de creación, de algo moldeable con lo que puedes hacer aparecer algo”.

¿En qué sentido es un final de etapa?

“A nivel vital pasé una época en la que necesitaba nuevos estímulos y nuevas cosas. Todo era muy crepuscular, existía un vacío vital importante pero finalmente lo he podido llenar y ha vuelto a salir el sol, algo muy habitual en los seres humanos”.

¿Las canciones son pop pero también contienen soul y en definitiva son temas para bailar. ¿Las haces con esa finalidad y o te salen así?

“La música electrónica siempre tiene ese punto, a menos que sea experimental. La electrónica que me gusta es la música negra, lo que tiene que ver con el hip hop, o la música dance, y hay mucho de eso. Son canciones pop vestidas de esta manera y después de la fase de la guitarra y el piano, cuando suenan electrónicas, si te hacen bailar a ti y te mueves eso significa que los demás también se moverán. Haces la prueba, y si lo haces a una hora intempestiva, todavía mejor, a las tantas de la noche, con el volumen alto en el estudio, pues la cosa funciona”.

¿También se dice que hay un punto frívolo…?

“Las temáticas a veces lo son un poco, por ejemplo en “Fang fosc”, que habla de los enamoramientos fugaces por la calle, “Dorm nena” (“Duerme niña”) o “Help me”, un diálogo con unas chicas. Pero después hay “Natura morta” (“Naturaleza muerta”) o “Salvar-nos”, que no son canciones frívolas. Hay un poco de todo.”

¿Cómo se lleva eso de hacer música electrónica en Girona?

“Lo que pasa es que la música la hago en Barcelona. Mi padre es de Figueres, yo me siento ampurdanés y me siento muy vinculado allí y me han presentado como tal en algún festival de allí, en esa comarca me aceptan. Pero es la misma situación. La música electrónica es una pequeña capilla en relación con la pop y yo estoy con un pie en cada sitio, la situación más extrema, pero por suerte las tierras no se separan sino que se juntan, la cosa va convergiendo y unificándose”.

¿En los últimos años has notado un auge del género en Barcelona?

“Sí, al final pasa como en todos los sitios, que las escenas se hacen con la gente que hace cosas que molan o que llegan, pero no tiene por qué ser de una ciudad concreta. La ciudad es un aglutinador”.

Has actuado en algunos países extranjeros. ¿Qué tal ha sido la acogida? Tu estilo tiene un toque internacional que lo hace más exportable…

“Sí, la acogida ha sido muy buena pero también eres muy underground. Claro, he ido y he tocado fuera, hay gente que no lo hace. Está muy bien pero también hay mucha competencia, más que aquí. Pero seguiré yendo y está muy bien”.

¿En tu trayectoria has llegado a mezclar la sardana con el house, dos estilos a priori muy alejados, y es curioso porque te interesan las nuevas tecnologías pero al mismo tiempo reivindicas el folklore…?

“Es como mezclar bravas con horchata…La sardana es una música muy interesante y de baile, que es lo que hago yo, no hay tanta diferencia. Se trata de quitarte los complejos de encima, que hay mucha gente que todavía los arrastra. Antes pasaba mucho con la música hecha en catalán, si cantabas en catalán ya podías olvidarte, te quedabas relegado para los cuatro politizados y ahora esa realidad ha cambiado. La sardana sigue siendo así, tiene un punto muy surrealista y hardcore, muy extrema a nivel sonora. Hay sardanas que parecen bandas sonoras de Walt Disney o música árabe, si buscas un poco encuentras perlas. Yo fui a buscar sardanas que no sonaran a sardanas, encontré una de Pep Ventura que la hice con Yacine, excantante de Noir. En la música todo es muy interesante”.

¿Todavía tenemos esa manía de separar géneros y de adoptar esa postura purista cuando la realidad es que todo se mezcla…?

“Sí pero la gente siempre querrá separación de estilos…pero no sé qué decirte, la sardana está bien”.

¿El proyecto de creación de música en tiempo real cómo se vive?

“Es lo que podemos hacer los músicos electrónicos en cuanto a jam session. Un  músico de jazz coge el saxo y se inventa algo y el músico electrónico hace lo mismo. Con la electrónica puedes hacer de todo, todos los instrumentos y creas en directo con la ayuda del público, en mi caso de los niños. Es muy divertido. Yo lo comparo con tirarse con paracaídas pero en caída libre, que abres al final. En un concierto normalmente tienes un repertorio y allí estás en pelotas, es muy divertido y estimulante”.

¿Y no tienes algo de vértigo de pensar que vas a hacer en cada momento?

“Sí pero he aprendido a dejarme ir, es divertido. Es como Bobby McFerrin cuando canta a capella, hablas con la gente, es comunicar a través de la música. No es difícil o no debería serlo, cuando es divertido no es difícil pero si no te diviertes la cosa se complica”.

¿Te diviertes enseñando música electrónica a los niños?

“Se lo pasan muy bien, es un público muy franco, si les gusta es muy buen público pero si no les gustas se van, o se ponen a rascar un árbol…Es fantástico, me lo paso muy bien con ellos, aunque son muy exigentes. Pero te pones el chip de niño, de cuenta cuentos, rollo planeta imaginario y ya está”.

¿Cómo valoras el panorama de la música electrónica en Catalunya?

“Todo está concentrado en Barcelona, aunque la gente sea de diversas procedencias, en Barcelona es donde se hace más ruido. Hay un festival llamado Cau d’Orella que concentra toda la escena electrónica de la ciudad. En el resto de Catalunya también se hacen cosas pero Barcelona tiene ese punto aglutinador de capital. Yo siempre reivindico el Festival Electrolladó de Lladó, un festival muy underground que reúne a bastante gente y se hace en un pueblo de l’Empordà, o el Estrany de Banyoles, el Remor de Girona…”.

¿Es un buen momento para la música?

“Siempre será buen o mal momento, la cuestión es que se hagan cosas. Si lo comparas con el fenómeno Manel o Els Amics de les Arts es distinto, eso está consolidado y es pan-generacional porque gusta a padres e hijos, pero la electrónica está en periodo de efervescencia. Yo hago la comparación con la música indie española: en 1992 o 1993 aparecían Los Planetas y los grupos de aquella época y ahora al cabo de 20 años tienes una generación de gente nacida en 19865, 86 o 87 para los que el indie en español es algo normal. Con la electrónica, y podemos extrapolarlo a toda España, faltan 20 años. Aparte de las veinte ediciones del Sónar, que pilló a la gente que ahora tiene entre 30 y 40 años, faltan 20 años para que esa gente que entonces tenía 5 o 10 años ya crezca con otra perspectiva. Falta tiempo. Pero bueno, yo aparte de electrónica hago pop”.

¿Y eso es una ventaja o un inconveniente?

“Ambas cosas. Pero claro, si sólo hiciera pop con una guitarra o un ukelele, todo sería más fácil. Pero es que a mí me gusta la música electrónica. Quizás dentro de unos años haga un disco pop sólo con guitarras, ya veremos”.

¿Tienes algo entre manos?

“Sí, hay un proyecto marciano que me gustaría hacer pero no puedo dar nombres porque al sujeto en cuestión tenemos que pillarle desprevenido. Se puede perpetrar algo extraño, distinto a mi estilo. La música es muy grande, si te gusta todo tipo de estilos eso también se refleja en tu música. No es necesario hacer una cosa de cada color. Yo siempre estoy con la electrónica pero hay muchas influencias”.

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