Llegó un nuevo 9N y se cumplió a rajatabla el guion previsto en el Parlament de Catalunya. Junts pel Sí y la CUP sacaron adelante su resolución para iniciar el proceso hacia la Independencia con el rechazo del resto de la cámara y las habituales amenazas del gobierno central, que, de nuevo, contó con el beneplácito de Pedro Sánchez. Mientras tanto, IU apostó otra vez por la cautela, priorizando otras cuestiones por encima de esta resolución, sin renunciar a la negociación consensuada entre todas las partes. Artur Mas, por otro lado, intenta defender su investidura con el rechazo pleno de todos los partidos, inclusive sus socios forzosos en la creación de la futura república catalana.

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El 48% de votos que consiguieron los partidos nacionalistas catalanes el pasado 27S supuso una victoria incontestable, pero una derrota (ajustada, pero derrota) en el plebiscito en que se intentó convertir las elecciones autonómicas. Este hecho, remarcado incluso por Antonio Baños, líder de la CUP. no ha sido óbice para que Junts pel y la CUP hayan presentado en sesión parlamentaria (celebrada a pesar de los mezquinos intentos de ciertos sectores políticos de torpedearla judicialmente) su resolución para declarar el inicio del proceso constituyente de la República Catalana y la ruptura (o desconexión, como se prefiera) de forma unilateral con el resto de España.

Los argumentos esgrimidos han sido los de siempre. Y es que en política territorial parece estar todo inventado.

Raül Romevaha sido el encargado de leer el texto… y ha repetido casi hasta la última coma las directrices que esmeradamente saturaron el discurso pro-independentista durante la campaña electoral.

Así, ha esgrimido de nuevo el rechazo del gobierno central a la celebración de referéndums, a la persecución e intimidación judicial, a la oportunidad histórica de los dos millones de catalanes que votaron Sí-Sí hace ahora un año, a dirigirse hacia un mismo objetivo más allá de ideologías, a aportar mecanismos a Catalunya para formarse como estadoArgumentos más que escuchados y repetidos hasta la saciedad, con ciertas salvedades: Catalunya como ejemplo de lucha contra la corrupción. Probablemente se refería a la experiencia de CDC en estos affaires.

La retórica ha impregnado sin pudor alguno el discurso de Romeva, en la cual se nos ha presentado una Catalunya ideal, más propia de Los mundos de Yupi, que de la realidad actual, donde recortes y corrupción están a la orden del día, orquestados por el principal candidato de su formación; Artur Mas. Los nueve puntos que conforman la declaración unilateral inciden en bellas palabras como «participación abierta» (con listas cerradas), leyes de Hacienda y Seguridad Social catalanas (prioritarias, pero sin un plan de ruta definido para su elaboración y ejecución), acceso universal a derechos básicos como la sanidad y la educación (en fin…), acatar únicamente las normas y mandatos del Parlament (lo que pasa en Catalunya, se queda en Catalunya) o la reinstauración de la ley catalana contra la pobreza energética (una propuesta útil, boicoteada por el Gobierno central).

El número uno de Junts pel , no presidenciable, pero cabeza de lista en las pasadas elecciones, ha acabado su intervención con un rechazo plano a la realización de un referéndum ante los acontecimientos actuales y con un «aviso para navegantes» al PP: las presiones judiciales, fruto de su concepción caduca de la realidad, no funcionarán.

Anna Gabrielha sido la elegida para defender el texto por parte de la CUP y ha incidido en sobremanera sobre los aspectos sociales del mismo. Para la CUP el proceso constituyente es popular y no elitista (sólo dentro de Catalunya, claro, y con el apoyo de un partido con elites históricas dirigiéndolo). Supone, por tanto, una apuesta por el fin de las privatizaciones y de la corrupción (esto… ¿CDC?).

Gabriel, con una retórica pretendidamente incendiaria, ha resaltado que es indispensable la insurgencia a través de la ruptura con la legalidad impositiva española, ya que ésta permitirá un plan de choque social en Catalunya y, a su vez, representará un reconocimiento hacia las personas anónimas que han luchado durante décadas por Catalunya y contra el miedo.

La representante de la CUP ha priorizado varias medidas de urgencia que garantizarán un nuevo estado catalán libre de «Apartheid sanitario, Leyes Wert y Mordaza, desahucios…» y dónde se contemple el libre derecho de la mujer a abortar. Para ello, según Gabriel, se ha de luchar contra las privatizaciones sanitarias, los excesos policiales y se ha de fomentar una educación que forme personas libres, para «crear un sistema alternativo al Capitalismo«. Sin duda partidos como CDC y ERC, de sobradamente demostrada tendencia izquierdista, contribuirán plenamente a ello.

Es por ello que la CUP considera necesaria la «insubordinación democrática« (aspecto en el que difiere diametralmente con Catalunya que es Pot) que garantice el derecho a la autodeterminación democrática de los pueblos, que contempla el derecho internacional, pero sin renunciar a la «fraternidad con el resto del pueblo español«.

Catalunya que es Pot, que ha presentado una enmienda a la declaración de ruptura en la que se contemplase la organización de un referéndum, ha subido al púlpito a Joan Coscubiela.

Coscubiela ha cargado duramente contra las formaciones rupturistas por priorizar el proceso soberanista por encima de la situación de emergencia social actual.

Ha iniciado su intervención haciendo referencia a la intención de investir a un presidente en funciones que ha de dar explicaciones por corrupción; a la violación del reglamento del Parlament por parte de la presidenta de la cámara, Carmen Forcadell (al convocar una junta de portavoces sin que el PP hubiese designado el suyo) o a la presencia en la sesión de tres partidos que han intentado «violentar el Parlament» recurriendo a la ley (en referencia al intento de paralización de la sesión y/o la resolución por parte de PP, C’s y PSC, presentando recurso ante el Tribunal Constitucional). Toda una muestra del juego democrático que se ejecuta en nuestra política.

El número tres de Catalunya que es Pot ha criticado también las negociaciones de Junts pel y la CUP para investir a Mas (obviando interesadamente que, precisamente la CUP no da su brazo a torcer en este aspecto), paralizando el Parlament y la formación del nuevo Govern.

No ha dudado, tampoco, en reflejar la hipocresía de CDC, que «llora ante el Tribunal Constitucional por lo que ha votado en España« (en clara alusión al apoyo a gran parte de los recortes y reformas del PP en Madrid).

Coscubiela ha enfatizado que su formación no reniega del proceso constituyente, pero no lo considera prioritario ni indispensable para luchar contra la situación social actual de la ciudadanía. Por eso mismo, ha considerado que los resultados del 27S no legitiman una declaración unilateral como la que se ha presentado hoy, sino que, precisamente, ese 52% de catalanes que no votaron a las formaciones independentistas hacen necesaria la organización de un referéndum, que soluciones concretas al proceso constituyente, más allá de declaraciones de insurgencia llenas de retórica y sin mecanismos diáfanos para llevarla a cabo de forma útil. Chocar con el Tribunal Constitucional, renegar de la Seguridad Social española (con supuesto riesgo de poner en peligro el cobro de las pensiones) o renegar de Europa (aspecto que nunca se ha considerado por parte de los partidos nacionalistas) no parece ser para Coscubiela la mejor forma de encauzar la situación en Catalunya.

Para acabar su intervención, el diputado ha vuelto a incidir en la celebración de un referéndum, a lo largo de 2016, y en la necesidad de priorizar las acciones sociales, con medidas tales como la racionalización de la deuda pública frente a España, la supremacía de la soberanía ciudadana frente a los poderes económicos (sin explicar como alcanzar esta utopía), la división efectiva de poderes (inocente…), la proporcionalidad electoral del voto (medida que perjudicaría a los partidos mayoritariossiguiente cuestión)… Su último ataque a los partidos independentistas ha sido para recalcar que «suman adversarios y no aliados«.

Xavier García Albiolcomenzó su intervención con su característico tono conciliador y no agresivo, considerando el «proceso de ruptura« como un proceso que «pretende salvar a CDC, la cual no duda en recurrir al apoyo de la Izquierda más radical y antisistema« (tan antisistema que forma parte del contexto parlamentario y se somete a sus reglas) y que ataca al Estatut de Autonomia y a la Constitución (obviando que su partido hace lo mismo con la mayoría de los artículos sociales y de garantías de derechos). Por tanto, es un proceso ilegal e ilegítimo.

Su candorosa diatriba continuó al asegurar que la mayoría catalana no apoya la ruptura con España y Europa (según los resultados electorales así es, pero de Europa no se ha dicho nada, salvo Mariano Rajoy y su célebre «¿Y la europea). Razonablemente emocionado, arguyó a favor del«orgullo español«, que ha de sufrir un proceso no pacífico que no sólo atenta contra la paz (quizá refiriéndose a la que consiguió el Caudillo…), sino contra el mismo Estado de Derecho.

Para Albiol el modelo de sociedad que pretenden Junts pel y la CUP busca la salida del Euro (cuya implementación tanto ha beneficiado a España y Catalunya) y la nacionalización de los procesos productivos (habrase visto tamaña desfachatez… Ni que CDC o ERC fuesen comunistas…).

Igual que Coscubiela, Albiol consideró que el proceso soberanista supedita las necesidades ciudadanas, dividiendo la sociedad catalana, cuando la realidad social incita a promover el crecimiento económico y de empleo y garantizar derechos universales como la sanidad y la educación. Una clara muestra del carácter bipolar del diputado popular, que pide para Catalunya lo que su partido suprime en el conjunto del estado español.

El líder popular acabó su intervención vaticinando que su formación «garantizará los derechos de los catalanes que se sienten también españoles«. Probablemente garantizará que igualen penurias con sus homólogos españoles.

Inés Arrimadasse estrenó como líder del principal partido de la oposición de la cámara eximiendo argumentos sospechosamente similares a los del PP:

Sin el deje voraz de Albiol, Arrimadas siguió fielmente el guion de éste agarrándose a la Constitución y la jurisprudencia con ahínco, mientras acusaba a los partidos catalanistas de insolidarios por querer dejar España (Una clara muestra del espíritu aglutinador y no divisorio de C’s). Criticó con dureza el no respetar las propias reglas eximidas por las formaciones independentistas a la hora de afrontar los resultados electorales y utilizó la corrupción como arma arrojadiza contra CDC, acusando a esta formación de promover que los imputados de corrupción que atesora no tendrían que responder ante los tribunales españoles.

Asimismo, deslegitimó a Artur Mas por no «tener el respaldo ni de sus propios diputados« (en alusión a sus diferencias con Baños, que no es diputado de Junts pel ) y «promover un ataque a la democracia« (palabra que hace referencia a un sistema político y social cada vez más en desuso en el país), «utilizando el sentimiento independentista en beneficio personal» (probablemente la única frase de Arrimadas en toda su intervención, que ha hecho referencia a una situación verídica).

Arrimadas también ha considerado que «España se ha de reformar (a peor, sin duda), no romper. Y Catalunya ha de formar parte de esa reforma« (quiera o no, se sobreentiende). Cínicamente, tras esta declaración, Arrimadas ha resaltado que C’s aboga por el diálogo frente a la separación.

La diputada ha finalizado su intervención criticando la propuesta de Catalunya que es Pot, por considerar que un referéndum «supedita los derechos ciudadanos al territorio«. (No es de recibo que haya comunidades autónomas que no estén subyugadas de la misma forma esclavista que otras).

El último representante en dirigirse a la cámara ha sido Miquel Iceta, del PSC.

Su intervención ha dado comienzo con una crítica directa hacia la celebración misma del debate, pues, según su parecer, la resolución ni tan siquiera habría de haberse llevado a trámite por la mesa del Parlament, al no respetarse el reglamento del Parlament en materia de representación (igual que Albiol, ha considerado que se ha vulnerado la conformación de la junta de portavoces) y, por ende, se ha rechazado cualquier posible presentación de informe jurídico previo al respecto de la resolución. Por este motivo, también el PSC ha presentado recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.

Igual que sus homólogos contrarios a la resolución, Iceta ha repetido los mismos argumentos respecto a la ilegalidad e inconstitucionalidad de la misma. Igual ha hecho con la pérdida del plebiscito  por las fuerzas independentistas.

Para Iceta, Catalunya no cumple los supuestos que, según la CUP, amparan a los territorios con capacidad de autodeterminación, aunque no ha especificado el por qué y ha considerado que poner fuera de la ley a las instituciones catalanas «supondrá costes y consecuencias sobre la ciudadanía«, sin especificar tampoco cuales serán, y  que la «desconexión de España supone desconectar del Estado de Derecho« (de nuevo no ha especificado el por qué…). Todas estas acciones comportan un mandato establecido para el futuro Govern… cuando aún no existe un Govern.

El líder socialista ha finalizado su intervención abogando por una negociación con Catalunya que es Pot en materia social y aseverando que la división social que provoca esta resolución de ruptura aleja cada vez más la independencia, al menguar posibles apoyos futuros al decantarse por la confrontación.

En el turno de respuestas, Romeva ha querido destacar que en otros países con un 48% del electorado a favor, un gobierno central consecuente hubiese convocado un referéndum, como pasó en Escocia. (Spain is diferent)

Para Romeva, no se hubiese llegado a esta situación si se hubiese convocado cuando tocaba.

Anna Gabrielha mostrado su preocupación por el hecho de que una formación de izquierdas como Catalunya que es Pot no esté por la insurgencia. También ha aprovechado para tener un estúpido e innecesario rifirrafe con Albiol al respecto de quien puede hablar en nombre de qué ciudadanos, que no vale la pena ni desarrollar.

Joan Coscubielaha contestado a Romeva que sin un referéndum la plena sociedad catalana no podrá pronunciarse.

La votación, como era de esperar, ha dado como resultado en todos sus puntos, votados uno a uno, 72 votos a favor (62 de Junts pel y 10 de la CUP) y 63 en contra (la suma de diputados del resto de formaciones), con algún pequeño desliz de algunos diputados en las votaciones de los puntos 1, 4 y 8, que se han equivocado al apretar un botón (tarea harto dificultosa para mentes tan brillantes).

El bochorno de sesión ha finalizado con los diputados del PP esgrimiendo rojigualdas y senyeres y los de Catalunya que es Pot carteles dónde se podía leer «referéndum«.

Y el mismo bochorno ajeno se ha hecho patente tras escuchar las valoraciones de la sesión del Parlament por parte de algunos Secretarios Generales de los principales partidos españoles.

Mariano Rajoy, ha puesto en marcha el chiringuito llamado Tribunal Constitucional (ese que se toma su tiempo en valorar la «Ley mordaza«, por ejemplo) para frenar la resolución, recurso de inconstitucionalidad mediante.

Pedro Sánchez ha sacado el látigo del lenguaje beligerante y ha decidido devenir adalid de la unidad de España frente a la «tiranía de las voluntades arbitrarias« y el «desafío  al orden constitucional de España y la más grave manifestación de desprecio y violación de la democracia en nuestro país«, entre otras lindezas que pretenden mostrar una socialista indignación. Cosas de la «nueva izquierda«.

Alberto Garzón ha criticado la actuación tanto de la formación de Mas, como del gobierno, apostando por abrir una mesa de negociación que permita una solución política a un problema político, sin necesidad de implementar el artículo 155 de la Constitución, que contempla«una amenaza de usar hasta a las fuerzas de seguridad del Estado«, ya que esta opción es «una máquina de crear independentistas«.

A partir de las 17h se inició el debate de investidura en que el único candidato presentado es Artur Mas, que no cuenta con apoyos suficientes para ésta, toda vez que la CUP desestima su candidatura y la de cualquier miembro de CDC que forme parte de la «vieja guardia» del partido. Aún así, la terquedad de Mas le ha llevado a asegurar que «sin investidura, no hay gobierno definitivo y el proceso queda encallado«. Parece que no plantea echarse a un lado por el bien de la futura República Catalana.

Con la presumible derrota en el debate de investidura (que finalizará hoy 10 de noviembre) a Mas sólo le queda la opción de formar gobierno con mayoría simple, situación complicada para un ejecutivo que no hace más que coleccionar enemigos políticos.

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