Con la mirada puesta en las elecciones catalanas del próximo 12 de mayo, estas últimas semanas hemos asistido al siempre entretenido espectáculo de la publicación de las listas electorales. La teoría dice que la confección de estas debería ser un cuidadoso ejercicio de elección de las personas más preparadas y competentes de cada una de las áreas para construir una candidatura potente con capacidad de gestionar y hacer propuestas. Pero la dura realidad nos habla de luchas entre corrientes internas, equilibrios territoriales, favores devueltos, servicios prestados y, una vez más, fichajes de ilustres independientes.

Cuando se habla de independientes en las listas electorales, se hace referencia a candidatos que no están afiliados a ningún partido político específico pero que deciden postularse para ocupar un cargo público en una elección. Estos candidatos pueden ser incluidos en las listas electorales de diversas formas, dependiendo del sistema electoral de cada país. Algunos sistemas permiten que los independientes se postulen directamente como candidatos individuales, sin necesidad de pertenecer a un partido político. En estos casos, los independientes deben recoger firmas de apoyo o cumplir con otros requisitos establecidos por la legislación electoral para poder aparecer en la papeleta de votación.

En otros sistemas, los partidos políticos pueden permitir la inclusión de candidatos independientes en sus listas electorales. Esto puede suceder por diversas razones, como estrategias políticas o la búsqueda de más diversidad en las opciones electorales. En estos casos, los independientes pueden unirse a una lista electoral y postularse bajo la bandera del partido, aunque mantienen su independencia ideológica o política.

Por lo tanto, la forma en que se incorporan candidatos independientes a las listas electorales varía según el país y su sistema electoral. En algunos lugares, los independientes pueden tener más dificultades para postularse y obtener representación política, mientras que, en otros, se promueve activamente su participación como una forma de enriquecer la oferta electoral y aumentar la representatividad. Los independientes pueden tener varias razones para no unirse a un partido político, como desacuerdos ideológicos, desconfianza en los partidos establecidos, o la creencia de que pueden representar mejor los intereses de sus electores sin estar ligados a las agendas partidistas. Algunos independientes pueden ser figuras prominentes en la sociedad civil, líderes comunitarios o expertos en campos específicos que deciden incursionar en la política sin el apoyo de un partido.

Como vemos, pues, en la teoría política, los independientes son una posibilidad y su presencia y participación pueden variar significativamente según el contexto político y electoral de cada país. Si tiramos de diccionario, encontramos que la independencia es la capacidad para actuar con libertad y sin depender de nadie.

Con estas premisas, ¿qué valoración podemos hacer de la incorporación de independientes a las listas electorales en nuestro país? La verdad es que las dinámicas en que se ha instalado en los últimos años la política catalana nos hace ser escépticos sobre la realidad. Es poco creíble que unos partidos caracterizados por dinámicas de adhesión inquebrantable, persecución de opiniones disidentes de las posiciones oficiales y pérdida de democracia interna puedan permitir modelos de incorporación de personas independientes a las listas con las garantías de independencia política e ideológica descrita en la teoría.

Cuando hemos ido viendo los nombres de los independientes que optarán ser elegidos diputados, hemos navegado entre el “no sabe dónde se está metiendo” a la sonrisa irónica ante el oxímoron generado por la palabra independiente y algunos de los nombres propuestos. No, no son muy creíbles muchas de las personas propuestas. De hecho, en algunos partidos se ha llegado a un punto en que es más independiente el militante de carné, crítico con algunos de los postulados de la organización, que el experto o exmilitante de otra formación, fichado para dar notoriedad a la candidatura.

Para demostrar mi escepticismo, propongo dos ejercicios, uno pasado y el otro de futuro. Por un lado, revisemos hemerotecas, hagamos el listado de los independientes que han ido en las listas electorales de las últimas cinco convocatorias electorales catalanas y españolas y miremos cuál fue su recorrido y cómo acabó la aventura política. Para el otro tendremos que esperar para revisar resultados, pero guardemos los listados de los independientes de las elecciones del próximo 12 de mayo y miremos de aquí un año que ha sido de ellos. Pienso que en ambos casos comprobaremos que nuestro sistema político no está preparado para tener auténticos independientes.


*Fuente: https://catalunyaplural.cat/es/independientes/

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