Entrevista a Joan Tardà, portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, que está convencido de que habrá consulta el 9 de noviembre. Tardà defiende que en Catalunya se está viviendo “una revolución democrática” y que ERC aspira a atraer a todo el electorado del PSC y de esta forma convertir a Esquerra “en el partido de la izquierda nacional”.
El Congreso parece que dará portazo al plan soberanista aprobado por el Parlament. Ya se han votado resoluciones contra este plan aduciendo, por ejemplo, “el derecho a decidir del Congreso”.
En el Congreso de los Diputados lo que se evidencia desde hace meses es que, excepto Izquierda Unida, la izquierda española ha renunciado a tener voz propia respecto todo aquello que está sucediendo en Catalunya. En estos momentos, el PSOE va a remolque de UpyD. Es una cuestión preocupante para la izquierda española, y además, nos dificulta parte del proceso pero no significa que lo pare, ni mucho menos. La socialdemocracia ya tiene muchos problemas para hacerse un hueco en la política europea y en el caso español, el PSOE está cavando una zanja enorme con Catalunya y la izquierda catalana. El ganador de todo esto es el binomio Rajoy-Rosa Díez. La líder de UpyD aspira a hacer, en los próximos años, lo mismo que critica a los nacionalistas vascos y catalanes. Hay un enroque del sistema político español que, con el PSOE dentro, adquiere una dimensión difícil de digerir para la izquierda. Esta posición hipoteca el futuro electoral del socialismo español, un mal resultado del PSC en Catalunya dificultaría la constitución de una alternativa viable al PP en España. Sobre todo con la irrupción de UpyD, que crece a costa del PSOE en ámbitos urbanos y entre los profesionales de las clases medias. El PSOE ha tirado la toalla, aunque habla de federalismo y diálogo, a la hora de votar se suma a UpyD y PP. Sólo podemos decir que “con su pan se lo coman”.
¿Hay un conflicto entre legalidad constitucional y legitimidad democrática?
La consulta se realizará desde la legalidad democrática. El Parlament tiene toda la legitimidad otorgada por los votos recibidos de los ciudadanos catalanes. Aquí, lo que se da es una dialéctica entre la legalidad española y la legalidad catalana. Por eso, desde ERC y a la hora de facilitar las cosas tras el “Big Bang” -el mandato democrático otorgado por la consulta del 9 de noviembre– , tenemos que demostrar que hemos sido totalmente rigurosos con la ley, los protocolos y los procedimientos legales y que todo esto sirva para respaldar el reconocimiento internacional de Catalunya. La votación del 9-N se llevará a cabo bajo el amparo de la ley catalana de consultas. Cuando el president Mas dice que la consulta se hará dentro de la legalidad, dice una obviedad porque así se hará, y si se hace bajo la ley catalana será porque no nos han dejado hacerla de otra forma.
¿Éste es el camino elegido?
Sí, la consulta se hará. Esta es la posición de ERC. Que luego en unos sitios se pueda votar y en otros no, que haya miles de personas ante colegios electorales y no se les deje votar…son escenarios que podrían suceder. En todo caso, el 9-N el pueblo catalán será convocado a las urnas.
¿El Plan B de Rajoy pasa por anular la autonomía?
Bueno, de hecho Rosa Díez recuerda permanentemente esto a través de la aplicación fulminante del artículo 155 de la Constitución.
¿Unas elecciones llamésmolas plebiscitarias, podrían sustituir a una consulta imposible de realizar?
Unas elecciones así no existen, pero si que existe la voluntad del pueblo de convertirlas en plebiscitarias porque no se les haya dejado manifestarse de otra forma.
¿Y si se da esta voluntad?
A mí me gustaría que el 9N fuese el 14 de abril de nuestros abuelos. También podría ser la fecha de inicio de un proceso, que en unos meses, llevaría a la proclamación de la República Catalana. Pueden darse diversos escenarios, que desconocemos, entre otras cosas, porque no sabemos la intensidad de la respuesta del Estado. Podrían pasar varias cosas, que salga el “sí-sí”, que gane el no, que no se pueda llevar a cabo en una situación de total normalidad. Por eso, Duran i Lleida tiene razón, aunque con una perspectiva diferente, cuando advierte al Gobierno que su inacción puede acabar provocando una declaración institucional de independencia.
En Escocia, el gobierno británico está desarrollando una campaña para convencer a los escoceses de los beneficios de seguir perteneciendo al Reino Unido. En España, esa campaña apenas existe, pero ¿se puede convencer a los indecisos en Catalunya?
La sociedad catalana no se dejará convencer, no aceptará no ir a la consulta. Cualquier oferta del gobierno español que pueda ser asumida pasa por dejar votar al pueblo de Catalunya.
¿La sociedad catalana se podría convencer con gestos o con medidas concretas?
Los datos de las encuestas están ahí. El apoyo a la independencia pasa por poco del 50%. Podría darse el caso, a tenor de estos datos, que no ganase el “sí-sí” en la consulta, pero lo que no aceptaría la sociedad catalana es que no se le permita votar. En el gobierno, en el PP, y también en otros partidos, se equivocan al instalarse en el “no” radical. Sobre todo, con el modelo de país y de estado que defiende el Partido Popular. El mundo político español camina en sentido contrario al de la sociedad catalana.
¿La reclamación de Catalunya es el episodio más significativo de la crisis de régimen?
Es evidente que sí. La demanda de independencia y de democracia pone en jaque el estado postfranquista. Razón por la cual, lo que más lamentamos es que la izquierda española no aproveche la situación para cuestionar el statu quo.
¿Por qué no lo hace?
Catalunya está en una fase de pre-revolución democrática ante un sistema caduco y periclitado como es el nacido de la Transición. No se aprovecha este movimiento de Catalunya que busca un cambio que sacudiría el tablero. La izquierda española tiene tres opciones ante esto. La primera es aprovechar la posibilidad de abrir un proceso constituyente que conduzca a la proclamación de la República Española. Una república que seguro que viviría hermanada con la catalana. La segunda opción, es ponerse de perfil y dejar hacer. Y la tercera, que sería letal para sus intereses es que se conviertan en cómplices de la represión, como por ejemplo, votando a favor de la derogación de la autonomía.
¿Se está perdiendo la oportunidad por facilitar la creación de mecanismos que profundicen en la democracia?
Como mínimo, cuestiona la calidad democrática de este estado. Hemos aceptado durante más de 30 años una democracia “low-cost” y esto tiene una explicación histórica evidente. El sólo hecho de poder votar ya era el cielo. Las nuevas generaciones, ya nacidas en democracia o menores de 45 años, lo que exigen no es sólo votar, sino calidad democrática. La crisis ha permitido ver las vergüenzas del sistema. Las clases trabajadoras, en las que muchos se veían como miembros de las clases medias, están sufriendo la perversidad del sistema capitalista, la corrupción, leyes electorales opacas, subordinación a los poderes financieros, etc.
¿Es fiable Mas en este proceso?
Si el president Mas hace lo que hace es porque la sociedad catalana ha transitado del autonomismo al soberanismo. Mas no ha hecho otra cosa que ponerse en cabeza de este cambio. La táctica de Esquerra ante el “Big Bang” es acumular fuerzas. No hay una mayoría aritmética alternativa a este Govern. ¿Con quién vamos a pactar? ¿Con el PP? ¿Con Ciutadan’s? La única alternativa es la revolución democrática, el proceso constituyente, la ruptura. Esto debe incluir y se debe hacer con la “pota gran” del catalanisme que, a día de hoy, sigue siendo CiU. Si por primera vez, las clases medias, la pequeña burguesía está en el proceso ¿qué debemos hacer? Empujarlas en esa dirección. No nos olvidemos que el proceso tiene a su adversario más fuerte en la oligarquía, en la Caixa, en Planeta. En un escenario como el actual, es un acuerdo táctico para acabar con un Estado agotado.
Muchas veces parece que los objetivos de CiU y ERC son diferentes.
Nuestra intención es ser hegemónicos en el proceso constituyente para que, si no podemos escribir la Constitución con tinta roja, que al menos no nos la escriban en tinta azul.
Mas no parece estar muy interesado en la república.
Un nuevo estado sólo puede ser una república, o una monarquía. Sin CiU no podemos llegar a ningún lado. Por eso echamos tanto en falta en el proceso al PSC. No se trata sólo de cambiar una bandera por otra.
¿El PSC corre el riesgo de caer en la residualización si mantiene el discurso contrario a la consulta?
Catalunya no seria como es sino fuese por la gran aportación del PSC. Lamento la actuación del PSC en todo esto, no sólo porque dificulta la acumulación de fuerzas sino porque debilitará a la izquierda en el momento de emprender el proceso constituyente. El objetivo prioritario es que en este proceso la izquierda sea mayoritaria. Si la izquierda es mayoritaria podremos decidir no tener un ejército convencional, que como en el caso de España, acumula una deuda de 30.000 millones de euros y consume el 2% del PIB. Y también aplicar medidas como la implantación de una Renta Básica Universal. El problema no es quién proclamará la República, sino quién la gobernará después de aprobar la Constitución.
¿No tiene la sensación que ante el debate político y parlamentario sobre el soberanismo y el derecho a decidir hay un inminente choque de trenes?
Nosotros vamos con la democracia por delante. Ese choque de trenes no nos debe dar miedo. De hecho ya estamos instalados en él. Es un conflicto democrático entre legalidad y legitimidad. Se acabará en las urnas. El peligro para el proceso es que los dos trenes se estacionen, y sus maquinistas pacten un nuevo error, como el de 1978. Hay gente a la que esto le vendría bien.
¿La Unión Europea es un problema o una oportunidad para una Catalunya independiente?
Reconociendo que Europa no está pasando por su mejor momento. Ahora no es mucho más que la Europa de los mercaderes y están resurgiendo ideas que estaban enterradas desde Nuremberg. La UE nació con la idea de sumar y sumar. Así que si nos dicen que Catalunya, que es una nación histórica europea desde el año 1000, que estamos en el corazón de Europa, que, por ejemplo, desde el punto de vista comercial y logístico es un punto neurálgico del eje Hamburgo-Algeciras, no estará en la UE, nos dicen algo impensable. ¿Alguien piensa que la Unión Europea es capaz de integrar a estados que hasta hace pocos años se encontraban en guerra y no resolverá el caso catalán? Europa no se puede permitir tener una Noruega en el Mediterráneo fuera. Por razones meramente económicas se tendrá una relación muy estrecha.
De momento, hablan de dejar fuera a Escocia y Catalunya si llega el caso.
No ha habido ninguna democracia que se haya pronunciado antes que se haya hecho el trabajo. Lo han intentado con Obama, pero no les ha salido. Nadie ha dicho aún que Catalunya no tenga derecho a decidir su futuro. Tenemos la suerte de vivir en Europa, en el mundo democrático. Las democracias actuales son muy líquidas, no entraremos en debates históricos que corren el riesgo de convertirse en estériles. Sólo nos ofrecen una interpretación restrictiva de la Constitución, como si fuese la Biblia o el Corán. Este es el verdadero conflicto. En vez de resolverlo a la británica, con un Acuerdo de Estrasburgo y la posibilidad de un futuro democrático, amenazan. Nuestro futuro no sé si está ligado a la Unión Europea, pero sí a Europa. Si Europa no sale de la crisis, nosotros tampoco. Nuestra suerte esta ligada a Europa. ERC no es refractaria a la Unión Europea.
Este proceso no nos divide, nos fortalece como sociedad. Te obliga como ciudadano a mirarte en el espejo y a cuestionarte muchas cosas. La gente está más ilusionada por el futuro que espera que por ellos mismos.
¿Se corre el riesgo de perder esa ilusión?
La República Catalana no será el paraíso, pero si servirá para parar el golpe, para frenar el robo del Estado del Bienestar, para cambiar el modelo productivo, para encarar los retos del siglo XXI. Es difícil matar la ilusión. Me gustaría ver esta misma ilusión por el futuro, por el cambio, en el Estado Español.
A las elecciones europeas concurren finalmente en solitario.
Es una candidatura que tiene como referencia los Países Catalanes. Se trata de construir un marco nacional, de configurar una izquierda nacional. ERC aspira a volver a ser lo que fue en la década de 1930. Un partido socialdemócrata radical que lidere la izquierda.
Es el papel que en los últimos 30 años ha desempeñado el PSC.
Sí, es cierto. Aspiramos a ser el partido hegemónico de la izquierda en Catalunya, lo que significa que debemos ser también muy plurales. Catalunya necesita un partido de izquierdas mayoritario, más otros partidos que conviertan a la izquierda en hegemónica, sobre todo teniendo como objetivo el proceso constituyente, que pueda, de forma conjunta con el resto de formaciones de izquierda, constituir un frente de izquierdas que de forma a una república con una constitución moderna, de progreso y orientada a la socialización de la riqueza.
¿La entrada de Ernest Maragall en la candidatura de ERC para las Europeas es un paso para constituir una izquierda nacional catalana en Bruselas?
No exactamente. La incorporación de Ernest Maragall significa que Esquerra da un paso más en la voluntad de ampliar el perímetro de los apoyos del soberanismo, en la medida que existe un electorado socialdemócrata que se siente huérfano como consecuencia del posicionamiento de la dirección del PSC de acercarse a posiciones unionistas. No obstante, contribuye ciertamente a seguir haciendo posible la configuración de una izquierda nacional que sea piedra angular en ese futuro proceso constituyente.
Tras no constituir una lista unitaria catalana al Parlamento Europeo, tampoco ha prosperado la idea que las formaciones favorables a la consulta -CiU, ERC, ICV-EUiA i CUP- accedan a compartir el mismo redactado sobre la consulta. ¿Peligra así el intento de ofrecer una voz única y favorable a la constitución de un nuevo estado dentro de la UE?
Estoy convencido que finalmente las fuerzas políticas acabaran asumiendo y aceptando un redactado común que pueda presentar la Asamblea Nacional Catalana. En todo caso, no hay que dramatizar. Lo importante es que en estos momentos en que debe prevalecer la acumulación de fuerzas hasta el 9-N, cada fuerza política tire del carro de su electorado. Que ERC haga de Esquerra, que ICV haga de ICV, que CiU haga de CiU…Así, ningún sector social quedará colgado. Y el 9-N, a ocupar la calle.
¿La izquierda europea puede parar ese golpe al Estado del Bienestar?
Sería muy importante cambiar la correlación de fuerzas en Estrasburgo. Primero para plantar cara a los mercados y preguntarnos, por ejemplo, sobre la legitimidad de la deuda. Segundo, para caminar hacia la homogeneización fiscal, laboral y social sin la que no se puede hablar de verdadera unión europea. Todo esto no es posible con una mayoría del Partido Popular Europeo. El euroescepticismo nace de la derecha. Lo cierto es que las señales que llegan no invitan al optimismo. La entrada de los países de la Europa Oriental está provocando desequilibrios en la democracia. Las encuestas indican una baja participación y una mayor relevancia de formaciones euroescépticas y claramente xenófobas.
La falta de diálogo del Gobierno Rajoy con el soberanismo se está extendiendo a otras cuestiones, como la ley del aborto o la liquidación de la jurisdicción universal.
El PP está desarrollando una involución brutal, es volver a la España del No-Do. Meten estas leyes forzando el reglamento hasta extremos inconcebibles. El gobierno del Partido Popular está desballestando el Estado del Bienestar. No sólo dinamita el estado social sino también el de derecho. Es una democracia muy tocada que ha enterrado la sanidad universal.
Esa pérdida de derechos, los proyectos de ley, la corrupción… hace dudar sobre el concepto de democracia que tiene buena parte de la clase política dirigente.
Son simples profesionales, sin un ideario político detrás, sin ideología. A veces, se tiene la impresión que lo que hacen los poderes económicos es externalizar la gestión política. Hay que gestionar el conflicto social y hay unos encargados de hacerlo.
¿Se puede frenar la corrupción?
Se debería hacer un “reset” al sistema. Se me puede llamar iluso pero hace falta una revolución democrática que pasa por una ruptura con el sistema que no se pudo llevar a cabo, por diferentes razones, en 1978. El sistema de partidos está adecuado y hecho a medida para gestionar una democracia de baja calidad. De aquí las relaciones con los medios de comunicación, con el sector privado, con la financiación de los partidos políticos. En el parlamento español, las minorías no pintan nada.
Este marzo comienzan en la Audiencia Nacional los juicios a los encausados por el bloqueo al Parlament de Catalunya en junio de 2011. ¿Por qué se lleva a Madrid? ¿Para evitar la presión popular?
Es posible que haya un interés en ese sentido. De todos modos, fueron unos hechos muy desagradables. La libertad de expresión es sagrada, pero las imágenes que se produjeron fueron lamentables. Marcar con cruces y pinturas a los diputados…