El Catedrático de Política Económica de la Universitat de Barcelona analiza para Rambla la actualidad económica y defiende que los recortes no son tan eficientes como se cree. Su aviso es que frenan a la economía.
– ¿Qué opina de la política de recortes actual que estamos viviendo?
– Joaquim Novella: Los recortes del Gasto Público tienen dos efectos. Por una parte se reduce el déficit y, por lo tanto, se evita endeudamiento futuro, pero tienen otro efecto: frenan la demanda y en consecuencia frenan el crecimiento económico futuro. Si una economía no crece, recauda menos impuestos y es posible que en el futuro vuelva a aparecer un nuevo déficit, aún a pesar de la reducción de gastos. Hay una discusión entre tres visiones económicas sobre cómo resolver la crisis: una visión reformista-keynesiana, una visión monetarista-conservadora y el análisis de la escuela crítica.
La señora Merkel sigue la visión monetarista que sostiene que el déficit público y las políticas de gasto público para impulsar la economía no son convenientes.
Sin embargo, en la opinión de muchos economistas, en este momento de crisis en que la demanda privada no crece, si el Estado no impulsa la actividad económica ,es difícil que crezcamos, y si no crecemos ,habrá paro y resultará más complicado pagar las deudas públicas.
– Merkel tiene mucho miedo a la inflación porque Alemania la sufrió entre las dos guerras. Parece que se les haya incrustado.
– Sí, porque la inflación estaba asociada en la época posterior a la Primera Guerra Mundial al pago por parte de Alemania de las deuda de guerra. Indudablemente, han pasado muchos años y esto hay que verlo de otra manera.
– ¿De cuál?
– Hemos tenido experiencias en países diversos, entre ellas la gran crisis de la deuda en los países suramericanos en los 80. Se endeudaron mucho y los primeros planes de ajuste del FMI se basaban en privatizar y reducir el gasto público con la esperanza de que así liberarían recursos para pagar la deuda. No funcionó. Les tuvieron que ampliar los plazos y, permitirles políticas que les produjeran crecimiento. El crecimiento, poco a poco, les permitió pagar gran parte de sus deudas externas. Si no lo hacemos así, será difícil. Hay que crecer, habría que hacer una política moderadamente keynesiana.
– Pero la tendencia que domina es la de Merkel.
– En economía, como he dicho antes, podemos distinguir entre tres escuelas fundamentales: la escuela más conservadora podemos denominarla neoclásico- monetarista, es la que predomina, la keynesiana es más reformista, y luego, la escuela crítica, observa una visión de izquierdas donde están los ecologistas, institucionalistas y marxistas. El predominio ideológico actualmente lo detenta la escuela monetarista.
– ¿Qué quiere decir con ese predominio ideológico?
– Que es hegemónica, que predomina, en la mayor parte de Facultades, en los centros de estudios, en los Organismos Económicos Internacionales, en los Bancos Centrales, en la mayor parte de los medios de comunicación.
Curiosamente, una crisis que estalla por causa del capital financiero internacional, (especialmente norteamericano), la están intentando aprovechar para acabar con el Estado del Bienestar y cargar su coste sobre los trabajadores y las clases medias.
Es curioso, que los que causaron el problema, no solo no lo pagan, sino que lo hacen pagar a otros y además dicen que es la única manera de salir de la crisis. No opino así, la crisis tiene un coste, y ese coste se puede repartir de una manera o de otra. Para salir de la crisis hacen falta otras políticas económicas.
– ¿De qué manera?
– Las posiciones políticas neoliberales defienden la idea de disminuir considerablemente el Estado del Bienestar. En definitiva, que el Estado ofrezca menos prestaciones sanitarias, educativas, de pensiones y que los que puedan contraten el suministro de estos servicios por parte de empresas privadas, es decir, el modelo norteamericano. El modelo europeo ha sido tradicionalmente de defensa del Estado del Bienestar.
– Pero ahora Obama estaba intentando lo contrario.
– El modelo norteamericano ha consistido en menos impuestos y, a cambio, no ofrecer prestaciones sociales universales, para todos. Las prestaciones públicas de enseñanza y sanidad sólo han sido para los pobres, no para todo el mundo.
Obama está intentando ampliar el Estado de Bienestar, que en Norteamérica no ha alcanzado el nivel que tiene en Europa. Lo que proponen ahora los conservadores europeos, españoles y catalanes es caminar hacia el “modelo norteamericano”, la reducción del Estado del Bienestar. Van a reducir el Estado del Bienestar, pero no porque no se pueda mantener, sino porque ven ahí oportunidades de negocio para empresas privadas en ámbitos como la sanidad, la enseñanza o las pensiones.
– Usted defiende que la Sanidad es más barata en Europa.
– Las cifras macroeconómicas parece que así lo demuestran, que resulta más barata la sanidad cuando es pública que cuando es privada.
En Europa, tenemos sanidad universal para todo el mundo y cuesta alrededor de 9 puntos del PIB. En Estados Unidos tienen fundamentalmente sanidad privada. Hay gente que, por su nivel de renta, se halla privada parcialmente de la sanidad. Y les cuesta el 17 por ciento del PIB, casi el doble que la Sanidad europea y no llega a toda la población.
Conviene mejorar algunos aspectos del Estado del Bienestar para hacerlo más justo y más eficiente. Pero la idea genérica que propugnan los conservadores es la de privatizar los servicios públicos sociales, porque creen que eso es más eficiente y, por otro lado, persiguen realizar negocios en estos sectores.
– Fiscalmente, ¿cómo ve la situación?
– En España tenemos poca presión fiscal. Aquí es del 36 por ciento, mientras que en Europa es del 42 por ciento, pero además, la presión fiscal en España recae fundamentalmente sobre los trabajadores y las clases medias. Las clases altas soportan una presión fiscal menor. Por ejemplo, en el IRPF se paga un porcentaje menor si las rentas son del capital que si son del trabajo.
El fraude fiscal es muy alto en nuestro país, en torno al 20 por ciento. En Europa es del 10 por ciento. Los impuestos de Patrimonio y de Sucesiones que afectaban, o debían afectar, más a las rentas altas se han suprimido.
En definitiva, se ha reducido substancialmente la progresividad del sistema fiscal español.
– ¿Propone reformarlo?
-Sí, efectivamente, hemos de reformar el Sistema Fiscal Español, para reducir el enorme fraude fiscal. Hemos de convertirlo en un sistema progresivo: “quién más tiene más paga”. Nos tiene que permitir elevar la recaudación fiscal, de manera que, con algunos retoques del Gasto Público, tengamos menos déficit público.
Serían aquellos que más tienen los que deberían contribuir más: establecer el Impuesto de las grandes fortunas, reformar el Impuesto de Sociedades, crear un impuesto sobre las transacciones financieras, restablecer el impuesto de Sucesiones y desarrollar la fiscalidad ecológica.
Los economistas sabemos que las rentas altas tienen una propensión al consumo más baja. Si yo gano 1.000 euros al mes, casi todo lo consumo. Si gano 2 millones de euros, por mucho que gaste, sólo consumo una pequeña parte.
A las rentas altas, si se las grava fiscalmente, sus niveles de consumo no se reducen de manera substancial. En cambio los impuestos a las rentas bajas, dada su alta propensión al consumo, reducen mucho el consumo y a medio plazo limitan el crecimiento. En definitiva, se trataría de hacer europeo el Sistema Fiscal Español, que nuestra fiscalidad estuviera en la media de los países europeos.
– ¿Puede explicar lo que son las SICAV?
– El Impuesto de la Renta tiene dos orígenes: rentas del trabajo, (las que reciben fundamentalmente los asalariados), y las rentas del capital (las reciben principalmente inversores y empresarios).
Las rentas del trabajo tributan más allá del 45 por ciento, las rentas del capital pagan generalmente un tipo único, el 18 por ciento.
Si un trabajador gana 40.000 euros al año, puede tributar el 25 o el 30 por ciento en concepto de IRPF, en cambio, si un inversor en bolsa gana esos mismos 40.000 euros tributará solo al 18 por ciento, y también tributaría al 18 por ciento si el inversor ganara 40 millones de euros.
El tema de las SICAV puede explicarse con el siguiente ejemplo: si rentas del capital se invierten en una Sociedad de Inversión Colectiva, mientras no te lleves lo invertido de dicha sociedad, tus rentas pagarán sólo el 1 por ciento, cuando recojas el dinero invertido en las SICAV pagará el 18 por ciento. Las SICAV se han de reformar y aumentar su tributación.
– Pero argumentan que entonces se llevarían las inversiones fuera…
– No es verdad, porque hay países donde las rentas del capital pagan el 25 o el 30 por ciento y no se las llevan fuera, existen más causas que inciden sobre los movimientos del capital internacional, más allá de las razones fiscales.
– ¿Reducir el fraude fiscal sería también un ahorro importante?
– El fraude fiscal en España es del 20 por ciento, mientras que en Europa es sólo del 10 por ciento. Sólo con la medida de que todos los pagos de más de 3.000 euros se tengan que pagar mediante tarjetas o talones bancarios, es decir que no se puedan pagar en efectivo, se reduciría el fraude fiscal en una gran cantidad.
– ¿Y en el tema del Impuesto de Sociedades?
– Las grandes empresas tienen más posibilidades de exenciones, porque tienen muy buenos asesores fiscales y su tributación efectiva es baja. En términos relativos seguramente, contribuyan más las PYMES. Hay que replantearse las numerosas deducciones de este impuesto.
– ¿Cuántos ingresos se podrían recaudar con estas medidas?
– Si hiciéramos las reformas anteriormente que he descrito antes, tendríamos más ingresos públicos. En España la presión fiscal es del 35 por ciento del PIB. En Europa, estará en torno al 42 por ciento, son 7 puntos del PIB de diferencia. El aumento de recaudación fiscal permitiría entre otras cosas, que aumentara el gasto social, en lugar de reducirlo. El gasto social en España es del 20 por ciento del PIB, en Europa, es el 28 por ciento.
Afirman los conservadores que Europa ha reducido la presión fiscal y ha reducido el Estado del Bienestar. Ciertamente, pero España después de treinta años de democracia aún no hemos alcanzado los niveles medios europeos de presión fiscal y gasto social. Sí lo hemos conseguido en productividad y PIB per cápita. Nosotros tenemos una presión fiscal relativamente baja y un Gasto Social insuficiente.
– ¿Con todas estas medidas se podrían compensar en gran parte los recortes?
– Se podrían compensar en gran parte, sí.
– ¿Quiere decir entonces que una parte de esos recortes son necesarios?
– Sí que es verdad que habría que medir cómo se puede ahorrar. Se puede mejorar la eficacia y la eficiencia en determinados aspectos del Sector Público: evitar duplicidades administrativas, evitar corrupción y despilfarro, revisar los catálogos de prestaciones… Pero en los términos como se han planteado los recortes, no estoy de acuerdo con ellos. Personalmente, estoy por subir impuestos a las rentas más altas y luchar decididamente contra el fraude fiscal y la corrupción.
– ¿Qué opina del sistema financiero?
– El sistema financiero juega un papel en el sistema capitalista: capta los ahorros de familias, empresas y sector público y lo presta para el consumo o la inversión. De esta manera, se diversifica el riesgo, se reducen los costes de transacción, se obtienen economías de escala y eficiencia y se permite el funcionamiento de la economía.
A lo largo del siglo XX, el sistema financiero se ha expandido, diversificado, internacionalizado y han ido apareciendo con gran fuerza operaciones especulativas.
En las últimas décadas, a partir de los años 90, el sistema financiero a escala mundial ha ido cogiendo unas dimensiones tremendas, se ha desregulado, con lo que se ha facilitado la especulación y la realización de actividades poco transparentes.
Los movimientos especulativos pueden afectar gravemente tanto a países como a empresas que pueden tener una situación económica sólida. O bien, como ha sido en el caso de la especulación con los alimentos, afectar de manera grave a la alimentación de cientos de millones de personas.
– Ha pasado algo parecido con los ataques a la deuda pública.
– Sí y me gustaría poner un ejemplo. La deuda pública del Japón es del 200 por ciento del PIB, la del Reino Unido el 100 por ciento del PIB, la deuda pública española representa el 70 por ciento. En cambio, están presionando a la deuda española. Hay movimientos especulativos que se aprovechan de las indecisiones del gobierno de la Unión Europea y del Banco Central Europeo. Presionan a los gobiernos que han de pagar intereses altos por sus deudas públicas.
– ¿Y no se puede regular?
– En la época de Reagan y Thatcher se desreguló el sistema financiero porque se pensaba que los mercados financieros eran eficientes. Fue un error. Hay que volver a regular el capital financiero.
El G-20 tiene en su agenda, pendiente desde hace tiempo, la regulación del sistema financiero internacional y ha hecho muy poco en ese sentido, lo mismo pasa a nivel europeo. El Reino Unido siempre se opone a la regulación financiera, porque en la City londinense tienen su sede muchas instituciones financieras.
Ahora nos hallamos afectados a nivel global por las actuaciones y el poder creciente del sistema financiero internacional. El sistema financiero es global y los gobiernos son nacionales, debemos realizar acuerdos internacionales para regularizar el enorme poder económico y político de las instituciones financieras globales.
– ¿Esta espiral tendrá final?
– Posiblemente. Puede ocurrir que la señora Merkel y los gobiernos europeos lleguen a darse cuenta que, sin crecimiento, tendremos problemas y que, para ello, es necesario regular bien el sistema financiero.
Por otra parte en el tema de la Deuda pública europea el Banco Central de Europa debería intervenir en la compra de los bonos emitidos por los gobiernos europeos. Los Bancos Centrales de Estados Unidos, Japón y Reino Unido lo han hecho, pero el Europeo, escasamente. En ese caso, la deuda pública europea pagaría intereses mucho más reducidos que los actuales y, por otro lado, a los especuladores se les acabarían las apuestas. Lo tendrían más difícil para efectuar pujas a la baja sobre la deuda pública europea.
– ¿Cuándo pueden darse cuenta de que hay que crecer?
– Este 2012, la previsión de la OCDE es que Europa entre en recesión, eso significará más parados y más conflictos sociales. Creo que la realidad de la crisis les llevará a la necesidad de cambiar de políticas económicas. Se tiene que ir a políticas moderadamente expansivas y, por otra parte, el Banco Central Europeo tiene que intervenir para evitar especulaciones. Hay que tasar con un impuesto las transacciones financieras y regular el sistema financiero europeo e internacional. A medio plazo tendrán que seguir por este camino. En caso contrario, el escenario será muy complicado.
– ¿Se están tomando medidas correctoras para que no se repitan los errores que nos han llevado hasta aquí?
– Yo no lo veo. Se propugna únicamente la consolidación fiscal. Si hacen restricciones intensas del gasto público, habrá menos crecimiento y en los años siguientes habrá menos recaudación fiscal, con lo cual, el problema del déficit público podría repetirse. Parece que los gobiernos conservadores aún no perciben del todo las consecuencias de sus políticas contractivas, pero las cifras del paro crecen como consecuencia de la contracción económica.
– Pero llegará un momento en que, para los mismos mercados, esto será contraproducente y pasará como con el sector inmobiliario: les afectará a ellos. ¿O es que esperan estar especulando de por vida?
– La paradoja es ésta: el creador de la crisis, que ha sido un sistema financiero que ha actuado de manera irresponsable y especuladora con los créditos, en especial los inmobiliarios, es el que ahora está inspirando las normas de lo que tienen que hacer los gobiernos.
Por ejemplo el grupo financiero Goldman & Sachs se está convirtiendo en un “centro intelectual del capital internacional”. Antiguos altos ejecutivos de esta entidad, están ahora al frente de ministerios o Bancos Centrales aplicando sus políticas neoliberales.
– La soberanía política se puede controlar, pero ¿los mercados se pueden controlar?
– El mercado financiero se puede y se debe regular ¿Y cómo se regula? Pues prohibiendo las posiciones bajistas “en corto”. Regulando las “operaciones financieras fuera de balance” de las entidades financieras. Obligando a aprovisionar reservas para todos los activos bancarios. Haciendo que sus balances recojan el valor real de sus activos inmobiliarios. Regulando los sueldos y bonos de los altos directivos de entidades financieras que reciban créditos o ayudas públicas. Regulando las Agencias de Calificación y creando más Agencias que eviten el oligopolio existente, haciéndolas responsables legales de sus calificaciones.
Paro
– ¿Cuándo calcula que crecerá la ocupación en España?
– Las previsiones efectuadas por los servicios de estudio indican que España tendrá estancamiento o pequeña recesión en el 2012 y en el 2013 el crecimiento será muy débil. Recogemos los frutos de las políticas de intensas reducciones del Gasto Público impulsadas por los gobiernos conservadores europeos. Para crear ocupación en España, hemos de crecer por encima del 2 por ciento. En consecuencia, hasta el 2014, suponiendo que se arregle el escenario financiero, es previsible que no se cree ocupación neta.
– Una de las recetas que dan para acabar con el paro es la Reforma Laboral.
– España tiene una economía más procíclica que la europea. Es decir, cuando hay expansión, gobierne quien gobierne, se expande más que Europa. Y, cuando hay crisis, gobierne quien gobierne, tenemos más crisis que Europa. La razón es que en España hay dos sectores muy importantes por su peso relativo, que son muy procíclicos: el turismo y la construcción.
El turismo en España representa el 10 por ciento del PIB, la construcción, un 8 por ciento, aunque ha llegado a ser el 12 por ciento. En Europa, el turismo estará sobre el 6 por ciento y la construcción sobre el 5 por ciento.
Por otra parte, tenemos en España una tasa de paro superior la europea, el 20 por ciento frente al 10 por ciento europeo. En el año 2007, por primera vez en muchas décadas, nuestra tasa de paro del 8 por ciento se acercó a la europea.
Una economía industrial con fuerte inversión en capital, buen nivel formativo y tecnológico sería más estable que la española.
El modelo de crecimiento español de 1995 al 2007 se ha fundamentado principalmente en el sector inmobiliario-constructor. No se capitalizaron suficientemente muchas empresas. No se desarrolló la formación, la investigación y la producción industrial de calidad.
– ¿El paro se acabará con una reforma laboral?
– Estudiémoslo. Las políticas laborales neoliberales defienden que si hay paro es porque los salarios son altos y el mercado de trabajo es rígido. Piden que se bajen los salarios y haya facilidad para contratar y despedir y mayor movilidad geográfica de los trabajadores.
Los keynesianos explican que el paro surge principalmente porque falta demanda. En consecuencia, proponen una política de aumento de los gastos públicos para, de esa manera, aumentar la demanda y reducir el paro.
Los críticos defienden que hay paro porque la economía capitalista es cíclica y cuando se produce la crisis aparece el paro masivo. Así mismo, reconocen que el mercado laboral está segmentado, y, en consecuencia, el paro se centra más en los trabajadores menos formados, los inmigrantes, los jóvenes y los procedentes del sector de la construcción.
Por otra parte los economistas sabemos que se produce paro por una serie diversa de causas:por inadecuada formación de los trabajadores, por falta de buena gestión empresarial, por tener actividades estacionales de temporada, por el ahorro de empleo que significan las nuevas tecnologías.
– ¿Y quién tiene razón?
– Todos pueden tener alguna razón según las coyunturas. El problema es que actualmente son predominantes los planteamientos neo-liberales. Las visiones plurales sobre la crisis y el paro no son aceptadas. En consecuencia, se propugnan medidas laborales que tienen como objetivo la reducción de los salarios, y facilitar la contratación y el despido. Sin embargo en nuestro país, en líneas generales, no ha habido excesos salariales y las diversas reformas ya han ido flexibilizando el mercado de trabajo.
En mí opinión tenemos, otros tipos de paro. Hay paro keynesiano por falta de demanda, por lo que habría que impulsar, primero, el crecimiento de la demanda vía sector público.
En segundo lugar, convendría cambiar de modelo productivo, hasta ahora centrado en el sector inmobiliario-constructor, hacia sectores industriales y de los servicios de mayor nivel tecnológico y formativo y de capitalización empresarial.
En tercer término hemos de conseguir que el crédito llegue a las familias y las empresas, resolviendo la crisis financiera.
En cuarto lugar, existe paro por falta de formación adecuada a lo que solicita el mercado. Habría que reciclar y desarrollar una buena Formación Profesional.
Habría que pensar que también en resolver el paro estacional en invierno, para la gente que trabaja en el turismo o en la agricultura
Hemos de incentivar con ayudas públicas la contratación de jóvenes y parados de larga duración. En definitiva, un conjunto amplio de medidas públicas y privadas.
– ¿Bajar el coste del despido puede ser la solución para el paro?
– Honestamente, creo que no. El paro generalizado no se solucionará hasta que salgamos de la crisis y para ello habría que realizar este conjunto amplio de medidas que he comentado.
– ¿Habrá generaciones que no se podrán volver a reenganchar al mercado laboral?
– Con políticas adecuadas, se podría evitar. Sin embargo, con las políticas actuales la recuperación se retrasará, será muy lenta y con mayores costes sociales.
– Comentaba antes que hay que mejorar la preparación académica, pero igual nunca hemos tenido generaciones tan preparadas como las de ahora.
– Es verdad, tenemos una tasa de universitarios buena, similar a la europea, pero hemos de hacer más en Formación Profesional, aquí es donde está el Talón de Aquiles de la formación. Hacen falta especialistas preparados. En los pasados años de expansión, muchos jóvenes no se dedicaban a estudiar porque la construcción les contrataba fácilmente. Hay una bolsa de gente que no se ha preparado y éstos son los que reciben más las consecuencias de la crisis. Junto a ellos existen un conjunto de jóvenes muy preparados que también observan dificultades para encontrar empleo.
El euro
– Algunos economistas como Manel Castells piensan que no es viable ¿Qué futuro le ve al euro?
– El euro es nuestra moneda común y, en un momento de crisis y tensiones en los mercados financieros, permite cierta estabilidad económica. Sin embargo, las posibilidades futuras de la Unión Europea dependen de las políticas que se hagan ahora. Si se hacen políticas restrictivas, y se impone a países como España o Italia el equilibrio de sus presupuestos públicos en tres años, eso no es posible hacerlo, ni conveniente.
Europa tiene que recuperar el sentido colectivo, que permitió medidas compensatorias y sociales, como la existencia de los fondos estructurales. Si Europa pierde su proyecto político y social, podrían desarrollarse cada vez con más fuerza movimientos antieuropeos y se provocaría un atraso histórico. Hay que construir más Europa, pero más social y con más democracia política.
– Sería un desastre.
– Sería un retroceso para este país y para Europa. Hemos de relanzar el proyecto de Europa, hoy liderado por la derecha conservadora, hacia una Europa con mayor crecimiento, hacia una Europa más social y con mayor nivel de transparencia y democracia en las instituciones europeas.
– ¿Podemos acabar con alguna noticia positiva?
– Podemos decir que, en términos históricos, las posibilidades de una sociedad más justa, más solidaria, son hoy mayores que antaño.
Durante el siglo XX, el PIB mundial ha crecido más que la población del mundo. En consecuencia, el PIB per cápita mundial ha aumentado.
En España, desde 1960 hasta la actualidad, el PIB per cápita se ha multiplicado por 2’5. Es decir, a todo españolito, cuando nace, le toca más trozo de pastel. Es muy buena noticia.
Ante el gran desarrollo de la productividad en la sociedad actual, los problemas no son tanto de producción, sino más bien de distribución de la renta y de respeto ecológico. Aumenta más la producción que la población y ésa es una muy buena noticia porque no ha pasado siempre así. En épocas pasadas, los aumentos de la producción podían ser, en ciertos períodos, inferiores o iguales al crecimiento de la población.
– El problema no es de producción sino de distribución…
– Exacto. Si fuese de producción, tendríamos un gran problema, pero es de distribución, ésta es la buena noticia. El sistema capitalista tiene un gran poder de crecimiento, pero a su vez el capitalismo es un sistema que provoca una distribución muy desigual de la renta y a su vez genera graves desequilibrios ecológicos. En segundo lugar el sistema capitalista es un sistema cíclico y los economistas no hemos encontrado la solución para evitar las crisis. Los economistas sólo sabemos, si actuamos correctamente, moderar los ciclos, pero no evitarlos.
– ¿Cómo la actual crisis?
– Si no hubiese intervención pública, las crisis serían aún más intensas. El problema es que el sistema capitalista, por sí mismo, tiende a concentrar la riqueza en unos pocos y la pobreza en otros muchos. Los conservadores afirman que cada uno tiene la renta que se merece según lo que aporta al mercado y que, si hay diferencias sociales, éstas constituyen un incentivo para la superación personal. En consecuencia, no son partidarios de las políticas redistributivas.
– Son los neoclásicos monetaristas.
– Sí. Otros dicen que no hay igualdad de oportunidades y que el Estado ha de intervenir y mejorar la distribución de la riqueza. Es la visión socialdemócrata o keynesiana. O bien que el Estado ha de intervenir para mejorar la distribución de la riqueza, y para realizar transformaciones sociales. Es la visión crítica.
Por nuestra parte, vemos la necesidad de intervención de los poderes públicos para redistribuir la renta y garantizar una vida digna a todos los ciudadanos.
– ¿Puede poner un ejemplo de la distribución de la riqueza?
– Estamos viendo que en Europa, a pesar de los problemas, el 20 por ciento más rico de los europeos tienen el 42 por ciento de la renta y el 20 por ciento más pobre tienen el 9 por ciento de la riqueza. La relación es de 1 a 4,5. En cambio, en Estados Unidos, el 20 por ciento más rico tiene el 52 por ciento de la renta y el 20 por ciento más pobre tiene el 5’5 de la renta. La relación es de 1 a 9. Se demuestra que cuando el Estado no interviene, las diferencias de renta son más grandes. Europa, con Estado del Bienestar, tiene menos diferencias sociales que Estados Unidos, que tiene menos Estado del Bienestar.
La buena noticia es que tenemos capacidad para vivir todos bien, si la distribución de la renta es menos desigual, aunque debamos resolver otro problema fundamental: la sostenibilidad ecológica.
El Estado del Bienestar ha permitido cierta igualdad de oportunidades, prestación de servicios públicos sociales universales, cierta redistribución de la renta. El progreso consiste en defenderlo y ampliarlo en beneficio del conjunto de la población.