José Ángel Valente (1929-2000) emerge como una de las figuras más significativas de la poesía española contemporánea, representando una voz única que trasciende las clasificaciones generacionales convencionales. Aunque se le suele vincular con la Generación del 50, su obra supera los límites de esta categorización, estableciendo un diálogo profundo con la tradición mística y la modernidad poética.
Nacido en Ourense, Valente desarrolló desde temprano una sensibilidad particular hacia el lenguaje y sus posibilidades expresivas. Su formación académica en las universidades de Madrid y Oxford le permitió construir una base sólida de conocimientos literarios y filosóficos que más tarde influirían decisivamente en su obra. Como señaló el crítico José Luis Cano: «Valente representa la confluencia entre el pensamiento crítico y la creación poética más pura.»
Su pertenencia a la denominada Generación del 50 se establece más por cronología que por afinidad estética. Mientras sus contemporáneos como Gil de Biedma o Ángel González optaban por una poesía de corte más social, Valente emprendió un camino hacia la esencialidad del lenguaje. En su obra «Punto cero» (1972), escribe:
«Las palabras crean su propio espacio.
No hay más espacio que el de las palabras.»
La poesía de Valente se caracteriza por una búsqueda incesante de la palabra esencial, despojada de todo ornamento innecesario. Su evolución poética muestra un progresivo desprendimiento de lo anecdótico para alcanzar una expresión más depurada y metafísica. Como él mismo afirmó en «Las palabras de la tribu» (1971): «La poesía no es comunicación, sino conocimiento.»
Sus referentes literarios son diversos y profundos. La influencia de los místicos españoles, especialmente San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, es fundamental en su obra. También bebió de fuentes como la cábala judía, la poesía moderna francesa (Mallarmé, Rimbaud) y la tradición oriental. El poeta mexicano Octavio Paz reconoció en Valente «una de las voces más lúcidas de la poesía contemporánea en lengua española.»
En «Material memoria» (1979), Valente escribe:
«La memoria nos abre luminosos
corredores de sombra.»
Su relación con el mundo fue compleja y marcada por un profundo compromiso ético e intelectual. Vivió gran parte de su vida en el extranjero, principalmente en Ginebra y París, lo que le permitió mantener una distancia crítica con la realidad española de su tiempo. Esta perspectiva exterior enriqueció su visión poética y su comprensión de la realidad.
La importancia de Valente en la poesía española se fundamenta en varios aspectos cruciales:
1. Su renovación del lenguaje poético: Desarrolló una poética de la desposesión, donde el silencio y lo no dicho son tan importantes como la palabra.
2. Su integración de tradiciones: Supo conjugar la tradición mística española con las corrientes más innovadoras de la poesía moderna.
3. Su rigor intelectual: Combinó la creación poética con una sólida reflexión teórica sobre la naturaleza de la poesía.
Como ejemplo de su influencia perdurable, el poeta Antonio Gamoneda ha señalado: «Valente nos enseñó que la poesía es, ante todo, un ejercicio de conocimiento y verdad.»
En «No amanece el cantor» (1992), una de sus obras más maduras, escribe:
«Cuando ya no nos queda nada,
el vacío del no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.»
Su legado sigue vivo en la poesía contemporánea. Poetas actuales como Ada Salas o Miguel Casado reconocen su influencia fundamental. La Universidad de Santiago de Compostela mantiene la Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética, dedicada al estudio y difusión de su obra.
Valente representa la culminación de una tradición poética que busca en la palabra no solo un medio de expresión, sino un instrumento de conocimiento. Su poesía, como señaló María Zambrano, «no describe el mundo, lo revela.»
Esta voz singular, que supo combinar la tradición con la más radical modernidad, la reflexión filosófica con la intensidad lírica, permanece como uno de los testimonios más valiosos de la poesía en español del siglo XX. Su obra continúa interpelando a nuevas generaciones de lectores y escritores, confirmando su posición como una figura fundamental en el canon de la literatura española contemporánea.
[Fuentes consultadas: «Obras completas I. Poesía y prosa» (2006), «Diario anónimo» (2011), entrevistas en «El País» y «ABC», estudios críticos de Claudio Rodríguez Fer y Andrés Sánchez Robayna]
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.