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Ilustra Evelio Gómez.

El rey vuelve a ser noticia. Esta vez no se trata ni de amantes, ni cacerías, ni salidas de tono, ni negocios opacos, ni tropezones, ni cuñados imputados, ni elefantes sino de una nueva operación. Los medios llenan portadas, minutos de noticias, declaraciones… sobre la próxima intervención quirúrgica de «su majestad» la cadera real izquierda.

La información coincide con la publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de una nueva medida de copago farmacéutico. A partir de ahora, enfermos de cáncer, leucemia o hepatitis crónica, no hospitalizados, tendrán que pagar el 10% de la medicación que recojan en los hospitales. Una decisión que golpea no sólo a quienes menos tienen sino a enfermos graves o crónicos, de cuya vida depende medicarse. Las Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública afirman que dicha medida aumentará la mortalidad entre los más pobres con problemas agudos de salud. La crisis y la falta de recursos son la excusa perfecta para imponerla.

Las limitaciones presupuestarias, pero, parece que no afectan al rey con quien no se escatiman recursos para su operación. El considerado «número uno mundial» en cirugía de cadera, Miguel Cabanela, venido expresamente de Estados Unidos, donde trabaja en la Clínica Mayo, dirigirá la operación, y es quien lo ha examinado. Tal vez, nos podría pasar su presupuesto. Otros ciudadanos podrían precisar de sus servicios, y sería todo un detalle incluirlo en las prestaciones de la seguridad social.

El rey, y toda su familia, nos salen muy caros. No sólo pagamos operaciones de cadera, de las que don Juan Carlos lleva ya unas cuantas, sino, también, viajes al extranjero, personal (secretarios, mayordomos…), mantenimiento y conservación de palacios, guardia real, vehículos oficiales y un largo etcétera. Y cuando pedimos las cuentas, vemos que la factura nos sale muy cara, y eso que no incluye todo el gasto. En el 2013, la Casa del Rey recibió 7,93 millones de euros, sin incluir las partidas de los ministerios de Hacienda, Interior y Defensa.

En el Estado español tenemos el triste honor de ser una de las 29 monarquías que quedan en el mundo. La crisis debería ser una muy buena oportunidad para replantearnos el tema. Juan Carlos, ¿por qué no te vas? Y de paso te llevas a la familia entera, desde el cuñado que nos ha robado, a la princesa mantenida en Suiza, cuyo traslado nos va a costar una fortuna, a tu señora la reina, a tu hijo… No somos súbditos ni vasallos y no queremos monarcas ni príncipes ni princesas. Adiós, y no vuelvas nunca.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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