Da la sensación que los líderes procesistas, ante unas hipotéticas elecciones otoñales, tienen pavor a perder ciertos privilegios acaparados la última década tras constatar que buena parte del independentismo está harto del llirisme y la revolució dels somriures, y que ya no comulga con eso que llamaban procés. Al menos, así lo evidencia la obscena aparición de Oriol Junqueras en el prime time de TV3 este domingo por la noche.
El cabecilla de Esquerra se sometió a una nueva sesión de friegas y caricias a cargo del siempre dispuesto a la par que torpe Vicent Sanchis. Lejos de hacer autocrítica o de reconocer algún error -está condenado también por malversación- se presentó de nuevo como la eterna víctima. Según manifestó, él es “honrado y buena persona”. Es más, según su criterio, “todo el mundo” sabe que lo es. Argumento que seguramente le eximiría ante cualquier tribunal…
Tras insinuar que la maldad habita en otros partidos (refiriéndose claramente al PSC, de los que dijo que no le aguantarán la mirada), desmintió en varias ocasiones que sus relaciones con Puigdemont estén completamente rotas. De hecho, dijo que son “muy, muy, muy cordiales” y remató diciendo que “hablamos de todo dos o tres veces por semana, incluso de la familia”. En este sentido, catalogó de falacias las informaciones que dan por finiquitado su relación con el de Waterloo: “las mentiras de los demás son inútiles ante la verdad”, dijo henchido.
Efectivamente, su estrategia no es otra que tratar de hacer creer a la opinión pública que el independentismo que él y sus cipayos representan es sólido, unitario y solidario con sus compañeros, independientemente que estos sean eugenistas, liberales o ultras conservadores, o que simplemente le hayan apuñalado por la espalda o, directamente, sodomizado. La realidad es otra y así se ha podido constatar desde el principio de esta legislatura.
Oriol Junqueras también hizo hincapié en que ha estado en la cárcel por “defender las ideas que he defendido siempre” y, añadió que “la prisión no se debería desear a nadie”. Afirmaciones algo contradictorias si recordamos que el mismo gobierno en el que ERC ostenta la vicepresidencia y varias conselleries sigue presentándose como acusación en los casos abiertos contra independentistas.
Els 9 de Lledoners (precisamente protestaban contra su encarcelamiento), participantes en las movilizaciones post-sentencia (llegaron a pisar la cárcel de Quatre Camins), o el caso Eloy, detenido en la huelga general del 21F, donde la Generalitat recurrió su absolución, son algunos ejemplos.
Desafortunadamente, desconocemos si el personaje en cuestión es o no buena persona, pero lo que está claro es que destila bastante hipocresía. Aunque también, según se mire, puede que en el fondo de su ser habite ahora un resentimiento incontrolable que lo haya convertido en un mero cínico.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.