“Nos une la improvisación y la pasión por reinterpretar la música permanentemente”
“Nos une la improvisación y la pasión por reinterpretar la música permanentemente”
“Es como un segundo primer disco”, reflexiona en voz alta Marc Sahún (bajo eléctrico y contrabajo) al diseccionar “Persones”, el segundo disco de Kibo, en el que la banda se ha reformado totalmente a excepción de su alma mater, Alfred Tapscott (ahora en Estados Unidos por motivos laborales). Junto al batería Jaume Yelo, Marçal Ayats y Kathy Sey y numerosos colegas de profesión han construido una obra ecléctica e inclasificable, a veces moderna, en ocasiones clásica e incluso grunge, con pop, rock, jazz…Una variedad espontánea que les aleja de la moda de la fusión confusa y del mainstream y que sacará de quicio los amantes de compartimentos y etiquetas. Originalidad como sinónimo de búsqueda e inconformismo, no de extravagancia ni de obsesión ególatra por diferenciarse. La música entendida como un todo en el que cada parte es imprescindible.
¿Por qué decidís hacer un disco hablando de personas? ¿Son un reflejo de la gente anónima o son personas que conocéis y sus historias reales?
Marc: Mitad y mitad, nos inspiramos en personas porque las letras salieron en esta dirección, la mitad de las personas son reales y la otra mitad personas ficticias pero que representan casos que podrían ser reales. El tema ‘Esther’ está dedicado a Esther Quintana, aunque está dedicado también a cualquier persona que haya sufrido una agresión policial.
¿Poner nombres de personas a las canciones es la manera de hacer más auténticos sus sentimientos? Quizás las personas con nombre y apellidos son las grandes olvidadas de la crisis…
Marc: Sí, el disco se llama así con esta intención, para reflexionar y darnos cuenta que somos personas, vivimos vidas y cuando vas por la calle todo el mundo con el que te cruzas lleva una historia. Podríamos haberle llamado ‘Un café con leche a solas’ o ‘Mañana de invierno’.
Jaume: En el momento actual reivindicamos el papel de las personas, es todo tan efímero que parece que lo que menos cuente sean las personas, reclamamos que lo importante son las personas, eso está en el concepto del disco.
¿El disco trata de la necesidad de huir del miedo?
Marc: Sin duda, lo pide a los cuatro vientos, pide salir del miedo y de ese hermetismo, banalización y artificialidad en la que nos están intentando meter y en la que mucha gente de diferentes sectores de la música estamos cayendo.
En una entrevista dijisteis que vuestra intención era “transmitir emociones de manera ecléctica y lejos de prejuicios”. ¿Los tenéis?
M: Prejuicios no, lo de ecléctico lo dijo Alfred porque es como se autodefine, es cierto que Kibo, musicalmente, tiene un punto de eclecticismo, tú viajas por el primer y el segundo disco y no es fácilmente clasificable, aunque yo de hecho no creo en las etiquetas musicales. No tenemos prejuicios, quizás al contrario, querríamos un mundo sin ellos, todos tenemos más de los que pensamos aunque nos guste creer que no.
¿Qué evolución o mejoras notáis respecto a ‘Racons’?
M: Quizás la palabra no es evolución, sino cambio, transformación y quizás maduración. Hay que tener en cuenta algo muy importante: que de las personas que hicieron el primer disco a las que hicieron el segundo, Alfred es el único que repite. Es difícil hablar de evolución ya que no hay un mismo punto de partida.
J: Tenía que haber un cambio natural, la banda era otra, este segundo disco ha sido una obra más coral. El primero fue una obra más personal de Alfred que quiso compartir con una banda, y éste ha sido un proyecto de banda creado con la banda desde cero, todos hemos ido participando en la evolución musical, de las letras y de la creatividad en general. Nosotros hicimos la presentación del primer disco, pero ya estaba cocido, nos dedicamos a hacer la gira como promoción. Kibo ha evolucionado mucho, porque hemos incorporado la voz femenina de Kathy y se nota muchísimo. De hecho, seguramente en el primer disco ya notamos mucho el cambio a la hora de tocarlo en directo, cuando empezamos a hacerlo ya no sonaba igual, sonaba como la banda que éramos, sonaban los temas más potentes y al final han quedado canciones más intensas y con bastante más fuerza que en el primer disco.
¿A la hora de componer, Alfred venía con una idea y la consultaba o lo habéis hecho entre todos?
J: Ha habido de todo, muchas veces él tenía una idea y a partir de aquí la tocábamos y todos la moldeábamos, el disco se ha ido cocinando a base de ensayos y planificaciones y cada uno aportando lo que ha podido. Mucho consenso y mucho trabajo en común.
¿Teníais el primer disco como referencia a la hora de grabar?
J: Quisimos hacer un segundo disco sin ningún prejuicio respecto a lo que habíamos sido, y ha sido algo muy diferente ya sólo por la cantidad de gente que ha participado. Hemos querido hacer algo nuevo.
M: Podemos considerar este disco como un segundo primer disco.
El disco cuenta con la colaboración de muchos músicos (Nyandú, Toni Mena, Bonobos, Laura Cruells, Eclectic Colour Orchestra…). ¿Habéis ido a buscar algo concreto en cada uno?
J: En ciertos momentos sí, es muy claro el caso de Toni Mena, buscamos aquel momento porque allí iba un solo de guitarra como el suyo, en directo no somos muy guitarreros, Alfred es más pianista y pese a eso buscamos alguien que nos aportara esa parte de guitarra eléctrica. O en el caso de la orquesta es evidente, buscábamos el toque clásico sin dejar de ser modernos porque los arreglos son modernos, tienes oboes, clarinetes…Buscamos instrumentos clásicos para rellenar un proyecto, moderno y casi grunge en ciertos aspectos.
M: Hemos tenido la gran suerte de contar con la colaboración de gente muy buena con sus instrumentos, poder llamar alguien, proponerle, que acepte encantado, te lo haga en casa y te lo envíe es una inmensa fortuna.
¿El hecho de disponer de tantos colaboradores dificulta remar hacia la misma dirección y conseguir un sonido homogéneo?
J: No, porque el núcleo de la banda, que somos cinco, está muy claro. A partir de aquí pensamos como podíamos ampliar eso sin traicionar la base, intentamos que los temas sonasen a nosotros mismos, que tuvieran entidad propia y pudiéramos defenderlos en cualquier sitio, intentamos rellenarlo sin perder la esencia, en realidad las colaboraciones no son más que producción de todo lo que ya había.
¿Y cuál es la esencia del grupo?
J: Si hablamos de referencias serían Sigur Ros y Damien Rice.
M: Una de las grandes magias, que por eso Alfred habla de eclecticismo, es que en casa cada uno escucha cosas bastantes distintas, desde world music a jazz pasando por todos los estilos y eso nos enriquece.
¿El punto ecléctico es el reflejo de vuestros gustos u obedece al hecho de querer llegar a más público?
M: No, ha surgido así y nos encanta. Que no suene falso: no hay una orientación comercial, somos así.
J: Es tan fácil como mirar el currículum de cada uno de nosotros, uno parte del clásico, otro del moderno, otro del mestizaje… Son mundos totalmente distintos y eso es lo que ha hecho que lleguemos a este punto.
¿Hay influencias comunes que hagan de nexo entre vosotros en este disco?
M: Seguro, pero no las hemos discutido, no es un tema de sobremesa. Lo que tenemos en común es que desde el primer día que entré en el local de ensayo me sentí como en casa, había una química y una conexión tocando… estábamos creando un lenguaje común, no sé si veníamos de un lenguaje común, rebuscando encontraríamos muchas influencias comunes pero no es algo que nos inquiete.
J: Una de las razones por las que el disco haya salido ecléctico es que todos somos muy abiertos musicalmente. Cada uno podía proponer algo y el resto lo acogía con muy buenos ojos, cada uno es muy abierto y para el grupo es muy bueno, otros pensarán que es mejor ser estricto con el estilo y mantener una misma línea, a nosotros nos encanta que nos hayan salido temas tan distintos.
¿Cuál es este lenguaje común, en qué se basa?
M: En entender la música como un todo, como una manifestación, una capacidad de comunicación.
J: Es algo más instintivo que meditado, como músicos podríamos centrarnos en teorizar en lo que hacemos pero al final lo que cuenta es si las canciones que hacemos nos emocionan, llegan e impactan, entonces es cuando nos gusta lo que hacemos. Intentamos hacer lo mismo que hace la gente en su casa cuando escucha música: que te llegue, independientemente de que esté más o menos elaborada, eso es lo que nos interesa, si te cautiva. Eso nos interesaba a la hora de empezar el disco. Lo que nos une es la música improvisativa, lo importante es improvisar, lo hacemos en directo y cada uno puede aportar lo que quiera, y no estamos cerrados a evolucionar las músicas en cada concierto, nos gusta evolucionar constantemente, Alfred y yo venimos del jazz y eso, quieras o no, te aporta esa capacidad de inventiva constante, de no centrarte en aquello que ya hiciste sino buscar cosas nuevas, si algo nos une es esa música improvisativa, a la hora de hacer el disco era curioso porque los temas iban cambiando y llega un punto en el que tienes que decir ‘basta’. En directo lo continuamos haciendo y lo continuaremos haciendo.
M: Nos une el gusto o la pasión por reinterpretar la música permanentemente, no tocamos la canción tal cual es, las canciones están vivas, a veces una sonrisa puede cambiar el devenir de un tema en directo, eso nos une, otros grupos quizás discutirían, a nosotros nos gusta eso.
Teniendo en cuenta que no sois amigos de etiquetas ni clasificaciones, si tuvierais que convencer de ir a un concierto de Kibo a alguien que no tuviera ninguna referencia vuestra, ¿qué le diríais?
J: Intentamos meterlo en el saco del pop-rock porque es muy amplio pero…no podríamos hablar de jazz porque no hacemos jazz aunque hay muchas influencias que pueden recordarte a ciertas músicas improvisativas o al jazz, porque hay armonías elaboradas, solos y no te puedes ceñir al pop-rock.
M: Un programa de TV3 nos definió como pop+rock+jazz, no es que estemos radicalmente en contra de las etiquetas pero por suerte la música está empezando a democratizarse y entonces la gente puede beber de muchas fuentes. Los referentes empiezan a ser muy variados y las músicas ya no son pop, rock o reggae sino que un autor o una banda puede hacer un reggae pop soul, no es descabellado, es como mezclar cosas en la cocina que hasta ahora eran inconcebibles. Quizás bebemos de la clásica, del jazz, del rock, del pop y de los románticos del siglo XIX ¿y dónde está la cuota de cada estilo? No lo sabemos ni nosotros.
Mucha gente ha subido alo tren de la fusión y ha mezclado cosas sin sentido y la fusión tiene que tener un criterio detrás.
J: Yo tuve un maestro que decía que, por ejemplo, para poder fusionar flamenco y jazz tienes que conocer ambos estilos, porque si sólo conoces uno de ellos harás cualquier cosa menos fusión, si sólo conoces jazz y no el flamenco, estarás haciendo jazz pero con alguna reminiscencia que te suena del flamenco. No es fácil hacer fusión, en caso contrario estás haciendo lo mismo pero con aires de otra música que te interesa.
En la mayoría de discos hay canciones de relleno, en cambio vosotros tratáis cada tema con detalle y mimo, sin jerarquías, parece que concibáis el arte como artesanía…
M: Es indiscutible que cada canción la hemos cuidado como única, como una pequeña joya a nivel de pequeñas emociones nuestras que nos encanta compartir y que si a la gente les gusta, mucho mejor. Este planteamiento existe, pero como músicos y públicos somos conscientes que hay temas que tienen más gancho o más punch comercial que otros.
J: Nos hemos dado cuenta una vez ya habíamos sacado el disco, no ha sido nada buscado.
Entre la composición y la grabación han pasado casi dos años. ¿Eso responde al hecho de querer madurarlo, a que costaba encontrar tiempo para reuniros o para encontrar el sonido exacto?
J: No teníamos ninguna prisa para hacer el disco y como teníamos los medios para hacerlo tranquilamente…muchas veces los grupos no pueden, porque si pagas un estudio, tienes unas horas determinadas en el estudio y debes que exprimirte al máximo, ceñirte a esto y al final el disco es el resultado de lo que se puede. Y nosotros queríamos que realmente sonara como queríamos. Ir cocinando las canciones y consensuarlas entre todas, poner o quitar cosas ha sido fruto de todo este tiempo que hemos tenido, de otra manera no hubiéramos quedado tan contentos.
M: Ni prisas ni urgencias, teníamos claro que cuando los temas estuvieran terminados, era el momento en el que vieran la luz, no antes, tener el estudio de Alfred nos lo ha facilitado mucho.
¿En esta ocasión habéis puesto o quitado cosas?
J: Es evidente que en este disco hemos puesto mucho y a veces empiezas a poner cosas y quizás no es la manera. Cogiendo referentes como Sigur Ros tienen temas que parecen sencillos pero que en realidad son sobreproducidos, hemos intentado rellenar un tema de detalles que quizás no son perceptibles pero que sumados dan un producto mucho más lleno.
Las letras parecen estar concebidas como poemas, en algunos casos breves. ¿Hasta qué punto esta intención poética está al servicio de la música?
M: Las letras nacieron al servicio de la música, eran historias que hablaban de hechos y personas y tenían que adaptarse a un molde que ya estaba preconcebido, en la mayoría de los casos ha sido así. En otros casos, Alfred tenía precomposiciones de hace años y se ha hecho un juego de reconstrucción. Músicas a las cuales se les ha puesto la letra y ha sido un lujo.
El disco se ha financiado a través de una campaña de micromecenazgo. ¿La gente ha respondido?
J: De hecho tampoco necesitábamos mucho dinero, fue un proyecto a largo plazo y tranquilo para no intentar gastar mucho, el micromecenazgo salió al final para hacer las mezclas y el mástering, que es caro. En el primer disco lo hizo Alfred y en este caso nos interesaba que lo hiciera alguien de fuera, alguien que no estuviera viciado, que tuviera otra visión. A veces interesa tener alguien de fuera que vea lo que haces, por eso pedimos dinero para las mezclas y el mastering, tuvimos suerte y gracias a eso pudimos grabar el disco. Nos encantó la respuesta de la gente.
¿Se puede innovar en la sensibilidad, en la manera de emocionar sin recurrir a los tópicos o a ser demasiado almibarado?
M: Sí, creo que lo intentamos, no tenemos el objetivo de emocionar porque sería muy pretencioso, pero si emocionas y lo haces desde una faceta no comercial, eso nos haría sentir muy orgullosos.
¿Qué tal la experiencia con la nueva discográfica ‘Destil·lant Sorolls’?
M: Muy bien, son buena gente, gente trabajadora y respetuosa que no ha hecho ninguna ingerencia, en ninguna letra ni música, ni orden de las letras, todo el disco está hecho por nosotros, incluso la portada y el libreto. Nos lo han respetado todo. Surgió la oportunidad a raíz de una amistad, con gente con la que yo había tocado, gente de Always Drinking Machine Band, surgió la reunión y la oportunidad. Nos gustamos mutuamente. Les encantó el proyecto y decidieron apostar por nosotros.
¿Y cómo fue la grabación del videoclip de ‘Aisha’? ¿Salió lo que se había previsto?
M: La idea general sí es el video, pero intentas hacer cosas que al final no salen y tienes que comerte algunas escenas. Quedó un videoclip que parece de superproducción y no es así, lo hicimos nosotros como pudimos, Alfred y Maria Antolín tienen una pequeña productora, Conxita Productions, y pudimos hacer muchas cosas porque tenían ideas y material y a partir de amigos conseguimos ubicaciones, vestuario, otros actores, extras…Para nosotros el videoclip es una pasada, lo hicimos antes de terminar el disco y encantadísimos del resultado, parece un cortometraje y la prueba está en que el segundo videoclip, ‘Alba’, no tiene nada que ver, es mucho más simple, buscando la proximidad de la gente, que es el concepto del disco.
¿Os sentís una especie de rara avis en el panorama musical o el hecho de hacer algo único es una ventaja porque os puede diferenciar?
J: Lo que buscamos es hacer algo diferente y original aunque no es buscado, cada uno tiene sus influencias y lo que hacemos quizás no es lo más habitual pero tampoco nos gusta hacer algo muy sencillo. Intentamos buscar cosas distintas, sin transgredir mucho pero nos gusta ir más allá.
M: Es esta clase de diversidad que nos encontramos, sobretodo cuando tocamos, más que cuando componemos. Estamos muy vivos y abiertos musicalmente, esto hace que las propias canciones caminen por sí solas y te pidan variaciones, cambios… no hay una voluntariedad de que la gente diga que Kibo suena a Kibo, que estamos creando un nuevo camino o lenguaje, la propia inquietud nuestra y estar tan receptivos ha provocado eso, es una consecuencia del encuentro entre los miembros del grupo.
La música en catalán goza de muy buena salud, tanto cuantitativa como cualitativamente…
J: Eso parece. Más allá de que la cosa esté más o menos jodida, la gente consume música igual, y más música de aquí, hasta ahora parecía imposible porque parecía que lo bueno era sólo lo de fuera. Parece que la gente cree que aquí también se hacen cosas buenas y nosotros nos gusta porque intentamos hacer cosas buenas, nosotros somos humildes siempre pero intentamos hacerlo lo mejor posible y si se interesan por la música de aquí, mucho mejor. Como público y como amigos, tenemos muchos conocidos, hemos colaborado con Txarango, conocemos Els Catarres, nos gusta que les vaya bien porque les conocemos.
M: Es un placer haber tocado con amigos con los que empezamos en la base, en un local de ensayo húmedo y aceitoso y que ahora muchos de ellos estén tocando en grandes giras y festivales. Aparte de que hay una cultura musical que viene de muy lejos, hablamos de ‘rock laietà’… ahora por fin se están cogiendo los frutos del trabajo hecho por las escuelas de música, un buen trabajo, las primeras grandes generaciones de entre 20 y 40 años ahora empiezan a coger los frutos.
Quizás el pop folk de Manel o Els Amics de les Arts está ya un poco trillado y sería conveniente tirar por otro camino…
J: Parece que se ha explotado mucho y que vayamos a modas y la mayoría de gente por desgracia al final acaba escuchando lo que le dan, no lo que quieren, sabe un poco mal. Parece que sólo se escuche la moda del momento, empezamos con mestizaje, después rumba, ahora folk y vamos evolucionando poco a poco, esperemos que llegue un punto en el que la gente pueda llegar a escuchar lo que realmente quiere. También es un problema que todos los grupos que hay no llegan al gran público.
¿El público es ahora menos exigente y más conformista?
M: Desde la época romana hemos evolucionado muy poco en el sentido de consumo cultural, me sabe mal ser muy catastrófico pero creo que la gran masa, desde la época romana, ha consumido siempre lo que le han ofrecido, lo que se ha encontrado, lo que le han publicitado y hay muy poca gente que tenga esa inquietud de buscar, existe ese público por suerte pero la gran masa sigue el camino de consumir lo que se publicite.
¿Qué opináis de un grupo como Blaumut, que incorpora instrumentos clásicos?
J: Está muy bien, se han atrevido a un incorporar un violín o un chelo, y está muy bien que la música no tenga fronteras.
¿Y Antònia Font, que hizo de enganche entre el rock catalán y la escena actual?
M: A mí personalmente siempre me han fascinado las letras y Antònia Font es un grupo referente en este sentido, no se podría entender buena parte de donde estamos sin su preexistencia. Es una de esas bandas imprescindibles, seguramente Manel no se podría entender sin Antònia Font.
Ahora los conciertos son la verdadera prueba de fuego de los grupos, entre tanta oferta…
M: Yo estoy muy contento porque es en el directo cuando las bandas tienen que estar vivas, eso va por los que llevan 35 años viviendo de los créditos de una canción. Si yo descargo un camión y lo hago muy bien, y me lo dicen, y quiero vivir de los derechos de esta descarga durante 20 años o llevo un taxi, subo a alguien y llega puntual al aeropuerto no puedo vivir años de esto, me parece un despropósito que alguien quiera vivir de algo que haya hecho hace 30 años. La propiedad intelectual es otra cosa. En directo es donde las bandas tienes que foguearse y defenderse.
J: A mí sí que me gusta que ahora la gente puede llegar a escuchar cualquier cosa, antes la gente sólo escuchaba lo que le llegaba porque no había otras maneras de llegar para buscar esa perla que te interesaba y quizás comprabas un CD que quizás ni te gustaba. Ahora tenemos la oportunidad de escuchar muchas cosas para ir probando, eso da muchas posibilidades a las bandas y hace evolucionar la música, que la gente tenga acceso a estos músicos.
Da la sensación que hemos pasado de un extremo a otros: antes se decidía en un despacho los músicos que tenían que escucharse y ser considerados buenos y ahora cualquiera puede ser músico colgando temas en un Myspace.
J: Y seguramente no creo que sea malo si no fuera porque falta cultura musical en este país, si tuviéramos la cultura musical de otros países, que todo el mundo pudiera ser músico no sería un problema porque todo el mundo vería quién no lo es. El problema es que cualquiera puede colgar cualquier música o ruido en Internet y mucha gente pueda creer que tenga calidad y no la tiene. No es un problema de la difusión, de las redes, sino de falta de conocimiento musical, y la prueba está en que el ministro de educación se quiere cargar la música, esto ya dice mucho de un país.
Más que hacer conciertos, ahora estáis centrados en la difusión…
J: Sí, estamos en el proceso de promoción y esperamos sacar el directo de Kibo en DVD, que la gente sea capaz de ver en su casa lo que somos capaces de hacer.
¿El CD y el DVD son dos productos diferentes o complementarios?
J: Intentamos que sonara bastante como el disco, nos molestamos en conseguir los músicos para hacerlo. El resultado será muy chulo, la gente salió encantadísima del concierto, para nosotros fue un placer, esperemos que guste, es lo que hacemos en directo y nos gusta enseñarlo y que la gente pueda revivirlo.
¿Cuáles son vuestros proyectos futuros?
J: No nos lo hemos planteando, irá surgiendo, ahora estamos absolutamente centrados en que el disco llegue, no que guste porque eso no está en nuestras manos.
M: Sabemos que está gustando, en los pocos conciertos de presentación la gente ha salido encantada, hemos recibido comentarios muy esperanzadores pero somos conscientes que el disco no ha llegado a mucha gente y que queda mucho por luchar en este sentido.