Músico y escritor de profesión, Lluís Cabrera fundó Taller de Músics con el fin de hacer llegar una educación musical de calidad a todos aquellos que persiguen el objetivo de desarrollar su talento y dedicarse a este sector, siempre con la intención de eliminar barreras sociales y culturales. Hablamos con él sobre la evolución de su escuela, el estado en que se encuentra la cultura en España y la censura a la que se han visto sometidos los intérpretes recientemente.

Lluís Cabrera uno de los fundadores del Taller de Músics

 ¿Qué aportó Taller de Músics a la escena musical catalana y a la ciudad de Barcelona en el momento de su creación?

El año que viene ya serán cuarenta años desde la inauguración de Taller de Músics, yo tenía veinticinco y el año que viene tendré sesenta y cinco. Si tengo que destacar lo más significante, sería el cambio que supuso nuestro aterrizaje en estas calles, al principio en la esquina de Requesens con Cendra. Los primeros profesores y músicos que montamos el Taller no sabíamos que podía haber una demanda tan fuerte pero como los conservatorios no incorporaban como método de enseñanza el Jazz, la Música Moderna, el Flamenco, la Música Cubana, etc, nosotros al tirar por esa vía, respetando siempre que la música es como un idioma que, primero hablas y después escribes, esa creo que fue una aportación interesante.

 ¿Qué destacarías del sistema de enseñanza que habéis desarrollado a lo largo de los años?

La música entra por el oído, no puedes tener a una persona cinco años estudiando solfeo y luego darle el clarinete; el clarinete y el solfeo se hacen juntos y se toca en grupo, en combo, en un conjunto instrumental. Por lo tanto, se le da valor a la parte teórica, a la harmonía y al lenguaje musical pero también a la práctica y, ligado a eso, se le da mucha importancia a que profesores y alumnos estén en escenarios tocando: en plataformas, en festivales, en salas de conciertos, en eventos, en hoteles, donde sea. Y eso se ha hecho desde siempre.

 ¿De qué manera se transformó el barrio a partir de vuestra llegada?

Este barrio estaba fracturado totalmente por el hampa, era un barrio conflictivo, con problemas. Poco a poco fuimos ocupando plantas bajas y altillos, porque estos bloques todos tienen plantas bajas y altillos en diferentes locales. Tenemos 1500 m² diseminados en tres calles, Príncipe de Viana, Requesens y Cendra. Entonces, el ir contaminando digamos de cultura, de arte, de enseñanza, de música estos locales que estaban o bien cerrados o bien daban cobijo al hampa, provocó que el Ayuntamiento tuviera que intervenir en cierta manera en hacer las calles peatonales, en poner más iluminación… Esto se produce en torno al 90/92, coincidiendo con los Juegos Olímpicos, y nosotros hemos seguido siempre ampliando.

Además de esto, llevamos desde hace años tres proyectos sociales que se llaman Cabal Musical, Taller Obert i Refent Sintonies, que demuestran que la música es la excusa para que la gente joven vulnerable o que ha tenido problemas de prisión, enganches en droga, etc, se enganchen a la vida nuevamente a partir de la música porque tienen talento para ello y, por lo tanto, se ha descubierto que si tú te apasionas por algo, por un oficio, es posible que te incorpores a la vida, no que te estés matando en vida, que es distinto.

 ¿De qué forma influye la música en estos alumnos? ¿Cómo se les acompaña durante el periodo de aprendizaje?

En estos proyectos hacemos un acompañamiento no solo musical sino también con psicoterapeutas, con psicólogos, con monitores… Los profesores tocan con los alumnos, se les graban discos y se les hacen videoclips a aquellos que tienen más constancia y más capacidad, para que después puedan tener una carrera profesional. Varios han sido incorporados a la escuela y los tenemos en nuestro roster de management. También nos caracterizamos por tener un equipo de seis personas vendiendo conciertos, lo que decía antes “del aula al escenario”.

 ¿Cómo afrontáis la crisis actual y la constante falta de ventajas en el sector cultural?

Resistiendo, denunciando, pidiendo amparo jurídico a los estamentos europeos. Ya en el año 1999/2000 hicimos una denuncia contra el Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña que pasó un trámite y con el que al final se llegó a un pacto. Hubo un enfrentamiento muy fuerte, no solo por parte del Taller, aunque el Taller lo lideró mediante la denuncia, y luego vino detrás todo el sector y las diferentes asociaciones que existían. Porque la música popular estaba y sigue estando discriminada frente a la música culta. Aquí tenemos un problema muy grave; el mayor presupuesto de cultura que dedica la Generalitat de Cataluña y el Ajuntament de Barcelona va a lo que se llaman “contenedores públicos de cultura”: el MACBA, el MNAC, el Teatre Nacional, el Auditori, la Orquestra Simfònica, el Palau de la Música, el Gran Teatre del Liceu, etc, entonces… ¿los demás no tenemos vocación pública? ¿No hemos demostrado en cuarenta años que hemos transformado un barrio? Más inversión que se ha hecho aquí en locales que estaban triturados… insonorizar un aula es carísimo y se han insonorizado treinta, un club de música en directo y un auditori que es como un pequeño teatro. ¿Por qué desde iniciativas que parten de la gente, autónomamente e independientemente, no podemos tener vocación pública aún teniendo un pasado histórico que lo demuestra?

 ¿Has notado un cambio muy drástico en los últimos años?

Aquí hay un dilema, digamos que si algo define a Cataluña es que siempre han existido emprenedories, a pequeña o mediana escala. A los pequeños no nos tratan, no tenemos interlocución, no tenemos peso ni tenemos fuerza. La política no interviene y entonces te ves obligado a solicitar ayudas. No existe un sistema en el cual se analice entidad por entidad, institución por institución, y se diga “aquí por lo menos unas becas para los alumnos que no puedan pagar”, no para los de los proyectos sociales que ya tienen ayudas, hablo de los alumnos que tienen que trabajar de camareros los fines de semana y de las familias que tienen que hacer un esfuerzo enorme.

 ¿Influye esta incertidumbre hacia el futuro en el carácter y las aspiraciones de los jóvenes talentos?

La incertidumbre es la misma que tienen los periodistas, los fotógrafos, los arquitectos, los actores, los pintores, los literatos, los poetas, los mecánicos, los albañiles… es general. Las salidas profesionales en nuestro mundo son muy diversas, no solamente está el escenario, está la música para publicidad, la música para sintonías televisivas, para el teatro, para eventos… la música nos invade. Está el que se busca la vida y es más avispado, al margen del nivel que tenga, pero un músico bien preparado como interprete que no aspira a hacer su música sino que está al servicio de otros músicos que crean, que componen y que son autores tiene faena. Pero si eres autor de unos temas y quieres tocar solo tu música y vivir de tu creación eso es más difícil. Lo mismo les pasa a los escritores, no estamos peor que otros sectores.

 ¿Crees que existe la posibilidad de que esta situación mejore?

El problema es que no nos movilizamos. Si hay un problema de sanidad, la gente sale a la calle y protesta; si hay un problema de pensiones, los pensionistas salen a la calle y protestan; si hay un problema de transportes públicos, la gente protesta y hace reclamaciones pero en el mundo de la cultura, a excepción del teatro y el cine que están más protegidos, la música no clásica, al no haber movilización y presión no tiene la suficiente masa social como para crear realmente un lobby en el que tengas voz y voto en las mesas de negociación como tiene un teatro o un cine, donde cuando los presupuestos están aprobados se reúnen con los departamentos culturales y pactan cómo se reparten los presupuestos, cuánto va a lo público y cuánto va a lo privado. En la música esto no existe.

 ¿Cómo te sentiste al conocer la noticia del encarcelamiento del rapero Valtonyc debido a la temática y el lenguaje empleado en sus canciones?

Es algo de difícil digestión, no se puede entender. Ahora bien, ¿por qué no hay manifestaciones en la calle pidiendo la libertad de este hombre? No hay 300000 personas hoy movilizadas en ningún punto del Estado Español.

 ¿Cuál fue la reacción de los alumnos? ¿Se rebelaron o les causó miedo?

Los alumnos son gente combativa y muchos de ellos están metidos en asociaciones o en agrupaciones y se mueven bastante. Lo que ocurre es que, como el resto de profesiones, la profesión de músico es muy exigente, es decir, si tú no estudias cada día no llegarás a un nivel en el que seas competitivo para tener trabajo. Exige mucho tiempo y mucha dedicación y al exigirte tanto, si te despistas no apruebas y si no apruebas tus padres te dicen “¿Qué pasa aquí, hay que repetir, hay que pagar otra vez?” por eso nosotros exigimos becas para los alumnos cuyas familias no disponen de recursos. SI tuvieran becas también se sentirían en la obligación de estudiar mucho pero en un momento dado quizá se sintieran más libres de cara a no tener tanta presión familiar y poder salir a la calle y meterse en jaleos. En cambio, cuando los estudiantes universitarios se han manifestado sí que han arrastrado a gente de los centros artísticos pero los centros en sí no tienen ese poder de liderazgo por parte de alumnos y profesores. La Universidad aún tiene una marca de rebeldía. A parte, el volumen de alumnos es mucho mayor.

Habrá quien sienta miedo y habrá quien no sienta miedo. Aquí después de cuarenta años de tener unas libertades que se produjeron a partir de una transacción donde la izquierda clandestina era muy débil y estaba bajo presión del ejército, en el 81 se vio clarísimo, esta no ruptura con el régimen franquista ha dado pie a que después de no sé cuántos años aparezcan con virulencia movimientos de extrema derecha alentados por los propios que han mamado el franquismo en casa. Es decir, el aparato del estado franquista funcionaba dentro de una dictadura y ese aparato se hizo demócrata en una semana. Esto no se ha dado en ningún país y se está pagando.

 Sin embargo, muchas de las canciones por las que han condenado a Valtonyc fueron difundidas hace 5/6 años, pero las repercusiones llegan ahora. ¿Crees que su caso es el primero de muchos otros que están por venir?

A río revuelto ganancia de pescadores. Si implantas el 155, metes aquí a un montón de policía y dices que eso es normal, hay personas imputadas, gente en la cárcel y las instituciones catalanas son intervenidas… ahora va Valtonyc y todos los que tengan que ir. Creo que esto va a ser el principio del hundimiento del propio Estado como bloque extractivo que vive de concesiones, de lo público, de esa estructura de poder interconectada con el hampa. El 9 de noviembre de 1989 nadie se creía que el muro se iba a caer y el muro cayó. Esto se va a desintegrar y habrá que empezar desde el kilómetro cero. Ahora bien ¿cuándo? Eso no lo sé. Pero este desorden del poder judicial, este compromiso con el poder legislativo… si los cuatro millones de jóvenes que se han marchado del país volvieran mañana el Estado se hundiría.

 ¿Llegará un punto en el que será necesario restringir la libertad de expresión de las nuevas promesas si su postura se torna “demasiado polémica” o de lo contrario estos hechos desencadenarán una revolución cada vez mayor?  

Es lo mismo que en el franquismo. Para ser antifranquista tenías que pringar de una manera o de otra y te jugabas cárcel, tortura e incluso mucha gente murió. Había una población franquista que ha resurgido ahora pero también una parte que era afranquista y no es lo mismo ser “afranquista” que “antifranquista”. En momentos de debilidad como ahora, de ataque represivo, de autoritarismo por parte del Estado y de la imposición de la ley mordaza, habrá gente que se lanzará y gente que se retendrá.

 ¿Crees que hoy en día, grupos de los 80 como La Polla Records o Kortatu serían censurados por lo explícito de sus letras?

Claro, evidentemente. Tanto ellos como un grupo de Cornellà llamado La Banda Trapera del Río serían censurados por sus textos, y no solo por sus textos, también por la música. En aquella época se impuso el “ruidismo” y el hecho de que sonaran un montón de notas disonantes no estaba mal visto por la profesión pero ahora la profesión es más refinada. Mientras más sabes de música, cuanto mejor oído tienes, por un lado es algo muy positivo pero por otro te hace ser muy pulcro y mientras más fineza o aprendizaje social, universitario y formación artística adquieres, la música cada vez es más limpia. Y los pocos que se atreven a oponerse a esto palman, porque van contra ellos. Yo hice un disco cuando cumplí cincuenta años y luché muchísimo para que me lo prohibieran pero no lo logré porque claro, si me lo hubieran prohibido se hubiera vendido. Hice de todo, se lo mandé al Opus, a la Conferencia Episcopal Española… se llama “Hombre das Buba” e incluye el tema “Malaje”, si lo buscas ya verás la letra. Y sin embargo no me persiguieron.

 El papel de los cantautores y de la famosa “canción protesta” ha cambiado mucho.

La cantautoría está integrada en el sistema, como ciertos sindicatos, pero el Rap no y el Hip Hop tampoco, por eso son atacados. El estilo también influye. La cantautoría real y más antigua de España es el Flamenco, sin embargo, como el franquismo asoció la Copla andaluza a la canción española y el Flamenco, la gente se creía que era lo mismo Manolo Escobar que Camarón. Desde la transición no hemos logrado todavía que se entienda que el cante jondo, el cante grande, la guitarra o la danza flamenca no tienen nada que ver ni tuvieron nunca nada que ver con el franquismo. Hubo cientos de artistas, entre ellos José María Pemán, que era de Cádiz, que es donde más floreció el Flamenco y demás, que sí se acercaron al régimen porque para trabajar de artista en aquella época tenías que pasar un examen por el Sindicato Vertical y te daban un carnet, si no no podías trabajar. Hubo gente que se negó a tener esto y luego lo que nunca se ha reivindicado por ejemplo es la gente del Flamenco que se exilió, nunca se ha hablado aquí de Angelillo. La película “Las cosas del querer” trataba de un cantante de Copla que era homosexual y que fue perseguido y tampoco se explicó la historia de la gente del Flamenco que se enfrentó a la dictadura. Las letras del acervo popular que se canta en el Flamenco son brutales, hay auténticas joyas, lo que ocurre es que la mayoría cantan las mismas y no buscamos más. Quien destacó en buscar y profundizar muchísimo en todo esto fue Enrique Morente y cantaba letras que mostraban rechazo a cualquier poder.

 ¿Qué mensaje te gustaría hacer llegar a nuestros lectores a modo de conclusión?

Estamos en un momento en el que, como dijo Bauman, tenemos una sociedad líquida, que no es densa ni dura y creo, como ya he dicho, que tarde o temprano el Estado se va a hundir solo.

Comparte:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.