El fotógrafo Llorenç Melgosa, es un artista  con una visión global del mundo que le rodea, y   sin embargo sobresale cuando  fotografía lo cotidiano, lo cercano. Es un artista de lo glocal que hace que repensemos lo que no es exótico como algo extraordinario. Como historiadora y antropóloga  me apasiona la historia de la vida cotidiana, Melgosa hace de lo cercano un documento historiográfico pero un documento bello a los ojos.

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Conocí a Llorenç a través de Facebook, no sé qué comente de sus fotos que le gusto, no sé quién de los dos pidió amistad al otro. Como bien dice él mismo: la red es, además de un medio de difusión, un medio de hacer conocidos que con el tiempo pueden convertirse en amistades reales, esa amistades que puedes ver de vez en cuando y darles una abrazo. Otras veces se convierten en amistades simbólicas, que aunque nunca puedas conocer personalmente, acabas queriendo tanto como a los amigos y amigas con los que puedes tomarte el café con leche. Nosotros tuvimos la suerte de vivir en la misma ciudad así que de vez en cuando podemos tomarnos ese café o comer algo. Llorenç es un niño gigante con ganas de disfrutar de la vida zampándose un estofado de rabo de toro, mientras yo soy una sufridora de ensaladas. De  esta amistad, entre su imagen y mi literatura,  ha saltado también algún proyecto basado en sus magníficas fotos, proyecto que aún está en la fase “andasaberquesaledesto”.

Su última muestra es una colección de momentos del Camí de Sant Jaume.  Espolsant la Catifa es el resultado de su labor como hospitalero atendiendo a los pelegrinos. En sus momentos de descanso, la manera de sacudir las alfombras de su mente, fue la de sacar fotos de  la cotidianidad de los pelegrinos, de los objetos y de las arquitecturas del paisaje de la ruta.

Dentro de esta arquitectura fotográfica de la vida diaria, la obra  que me llamo más la atención e hizo que mi imaginación volara donde siempre vuela, es decir la literatura, fue Detritus. Posiblemente lo más cercano a la descripción cinematográfica del artista. En un mundo de identidades líquidas  donde todo se diluye habría que darles a estas fotos también un valor material, el valor de recuperar aquello que estamos dejando perder, que no se puede o no queremos recuperar, aquella parte de Lleida vieja que Llorenç convierte en antigua. Detritus no es una deconstrucción de la realidad, no es mera posmodernidad, es la construcción de algo bello a partir de un detrito.

Este empresario de la publicidad y la editorial es un enamorado de la fotografía desde muy joven,  desde el «Centre Excursionista de Lleida». Sus fotos panorámicas de la ciudad y de La Seu Vella son famosas y no necesita presentación en el mundo de la imagen lleidatana. Hoy se dedica casi full time a sus obras personales, a darles coherencia de proyecto y a visualizarlas en un contexto público en forma de muestras. Creo que ha escogido la mejor opción de vida, hacer lo que realmente le apasiona, plantarse delante de un paisaje rural o urbano, sorprender a un caminante o fotografiar un acto popular como las procesiones de Semana Santa de Lleida y darle, con paciencia y mimo al botón de su cámara, regulando, jugando y disfrutando de cada malabar con objetivos y filtros.

Os invito a pasearse por su web y a disfrute visual de lo que nos muestra su objetivo.

http://www.llorencmelgosa.com/galerias/exposicions/retalls-de-quotidianitat

Redactora en Revista Rambla | Web | Otros artículos del autor

Licenciada en Geografía e Historia (UdL) y Antropología (URV).

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