“Hasta antes de la transición democrática la atención psiquiqtrica se daba desde las grandes órdenes religiosas, san Juan de Dios, Benito Menni, y lo que era la atención pública funcionarial era de escala reducida, hasta ahora sigue siéndolo. Conforme se desarrolló la Seguridad Social se contempló el conjunto de la sanidad pero no se contempló la salud mental que de hecho dependía de las diputaciones que financiaban a las grandes órdenes religiosas. Ahora; lo que es la red pública de atención a la salud mental se gestiona por entidades no lucrativas; asociaciones, fundaciones y, se financian a través de convenios con la Generalitat”.
En Els Tres Turons, una de estas fundaciones sin ánimo de lucro, tanto jóvenes y adultos que padecen psicosis, esquizofrenia o trastornos de personalidad reciben atención Psicosocial pero esta fundación, ahora también, se empieza a ver afectada por los estragos de la crisis; los profesionales que trabajan día a día ahí saben de la importancia de su labor, que consiste en integrar a estas personas en la sociedad y en ese sentido, aunque se han tenido que enfrentar a realidades duras, también han obtenido enormes logros como la inserción laboral de los usuarios. Jordi Foix Robert, actual director, prefiere que a las casi 400 personas que atienden se les llame así: usuarios…
¿O clientes?
Particularmente el concepto de cliente no me gusta.
¿Pacientes entoces?
Si lo entiendes desde un punto de vista sanitario: paciente está bien. Pero es un usuario de un servicio como cualquier otro.
¿Cuál es el perfil de los usuarios?
Población en general jóvenes, adultos con dificultades graves de salud mental y exclusión mental
¿Asisten con frecuencia a la fundación?
La atención es diaria. Las personas vienen derivadas de centros de atención primaria; ambulatorios sectorizados de sanidad de atención psiquiátrica. Unos vienen tres veces a la semana y otros una vez a la semana.
Se quedan ahí, comen, duermen…
No porque nosotros reivindicamos el tipo de atención en el propio territorio y el vínculo con las familias. Desarrollan actividades con los psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales, talleristas, profesionales encargados de dinámicas de grupo, psicopedagogos. Contamos con dos tipos de programas: uno más psicopedagógico y más terapéutico y otro de formación profesional enfocado a la reinserción de tipo ocupacional en el cual se realiza un acompañamiento al usuario, previa mediación con algunas empresas, pero claro, ahora es una temporada muy mala.
Por la crisis; claro…nadie se libra…
A nivel de la inserción comunitaria laboral eso se nota. Nosotros teníamos acuerdos con pequeñas empresas que son con las que se establece mejor contacto. Iniciábamos en principio la relación a partir de los cursos de formación ocupacional y luego preguntábamos a estos empresarios si estarían dispuestos a aceptar un trabajador con discapacidad pero con un acompañamiento y nos encontrábamos sorpresas muy positivas porque contrataban a personas como a cualquiera de nosotros.
Una verdadera solución para mucha gente…
Sí: yo a veces pongo mi caso concreto: soy un dependiente, cada día pongo mi insulina por la mañana y por la noche y luego voy tirando. El día que no lo hago pues…muy mal. En relación a la inserción laboral si se siguen una serie de pautas, el resto del proceso no tiene por qué ser contradictorio, pero claro esto con la crisis se ha notado.
¿Cuentan con alguna alternativa?
Gestionamos una empresa de inserción que busca fortalecer convenios laborales de transición: la persona asiste durante tres años con acompañamiento pedagógico y al cabo de ese tiempo accede al mercado laboral. En ese sentido aquí hay modelos muy potentes: uno de ellos es Yogurt la Fageda ubicado en la Garrotxa y luego hay un vino que se llama la Olivera, que lo fabrican personas con discapacidades mentales. Intentamos buscar un tipo de formación más normalizada, para que no se remitan por ejemplo a… poner capuchones a los bolígrafos, aunque a decir verdad hoy en día siempre y cuando mantengas la dignidad, un trabajo por el solo hecho de hacerlo ya es mucho.
¿En este caso también hacen seguimiento?
Quedamos con el jefe de personal, en principio intentamos que haya la posibilidad de hacer el acompañamiento en el caso de que sea necesario.
Y después de tres años debe dejarlo…
Porque tiene que venir otro
¿Funciona? ¿Alguno ha encontrado trabajo?
En torno a un 40% encuentra trabajo; después de permanecer tres años en esas empresas de inserción. Pero si hacemos las estadísticas veremos que ese porcentaje ha descendido mucho, antes teníamos incluso una tienda en el mercado de Barcelona pero nos hemos visto obligados a cerrar.
¿En estos tiempos difíciles cuál es el problema que más se ha agravado?
El de la sostenibilidad económica ante las subvenciones, en concreto: los retrasos en los pagos desde el mes de julio. Cuando se hace un convenio con la administración pública el acuerdo es que, cada mes, paguen un tanto por ciento de este convenio. Si se reducen horarios y aumenta la población atendida y no aumentan los profesionales que acompañan al final se va resintiendo y produce un deterioro en la calidad de atención.
¿Qué porcentaje de la fundación se cubre con las subvenciones de la Generalitat?
Un 90%
¿Y cómo cubren los salarios?
Pasa a través de líneas de crédito que hacemos con bancos, entidades financieras, cooperativas de crédito, nosotros tenemos una relación con Coop57 cooperativa de servicios financieros, pero todo eso tiene un límite y más cuando empiezan a haber otras entidades con esta situación. Formamos parte de una partida de ajedrez. Las entidades como nosotros somos los peones y tenemos la capacidad que tiene un peón, te mueven, no eres tú el que se mueve. Hay quienes dicen que estamos en una crisis cíclica que ya escampará y renovará, en cambio para otros: estamos en una crisis de más profundidad, cuando dicen que desde Europa la política de Rajoy la está marcando el Bundesbank, y la política del Conceller de aquí la está marcando el Ministro de hacienda; de alguna manera estamos en una situación en la cual el dinero es cada ves más volátil: no existe, es un fantasma. Utilizamos un lenguaje que no sabemos qué quiere decir. Yo cuando me dicen que no hay dinero no me lo creo. ¿Por qué no se parte de las necesidades sociales? Al final todo es política. Ahora estamos sufriendo cambios de mucha profundidad. Hacia a donde irá esto: pues no lo sé. Cuando dicen que las clases medias están desapareciendo por ese tipo de políticas económicas lo que te están diciendo es que se está produciendo una globalización de la sociedad cada vez mayor. En épocas de crisis hay gente que hace grandes fortunas y a la vez la pobreza se agudiza y se produce un vacío.
En la salud mental con mayor razón…
En la medida que se vayan reduciendo las ayudas a ese tipo de población potencialmente se estará generando una situación de exclusión muy grande. Hace dos años la Asociación de Familiares de Enfermos Mentales de Cataluña realizó una encuesta con sus propios asociados, se llegó a la conclusión de que el modelo típico era una mujer viuda con 90 años y un hijo o hija de 60 años con un grave problema de salud mental; son núcleos familiares con un gran nivel de fragilidad, porque… qué pasa si la madre muere y se queda el hijo con esquizofrenia.
Al manicomio…
Pero es que ya no existe el manicomio y ese es el problema. Han ido reduciendo los servicios de larga duración pero no se han construido estructuras alternativas abiertas a la comunidad; residencias de tamaño medio, donde haya un nivel de acompañamiento más cercano.
Si siguen recortando tampoco se va a dar…
¡Ahí está el chantaje! Yo creo que de alguna manera se pretende volver a los sistemas de la caridad, de la beneficencia, del voluntariado, a la marató de la pobreza, que me parece algo indigno porque estamos hablando de un derecho a la sanidad, el modelo del Estado de bienestar es ese, derecho a la educación, a la sanidad; que cualquier persona tiene por el hecho de ser ciudadano, más allá del problema de salud que tenga, más allá de su origen. Ahora estamos en una regresión.
Es un completo retroceso…
Como si volviéramos treinta años atrás. Un modelo “muy interesante”, por decirlo de alguna manera fue el que se produjo en los años 70 en nueva York, cuando desaparecieron los hospitales psiquiátricos pero no se construyeron estructuras alternativas de atención. Al cabo de diez años hubo una situación de pobreza, de gente sin techo pidiendo y durmiendo en las calles con problemas psíquicos.
¿El futuro se ve aquí así?
Más que nada porque ese tipo de colectivo está en una situación de fragilidad poco reivindicativo, no están organizados en sindicatos ni cuentan con respaldo alguno, cada uno va por su lado, las instituciones por el miedo a que les quiten lo poco de subvención que les han otorgado dejan de lado la capacidad reivindicativa que podrían haber tenido hace algunos años; se está viviendo en una situación de clientelismo.
La institución se encuentra atrapada…
Es complicado.
Las empresas privadas podrían cubrir carencias…
Esto ya se hace. Lo que pasa que la atención privada en la salud mental es muy difícil porque no todo el mundo tiene una familia capaz de contener una situación personal muy frágil de crisis continua, y además es de una visión en el caso de la psiquiatría que es lo que más conozco muy de biomédica y la enfermedad mental no solo es biológica, tiene que ver con el entorno, con las relaciones, es muy del contexto.
No querrán volver al manicomio de ricos y pobres…
Saldrán instituciones privadas que las hay, se van a multiplicar porque se dan económicamente rentables. Los que no puedan pagar se quedarán en la calle o lo asumirá el Estado. ..Habrá una medicina para ricos y una para pobres. A nivel de servicios sociales puede ser más agresivo. Se buscará tipo de entidades en las que predomine no la atención social sino la reclusión por una parte y la sostenibilidad económica. Esto puede generar situaciones complicadas. Podemos volver a una situación grave.
¿Sin solución?
Vamos en función de como se desarrolle la crisis en general. Lo importante es seguir y defender un modelo de atención a las personas con dificultades que sea reconocedor de derechos, luego cada cual tendrá su visión más humanista en un sentido u otro, pero aquí hay unos derechos que se han de hacer efectivos cuando tienes una enfermedad, una dificultad, es como el derecho a la vivienda.
El Conselle Clavería los acusa de que no habéis hecho previsiones, no habéis ahorrado…
No: creo que bastante es injusto eso. En cuanto a las entidades que conozco hay un nivel de contención de saber lo que cuesta una cosa más que nada porque venimos de épocas peores; sabemos lo que es trabajar sin cobrar durante tres meses. A nivel de lo que sería la Europa de los 15, nosotros estaríamos en el furgón de cola y estamos desmantelando un modelo antes de haberlo llegado a construirlo del todo; pero también es cierto que se creó un sistema sanitario de mucha calidad.
Pero que se cae a pedazos…
A marchas forzadas. Y podemos volver a la situación de lo que era la supervivencia por la beneficencia, por el voluntariado, pero eso es una pérdida socialmente hablando. Hace cinco años se aprobó la ley catalana de serveis social que convertía en universal la atención pública social, es una ley que se aprobó pero ¡todo el mundo se ha olvidado que existe! También el problema es que se aprobaron leyes sin saber si se aplicaban o no.
Ahora se van a presentar los nuevos presupuestos en septiembre…
El tema es que esté presente lo que es la atención social en los presupuestos. No paramos de tener conversaciones con la Conselleria y el movimiento asociativo está muy organizado, tiene bastante cancha en los medios de comunicación.
Narrador, guionista y editor.