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Son muchos los que todavía recuerdan el revuelo internacional que se produjo cuando el Parlament de Cataluña aprobó una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que prohibía las corridas de toros. Por aquel entonces, sólo se realizaban en la Monumental y los abolicionistas recuerdan que la ILP no hizo más que acabar con una excepción de la ley de protección animal. Excepciones que ya no se daban en territorios como Canarias y que a los partidos estatales pro taurinos les cuesta respetar.

Una lucha de poder que muchas veces nada tiene que ver con la tauromaquia en sí ni con el sufrimiento del animal. Eso es lo que exponen desde Galicia Mellor Sen Touradas, plataforma que agrupa al movimiento animalista que promueve la abolición en esta comunidad. Su portavoz, Rubén Pérez afirma con rotundidad que se mantengan las corridas de toros en Pontevedra y Coruña –únicas ciudades donde se realiza esta actividad- tiene más que ver con clasismo que con una afición real. “Se regalan entradas e inclusos son muchos los que se quedan fuera en las peñas taurinas pontevedresas”. “Son modos de expresar a qué clases social se pertenece”, explica.

Un argumento que dieron la vuelta los taurinos catalanes para asegurar que el componente político e ideológico estaba detrás de la petición de prohibición. “Dijeron que no habíamos pedido la prohibición de los correbous al representar a la cultura catalana, como contraposición a la española en las corridas”, indica Leonardo Anselmi, uno de los promotores de la ILP catalana con marcado acento argentino. “Lo que ocurre es que la tauromaquia muere de sinceridad”, alega, destacando el hecho de que la mayoría de las fiestas populares donde se maltrata animales son tan cerradas que resulta hasta peligroso grabarlas. “En cambio, las corridas de toros se publicitan y difunde por completo. Por supuesto que hay formas de tortura animal mucho peores, como la vivisección, pero no nos la exponen de esta forma”.

La iniciativa ‘tauro-económica’

El marco de este debate se sitúa en la visita de Anselmi y Anna Mulá–responsable legal de la iniciativa catalana- a Galicia. Una comunidad que ha visto como uno de los partidos de la oposición ha presentado por primera vez en la Cámara una propuesta de ley destinada a acabar con estos eventos. Más allá del efecto político que ha comenzado con el ‘frente antitaurino’en el Parlamento gallego, los activistas en favor de los derechos de los animales atacan por otros frentes. Como el de acabar con las subvenciones públicas. “Entre ayudas directas, indirectas y la gratuidad de algunos servicios calculamos que ha regalado el Ayuntamiento en Coruña a los taurinos 90.000 euros”, explica Rubén Pérez.

Pontevedra es otro caso. Mientras en Coruña la corrida se desarrolla en un edificio polivalente para conciertos, eventos deportivos o representaciones, en la ciudad del Lérez se hace en una plaza de toros privadas. Las asociaciones abolicionistas ni los medios tiene datos de asistencia al no estar obligados a darlos. ¿Y en Coruña? Se supone que sí, aunque los datos son desproporcionados y nunca se podrá llegar a comprobar las entradas que fueron vendidas, regaladas o realmente ocupadas. “El Ministerio de Cultura –indica Pérez- dice que entre 2010 y 2011 el 99’2% de la población gallega no asistió a espectáculos taurinos. Entonces, ¿qué preferimos? ¿Emplear ese dinero en un gusto macabro de un 0’8% o en ayudar a las bibliotecas coruñesas?”.

Por este motivo, la dependencia de los subsidios y la inexistente rentabilidad del mundo del toro, los defensores de los animales califican a la propuesta de incluir las corridas como Bien de Interés Cultural una iniciativa tauro-económica. Aunque mucha vente ve la ILP taurina en una respuesta al veto en Cataluña, Anna Mulá sostiene que tiene otros fines. “Hablan de declarar Bien de Interés Cultural el festejo y de obligar a estudiar una suerte de ‘cultura taurina’ en todos los niveles educativos, pero lo que realmente buscan es más dinero. Sin subvenciones ni privilegios fiscales, es una actividad insostenible”.

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Mentalidades de otro siglo

Leonardo Anselmi retó a los participantes en la convocatoria de su visita a ofrecerle argumentos de los taurinos para rebatirlos. Como la de que el toro de lidia se extinguiría si no existieran las corridas. “Para empezar ni siquiera es una raza aparte, y no puede desaparecer algo que no existe. Y segundo, si tanto les importa la protección de estos toros ¿por qué no usan los 72 millones de euros que les da la UE para crear santuarios en las dehesas?”. También recordó uno de los muchos debates que durante la tramitación de la ILP tuvo con los pro taurinos. En una de ellas, comparó la prohibición de las peleas de perros de hace 20 años con la de los toros. Un caballero argumentó que existía una gran diferencia entre unas y otras, ya que en las segundas la vida de una persona se ponía en riesgo. “¡Y no entendía por qué tenía más motivos para ser prohibido!”, exclamó Anselmi.

“Las sociedades evolucionan para ser menos crueles y menos violencia. Ninguno de estos señores que van a la plaza aguantarían una corrida de toros a principios del siglo XX, cuando se medía el grado de éxito por el número de toros destripados”, explica Anselmi mientras Anna Mulá resumen la estrategia que llevaron en la ILP catalana: “El progreso moral fue el argumento legal definitivo. Es la respuesta que debe ofrecer la ley para garantizar la evolución de la sociedad”.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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