Los sindicatos mayoritarios llegaban al 1 de Mayo conscientes de las dificultades de poner las reivindicaciones laborales sobre la mesa justo cuando intentan negociar con las patronales aumentos salariales. Y, después de meses superados por manifestaciones de diferente carácter, ayer volvió a pasar. La criticada sentencia a los cinco miembros de la Manada, que los condena a nueve años de prisión por abuso sexual evitando asumir penas por violación, se convirtió en la principal proclama de las manifestaciones que se fueron para Cataluña y por las principales ciudades del estado convocadas por CCOO y UGT. En Barcelona, conocedoras del clamor social que ha producido la última sentencia polémica de la justicia, las dos centrales crearon una precapçalera ocupada sólo por mujeres, que sostenían una pancarta con un mensaje claro: «No es abuso, es violación».
Este lema se convirtió en el grito más repetido de la manifestación de ayer, junto al «No es no» y «Fuera la justicia patriarcal». Y las pensiones se convirtieron en el segundo tema más coreado por los asistentes a la convocatoria barcelonesa, que cubrió muy rápido el recorrido que va de la plaza Urquinaona hasta la plaza de la Catedral. La escasa asistencia -unas 30.000 personas, según los organizadores, y unas 8.000 para la Guardia Urbana-, debido también a la lluvia con la que se despertó la capital catalana, tuvo mucho que ver con la velocidad que se impuso a la marcha. Según fuentes sindicales, la afluencia es una de las más bajas en Barcelona de los últimos tiempos. En Tarragona, Lleida y Girona las marchas reunieron poco más de un millar de personas en cada una.
Así, el rechazo de la sentencia por la violación en grupo durante los Sanfermines de 2016, las pensiones y las referencias a la actual situación política en Cataluña dejaron en un segundo plano la voluntad de los sindicatos de convertir este nuevo Día del Trabajador en un punto de inflexión que permita volver a poner sobre la mesa la recuperación de derechos sociales y salariales que quedaron recortados durante la crisis económica . La convocatoria de Barcelona tenía como lema «Ahora nos toca a nosotros», una clara referencia a la necesidad de que, tras los recortes sociales forzadas durante la gran recesión, la salida de la crisis debe suponer una mejora de condiciones para las clases bajas y medias.
La reivindicación para mejorar salarios y la llamada a recortar la precariedad no encontró un altavoz bastante potente en los discursos de ayer, a pesar de que el secretario general de UGT, Camil Ros, llegó a mencionar la posibilidad de llegar a una huelga general. «Tenemos que cambiar el gobierno del PP y la actitud de la CEOE desde la movilización. Hoy debe ser el primer día de un camino hacia la huelga general en todo el Estado. Ya estamos cansados que los de siempre se queden los beneficios y los salarios de los trabajadores no mejoren «, dijo Ros. Su homólogo en CCOO, Javier Pacheco, evitó referirse a la «huelga general» y prefirió hacer una llamada a la movilización permanente.
A las dos principales organizaciones sindicales existe la certeza de que primero hay que conseguir volver a llevar a la gente a la calle con reivindicaciones laborales y que esto también requerirá conseguir aglutinar las diferentes sensibilidades que ayer se pudieron ver en la calle: hasta media docena de manifestaciones estaban convocadas en Barcelona: la de CCOO y UGT, la de la CGT, la de la CNT, la de la Intersindical y la de la plataforma independentista Levantémonos, integrada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Pacheco y Ros hicieron llamadas constantes crear «consensos» y construir «puentes de diálogo», reivindicaciones que podían tener una doble lectura. Por un lado, para aglutinar la clase trabajadora, y por otro, muy clara, para conseguir de manera «urgente» la constitución de un gobierno en Cataluña. Era un llamamiento a los partidos catalanes y una denuncia contra el gobierno central, que acusaron de «limitar los derechos de expresión de líderes sociales, políticos, músicos y artistas». Ros incluso resaltó que el esfuerzo para construir estos puentes «que hoy a veces son criticados, dentro de un tiempo serán reconocidos «.
Reparto de la riqueza
La manifestación del Primero de Mayo reunió 50.000 personas en Madrid, según la organización, y 12.000 según la policía local, en una marcha marcada también por la pérdida del liderazgo de la movilización social en la calle de los sindicatos. En la lectura del manifiesto, los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Josep Maria Álvarez, respectivamente, recogieron el guante y dijeron que el sindicalismo debe «aprender» del movimiento feminista, que fue capaz de paralizar la Estado el 8 de marzo pasado. En la marcha se pudieron oír, como Barcelona, llamadas feministas, y también se constató que la cesión del PP a la presión del PNV, subiendo las pensiones este año con el IPC, no ha apagado las preocupaciones sobre el tema. Sordo, que se estrenaba en un Primero de Mayo como líder de CCOO, alertó de que el PP ha puesto al «congelador» el factor de sostenibilidad, pero que en cualquier momento podría poner al «microondas». Además, los líderes sindicales también hicieron un llamamiento a «repartir la riqueza» y dejar atrás «la resignación» de la crisis.
Hacia la huelga general
Ros hizo una lista de las actuales miserias laborales -los minisous y la elevada temporalidad, el empobrecimiento de la clase trabajadora, los falsos autónomos de «la mal llamada economía colaborativa que te llevan un paquete a casa sin casi ni cobrar «- y quiso dejar muy claro que antes de la crisis no teníamos esta» degradación «tan grande de sueldos, pensiones y estado del bienestar. «Socialmente, laboralmente y democráticamente estamos como en los peores años de Aznar», sentenció. «Tenemos que cambiar el gobierno del PP desde la movilización, y también tenemos que cambiar la actitud de la CEOE, que no quiere negociar una subida de sueldos digno, desde la movilización, hoy debe ser el primer día de un camino hacia la huelga general en todo el Estado «, remachó el secretario general de UGT.
.Como muestra de que la precariedad es ahora el gran drama del mercado de trabajo, la mayoría de trabajadores que lucían pancartas propias lo hacían reclamando la negociación de un convenio colectivo que mejorara sus condiciones laborales, como los empleados de Abertis o los del sector de la geriatría, la investigación o la limpieza. Sin embargo, el gran protagonismo se cedió ayer a las mujeres y la lucha contra la violencia de género y la justicia patriarcal. La indignación por la sentencia de La Manada cernía en el aire y ante la pancarta unitaria donde se leía el lema de la manifestación de este año – «Ahora nos toca a nosotros! + Igualdad, + Empleo + Salarios + Pensiones «- había representantes feministas que llevaban pancarta propia:» No es abuso. Es violación #Noesno «. Este fue un cántico coreado también por los líderes sindicales y una de las consignas más repetidas y aplaudidas por los manifestantes. Antes de que Ros y Pacheco incluya el acto de esta mañana, cogió el micrófono Montserrat Vilà, coordinadora de la Plataforma Unitaria Contra las Violencias de Género. Vilà criticó duramente la decisión judicial conocida la semana pasada porque es un «agravio que afecta a todas las mujeres», que están «indefensas ante las diferentes mandadas y la justicia machista».
En Madrid los sindicatos recordaron que se conmemora el 40 aniversario de la primera manifestación legal, «feminista, juvenil y pensionista», y avisó al gobierno y la patronal que «el país ha dejado de lado la resignación».