Una crisis es “una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada, pero inestable, sujeta a evolución”. La palabra crisis está emparentada etimológicamente con el verbo griego krínein, que significaba originariamente “decidir, separar, juzgar” y posteriormente derivó en “seleccionar o elegir” y siempre lleva implícita un caos de la mudanza.

Por caos entendemos algo impredecible y que se escapa a la miope visión que únicamente pueden esbozar nuestros ojos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos pues nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos de la secuencia total del inmenso genoma del caos.

Asimismo, una crisis implica siempre una ruptura del transcurso lineal de los acontecimientos que deviene en una serie de alternativas entre las cuales se debe elegir y para salir de dicho laberinto, es preciso utilizar la capacidad de diferenciar y de pensar de manera crítica siguiendo la llamada «navaja de Ockham» o ley de la parsimonia.

Dicha ley es un principio filosófico enunciado por el erudito Guilllermo de Ockham, que se traduce en el siguiente axioma: «Ante dos teorías en igualdad de condiciones sobre un mismo fenómeno, la más sencilla tiene más posibilidades de ser la correcta» y de lo que serían paradigma la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin; la ley de la gravitación universal de Isaac Newton o la ley de la oferta y la demanda.

Sin embargo, ante el escenario teleonómico en que nos encontramos, marcado por dosis extrema de volatilidad y que afectará de manera especial a sistemas complejos como la Meteorología, la Demoscopia, la Detección y Prevención de Epidemias, los Flujos Migratorios, la Bolsa de Valores y el Nuevo Orden Geopolítico Mundial, la capacidad humana de diferenciar y de pensar de manera crítica quedan seriamente limitadas.

Así,  inevitablemente recurrimos al término “efecto mariposa” para intentar explicar la vertiginosa conjunción de fuerzas centrípetas y centrífugas que terminarán por configurar el puzzle inconexo del caos ordenado que se está gestando.El citado” efecto mariposa” trasladado a sistemas complejos como la Demoscopia tendría como efecto colateral la imposibilidad de detectar con antelación un futuro mediato pues los modelos cuánticos que utilizan serían tan sólo simulaciones basadas en modelos precedentes, con lo que la inclusión de tan sólo una variable incorrecta o la repentina aparición de una variable imprevista provoca que el margen de error de dichos modelos se amplifique en cada unidad de tiempo simulada hasta exceder incluso el límite estratosférico del cien por cien.

Nuevo escenario

El Brexit, la pandemia del COVID y la irrupción de la Guerra Fría 2.0.marcaron pues el finiquito del “escenario teleológico” en el que la finalidad de los procesos creativos eran planeadas por modelos finitos que podían intermodelar o simular varios futuros alternativos y en los que primaba la intención, el propósito y la previsión y su sustitución por el “escenario teleonómico”.

Dicho escenario vendrá marcado por dosis extrema de volatilidad con lo que el citado principio de la navaja de Ockham se antoja inservible dada la complejidad de los escenarios que se avecinan y deberemos acudir al consejo atribuido al poverello d’ assisi:»Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente, estarás haciendo lo imposible».

Articulista en Revista Rambla | Otros artículos del autor

Nacido en Navarra en 1957. Escribe análisis sobre temas económicos y geopolíticos. Es miembro de Attac-Navarra. Colabora habitualmente en varios medios digitales e impresos españoles y latinoamericanos.

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