Angels Guiteras es gerente de la Associació Benestar i Desenvolupament (ABD) y ocupa la presidencia de la Taula d’Entitats del Tercer Sector de Catalunya, que aglutina más de 4.000 asociaciones, fundaciones o empresas del ámbito social que están en contacto diario y directo con los que más están sufriendo la crisis económica
Angels Guiteras es gerente de la Associació Benestar i Desenvolupament (ABD) y ocupa la presidencia de la Taula d’Entitats del Tercer Sector de Catalunya, que aglutina más de 4.000 asociaciones, fundaciones o empresas del ámbito social que están en contacto diario y directo con los que más están sufriendo la crisis económica La presidenta de la Taula opina que se han incrementado enormemente las desigualdades sociales en los últimos cinco años y que aumenta el número de personas que no tienen sus necesidades básicas cubiertas mientras el 1% de la población gana cada vez más. Guiteras se muestra partidaria de una regeneración democrática que priorice los derechos del Estado del Bienestar y fortalezca una cohesión social puesta en peligro por unas políticas que no tienen en cuenta a las personas y orientadas por poderes no electos.
Desde el 2007, España está inmersa en una grave crisis económica, ¿esta situación ha afectado al compromiso social? ¿De qué manera ha incidido en el tercer sector?
A nivel estatal, el tercer sector se está estructurando y articulando cada vez más. Creo que la situación general y los cambios que se están dando nos llevan a esto, sí o sí. Este tercer sector emerge con más fuerza y desde hace dos años ya existe una Plataforma del Tercer Sector Social. Es cierto que en Cataluña somos pioneros en esta articulación porque se ha dado una manera de hacer diferente. Nos caracterizamos por la organización de la sociedad civil en el territorio, por ofrecer respuestas a las distintas situaciones que se vienen dando, y no sólo en este momento de crisis. Esto hace que haya un gran número y diversidad de entidades sociales, básicamente asociaciones y fundaciones, que vienen ofreciendo respuestas a diferentes necesidades en diferentes ámbitos. Es una manera de actuar y de ser que nos ha conducido, desde hace ya unos años, a constituir la Taula del Tercer Sector que no es más que una forma de unir y organizar esta diversidad, pluralidad y riqueza que estas entidades -no lucrativas, de iniciativa social- representan y poder, en el día a día, por un lado, avanzar y conseguir más reconocimiento, y por otro, decir cómo podemos avanzar en políticas sociales y en derechos. Es una forma de alcanzar una mayor incidencia política, social y ciudadana que es un compromiso de todos. En estos momentos, la Taula reúne 32 entidades federativas que suponen unas 4.000 de las 6.800 entidades que se mantienen en Cataluña, pues la crisis ha acabado también con algunas entidades. El tercer sector representa una fuerza económica importante en Cataluña, casi un 3% del PIB, en financiación recibimos un 50% de fondos públicos y un 50% de privados, hay más de 100.000 trabajadores, y ha crecido el número de voluntarios, que son ya casi unos 300.000 en estos momentos. En estos últimos siete años han aumentado también las necesidades, y al contrario, que en otros ámbitos, tenemos mucho más trabajo.
España es el segundo país de la Unión Europea con mayor desigualdad social, tras Letonia, y también el segundo con mayor pobreza infantil, esta vez tras Rumanía.
Esto nos da una imagen de la situación exacta que tenemos ahora mismo. Cada vez hay una mayor polarización social y económica. Desigualdades hay de muchos tipos y la pobreza genera desigualdad. Estos datos no nos dicen que el impacto del trabajo del tercer sector sea insuficiente, tendríamos que estudiar también qué repercusiones tendría esta crisis sin la labor de tantas y tantas entidades sociales. Ese trabajo, esa implicación de tanta gente voluntaria es un factor de creación de cohesión social, sin todo eso, no sé a qué grado de desigualdad se podría haber llegado. Sin ese tercer sector, rico, plural, activo, en crecimiento a pesar de las dificultades económicas, todo estaría probablemente mucho peor. En cuanto a las políticas públicas son totalmente insuficientes, en cuanto a la dirección de esas políticas van en otra dirección a la demandada por la sociedad. La pobreza y la desigualdad son cada vez más intensas, extensas y severas. Es el fruto de esas políticas. Cada vez hay más personas en situación de pobreza, cada vez más esa pobreza se alarga en el tiempo, y cada vez más hay más personas sin casa, sin ingresos, sin una correcta alimentación. La clase media se está perjudicando de tal forma que se está generando una nueva pobreza, unas nuevas formas de pobreza, con trabajo pero con muy bajos ingresos. Se están creando nuevas situaciones de exclusión y nuevas vulnerabilidades para las personas y para la sociedad.
¿Cómo se ve desde el tercer sector esa nueva pobreza que afecta a personas con un perfil muy diferente al considerado habitual en situaciones de necesidad?
Buena parte del aumento del trabajo en las entidades sociales viene de la mano de esas personas, de esos nuevos pobres, gente que se les ha caído todo encima, en muchos casos, parados de larga duración y sin apenas posibilidad, por edad o formación, de reintegrarse laboralmente. A esto se une el aumento terrible de la pobreza infantil o también un gran número de familias que son incapaces de afrontar las facturas del agua o de la electricidad. El 35% de las familias catalanas, por ejemplo, están en riesgo de pobreza.
¿Cómo se combate esa situación?
Desde las entidades en el día a día, con programas adaptados muchas veces a dar respuestas inmediatas a necesidades inmediatas que no es la forma de solventar el problema. También con programas relacionados en un trabajo en red para buscar soluciones conjuntas. Pero como Taula sólo hay una manera de luchar contra esto y es, aunque sea desde la invisibilidad, porque está costando mucho el reconocimiento del sector, dar a conocer esa realidad de pobreza y desigualdad, una realidad que no gusta y que, en muchas ocasiones, se esconde a nivel individual y familiar, y porque no interesa, a nivel político y de la administración. Sobre todo se busca ahora incidir en las macropolíticas, por eso mismo el tercer sector se ha implicado en las elecciones europeas, y a diario, hablando con parlamentarios e intentando incidir en que no sólo se trata de dar kits de ayuda o proporcionar vacaciones extraescolares, que también, sino de priorizar la inversión social, en políticas sociales. Y hasta ahora el discurso político va al revés y se pide que se espere una recuperación que no llega, que cuando haya crecimiento económico ya habrá dinero para hacerlo, y hay que recordar que cuando había fondos, la pobreza alcanzaba ya al 19% de la población. La idea que está en la mayoría de discursos, aunque sea de forma inconsciente, viene a ser eso. Nosotros nos hemos posicionado y estamos convencidos que las políticas de lucha contra la pobreza, las políticas sociales son políticas de desarrollo humano pero sobre todo de crecimiento económico. La inversión social genera más ocupación, con unos ingresos que se destinan al consumo y que ofrece una mayor calidad de vida. Hasta ahora se está haciendo al revés y los que crecen son sólo unos pocos. Es muy importante salirse de ese camino que sólo beneficia al 1% de las personas.
Esa macropolítica que menciona está dirigida y refrendada por organismos no electos como el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional. ¿El cambio pasa por una mayor participación ciudadana?
Pienso que sí, que hay que llevar a cabo una profunda regeneración democrática, trabajar para conseguir más derechos, una mayor implicación ciudadana, una mayor participación, que hagamos política entre todos y no sólo el 50% de las personas que votan cada cuatro años. El futuro que nos espera es el que estemos dispuestos a tener, por el que queramos luchar. No nos regalarán nada, es un momento para empoderar la ciudadanía, y de luchar para defender este Estado del Bienestar amenazado y de poder decir que queremos otra política. Pienso que el tercer sector tiene muchas cosas a decir, nuestro trabajo se realiza a través de la defensa de los derechos sociales, la prestación de servicios y la canalización de la participación ciudadana, del voluntariado. Este voluntariado junto a la sociedad civil, trabajando de manera común a través de las entidades sociales, nos permitirá ir más lejos y ligar el desarrollo humano al desarrollo económico, que hasta ahora van por caminos diferentes.
Ese incremento en inversión social que demandan se contrapone con hechos como que la Generalitat destina más dinero a pagar los intereses de su deuda que a programas de protección social. ¿Para quién gobiernan?
Los hechos son esos. Pensamos que otra política es posible y que, por ejemplo y ampliando esto a nivel español, la lucha contra el fraude fiscal tiene mucho recorrido aún. La Generalitat dice que no es posible otra política, pero se puede cambiar el dinero de las partidas y gobernar también es esto, con los recursos disponibles decidir qué partidas se priorizan y que partidas no, si se prioriza una política para las personas o se prioriza otra política. ¿Por qué no se renegocia la deuda? Es algo que suele hacer la gente, se han conseguido renegociar hipotecas para no perder la vivienda. Se hace también con las multas, por ejemplo. No hablamos de no pagar la deuda sino de renegociarla.
¿No hay voluntad política para frenar el aumento de la desigualdad?
No hay ni voluntad ni acuerdos para otra cosa que no sea pagar la deuda, ni aquí, ni en España, ni en Europa. Se han puesto de acuerdo en que lo primero son los bancos, salvarlos y rescatarlos. Se les da créditos al 1%, compran deuda u ofrecen a su vez créditos que se les debe devolver a un interés de un 4% o 5%. Esto deja claro que hay una potencia que lleva las decisiones hacia su campo, quién gobierna y qué intereses tiene. Es una realidad que hay necesidades básicas mínimas reconocidas por la Constitución que no están cubiertas. Los principales problemas que vemos afectan a las necesidades básicas. Son la prioridad básica de la actuación de las entidades sociales y la vivienda es una de estas necesidades básicas. El derecho a la vivienda es uno de esos derechos constitucionales, pero nunca se ha resuelto ni ha interesado hacerlo. Los principales problemas que se tendrían que resolver son el acceso a una vivienda digna, una renta mínima y garantizar la suficiencia alimenticia.
¿Estas políticas ponen en riesgo la cohesión social alcanzada en Europa con el Estado del Bienestar?
Sí, estos recortes en inversión pública y estas prioridades políticas ponen claramente en riesgo ese bienestar social y es urgente ponerse a trabajar en un nuevo pacto social con la participación ciudadana, con las entidades sociales, con sindicatos, partidos políticos y que se ponga en primer lugar esa defensa de la cohesión social. Pero hay otros intereses y debe construirse otro equilibrio, un equilibrio estable que impida que se puedan repetir situaciones tan duras como las actuales.
¿Son aún reversibles las consecuencias de esta crisis?
No. Muchas personas tendrán secuelas de por vida y se tardará muchos años en poder volver a reconstruir una sociedad como la anterior a la crisis. Hay muchísimas personas y familias afectadas. Para esto se tendrán que destinar muchos recursos, tanto para políticas sociales como para todo lo que ha quedado roto en este camino, que es mucho. Se ha recortado en todo y con todo y esto nos ha afectado al tercer sector, con menos recursos de los necesarios tenemos que hacer más cosas. Pero se están haciendo, hemos creado, por ejemplo, una cooperativa de financiación y estamos también con la creación de una gestora de vivienda para cubrir la demanda de viviendas sociales, una función que hasta ahora realizan los mismos bancos que desahucian, Son ideas que se realizan ya en otros países europeos. Se tiene que facilitar el alquiler social y la dación en pago. Tenemos que evitar que las personas pierdan su piso, su vivienda que es un derecho y una necesidad básica, y además hay que conseguir que los bancos pongan sus pisos vacíos en alquiler social, un alquiler social en función de los ingresos de cada persona, y además priorizando a las personas que no tienen nada, o que tienen hijos a su cargo.
¿Disponer de estructuras de estado reduciría el impacto de los recortes?
No tengo ni idea, pero no necesariamente. Si se hace la misma política que hasta ahora, no. Eso es así. Si se hace otra, en una línea más social, pues es posible. Pero no se pueden retrasar esas medidas sociales a un futuro que no se conoce.