En la recta final de la campaña para las europeas, el PSOE preparó un gran despliegue de personalidades para dar un golpe de efecto y remontar en las encuestas. Los socialistas llevaron a Barcelona
En la recta final de la campaña para las europeas, el PSOE preparó un gran despliegue de personalidades para dar un golpe de efecto y remontar en las encuestas. Los socialistas llevaron a Barcelona a dos pesos pesados de la socialdemocracia europea, Martin Schulz, del SPD alemán, y candidato a presidir la Comisión, y el primer ministro francés, Manuel Valls, más la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, el expresidente Felipe González, y Elena Valenciano, cabeza de la lista socialista para la Eurocámara. Una tribuna de oradores que sirvió para movilizar al electorado -unas 3.000 personas acudieron al mitín-, cuestión complicada en unos comicios donde la alta abstención es recurrente.
El primer ministro francés, Manuel Valls, plato fuerte de un acto celebrado en el pabelló de la Vall d’Hebron -en el mismo distrito de Horta-Guinardó donde pasó parte de su infancia y donde aún reside su madre y su hermana– quiso destacar las diferencias que su política, la de una izquierda «que asume su reformismo» -un recorte de 50.000 millones de euros-, con la que se indica desde Bruselas y Berlín a los partidos conservadores de la Unión Europea. “Si queréis ver políticas de izquierdas, mirad lo que hacemos en Francia; si queréis ver políticas de derechas, mirad la política de la UE”, afirmó en un discurso en que alternó catalán, castellano y francés. Valls explicó que con sus reformas, el gobierno francés protege las políticas sociales y la educación y, ya animado y sin mirar a su propio pasado, que está realizando un “esfuerzo único en Europa” a favor de las políticas en apoyo a las clases populares y en apoyo a las libertades. Valls trazó un elogio de la identidad europea a través de su propia trayectoria personal: “Nací en este barrio y nunca habría pensado que volvería como primer ministro de la República Francesa. Soy español y catalán y francés porque lo elegí a los 20 años. Estoy orgulloso, porque Francia hizo posible que un hombre como yo pudiera llegar a ser jefe de gobierno de su país. Eso es Francia, eso es Europa”, con lo que pasaba por encima del debate soberanista, cuidadosamente evitado por los socialistas en una campaña centrada en la crítica a las políticas de Rajoy, y espoleada por las meteduras de pata de Arias Cañete.
Valls criticó el itinerario político y económico emprendido por las instituciones europeas porque “no nos ha protegido de la crisis, nos han fallado”. El primer ministro francés ha advertido también de las consecuencias que puede tener la irrupción de “un populismo que quiere utilizar la desconfianza de la gente en la Unión Europea para acabar con el sueño europeo y agitar los odios«. Un aviso ante la intención de voto que se espera el 25 de mayo y que, según señalan las encuestas, favorecerían en Gran Bretaña y Francia, la victoria de la derecha populista y antieuropea del UKIP y del Frente Nacional. Unos resultados similares a los previstos en buena parte de la Unión Europea.
Ante la actual política de la derecha europea, y la que se avecina de ultraderecha, Valls ha reivindicado “el cambio” que defienden los socialistas europeos liderados por Schulz, porque «la Europa de izquierdas es la única capaz de enderezar el proyecto europeo«. Un cambio que permite, por ejemplo, mantener las mismas políticas desde Berlín con el gobierno de coalición entre la CDU de Merkel y el SPD, el partido del señor Schulz. Una izquierda institucional que, tras años de crisis y de recortes, parece haberse dado cuenta del burocratismo de Bruselas y de la imposición de medidas que benefician al sector financiero mientras desnudan a unas clases populares ante las que Schulz se comprometió a “crear empleo”. ¿Cómo? No lo desveló, pero si que recitó la lección sobre el fraude fiscal. “Hay que acabar con los paraísos fiscales que cosechan los beneficios de las empresas» porque «existe un principio muy simple al respecto: el país donde se generan los beneficios es donde se deben quedar los impuestos«. Aplausos del público. Schulz también aventuró otro compromiso, el fin de “las medidas de austeridad impulsadas por los gobiernos conservadores en los últimos años”, si es que acaba presidiendo la Comisión Europea. Para ello, el político alemán coincidió con el resto de oradores, y de partidos de izquierda europeos, en reclamar un giro a la izquierda y remachó con una advertencia contra la dispersión del voto de izquierdas y el aumento de los partidos alternativos al bipartidismo continental: «Si los socialdemócratas no protegemos a las personas, nadie lo hará«.
Con un recuerdo al exministro, entre cánticos de «Cañete quien no bote«, inició Valenciano su discurso en el que llamó a recuperar “el europeísmo de progreso, justicia e igualdad que nos enseñó Felipe González”, y asegurar que lo mejor que le ha pasado a España ha sido bajo los gobiernos de éste y de Zapatero. La candidata del PSOE demandó una reconstrucción de Europa “para que no vuelva a entrar en decadencia y dejemos de estar en peligro”. Valenciano continuó, seguramente olvidada ya la reforma express de la Constitución, con que «la derecha ha escogido un camino desastroso, el de los recortes y la austeridad. Por eso ha fracasado en lo económico, en lo social y en lo político”. Días antes, uno de sus héroes, el mismo expresidente con el que compartió tribuna, reclamaba una gran coalición de gobierno entre PP y PSOE “si el país lo necesita”.