Hace dos años, las vecinas de Tapioles que hoy celebran en rueda de prensa que se quedan en casa, denunciaban en una rueda de prensa en el mismo lugar que Second House quería echarlas. Cuando esta empresa adquirió las fincas de la calle Tapioles 15 y Cortines 10 a mediados de 2022, tenía un objetivo claro: echar a las vecinas, reformar los pisos y ponerlos en el mercado para sacar el máximo beneficio. Pero lo que no esperaban era encontrarse con unas inquilinas decididas a luchar para defender sus hogares. Dos años después, las vecinas de Tapioles, acompañadas de las inquilinas de Cortines 10, celebran conjuntamente que la apuesta de plantar cara y organizarse las dos fincas de la misma propiedad y con los sindicatos de Inquilinas, de Casc Antic y del Poble Sec, ha dado sus frutos: se quedan en casa con nuevos contratos.

Historia de una lucha vecinal

La finca de Tapioles 15, en el Poble Sec, estaba habitada por 11 familias que vivían allí desde hacía años, algunas con contratos a punto de vencer. Cuando comenzaron a recibir burofaxes advirtiéndoles que tendrían que marcharse, las vecinas se movilizaron y se pusieron en contacto con el Sindicato de Inquilinas y el Sindicato de Barrio del Poble Sec. Pronto, se sumaron las 5 familias inquilinas de Cortines 10, organizadas con el Sindicato de Vivienda del Casc Antic, a quienes Second House también intentaba expulsar para especular con el edificio.

La lucha reunió un total de nueve familias, que se organizaron para enfrentarse a las maniobras de la empresa. Desde el principio, las vecinas defendieron la negociación colectiva como herramienta de resistencia: o todas o ninguna, nadie se queda atrás.
Dos años de lucha colectiva

Los objetivos de las vecinas eran claros: renovar todos los contratos sin subidas abusivas, garantizar obras de mantenimiento que respondieran a las necesidades del vecindario y no a la especulación, y asegurar el derecho de todas las familias a quedarse en sus viviendas.

Durante estos dos años, la lucha ha sido intensa. Se han organizado acciones mediáticas y reivindicativas y una constante denuncia de los abusos e irregularidades de Second House en la implementación de las obras y reformas en las fincas en cuestión. Los sindicatos y la persistencia vecinal han sido claves para mantener la presión. Second House intentó dividir a las vecinas con reuniones separadas y llamadas, pero no lo consiguió. Cuando la empresa cortó las negociaciones, las vecinas respondieron con una movilización frente al Círculo Ecuestre, donde se encontraban los socios de Second House. Ante la presión, la propiedad accedió a reanudar las conversaciones.

El mensaje de las vecinas ha sido claro: la organización colectiva es el único camino para defender el derecho a la vivienda. Este éxito también es un ejemplo para otras inquilinas que sufren situaciones similares, demostrando que la resistencia colectiva puede poner límites a los especuladores.

Second House fracasa ante la solidaridad vecinal

Según Enric, portavoz del Sindicato de Inquilinas, “Second House compró estas fincas para hacer negocio con la vida de las personas, pero las vecinas han demostrado que la conflictividad inmobiliaria es una herramienta poderosa para defenderse”.

Además, esta victoria no se habría conseguido sin la coordinación entre sindicatos de barrios que acompañaron a las inquilinas de las dos fincas durante todo el conflicto. La capacidad de organización colectiva ha sido clave para frenar las prácticas especulativas y proteger el derecho a la vivienda.

Las vecinas de Tapioles y Cortines han demostrado que organizarse y luchar funciona. Nueve familias se quedan en su casa con contratos renovados por siete años. Esta victoria envía un mensaje claro a otras inquilinas: unirse y plantar cara es el único camino para defender nuestros derechos frente a los especuladores.

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