Laura Vera acaba de publicar La preocupación inútil, un libro que nos ayuda a diferenciar entre los problemas que no nos aportan nada, y los que sí que podemos interferir y de los que podemos aprender. Laura Vera ha desarrollado su carrera en el campo de la psicología y ha abordado temas tan variados como la inteligencia emocional, la psicología positiva, la arteterapia, o las habilidades de comunicación.
¿Cómo definirías la “preocupación inútil”?
Laura Vera-. La “preocupación inútil” es aquella preocupación que anticipa amenazas, que no resuelve aquello que nos preocupa porque nos mantiene paralizados dándole vueltas siempre a lo mismo. Nos aporta ansiedad y nos impide disfrutar de las cosas que van bien en nuestra vida.
¿Existe la “preocupación útil”?
Laura Vera-. Sí, puede decirse que existe una preocupación que está enfocada a la acción, que nos impulsa a resolver, a planificar…una preocupación que nos sirve para reflexionar, tomar una decisión y ejecutarla; después, la preocupación ya no tiene razón de ser.
¿Es posible vivir sin preocupaciones?
Laura Vera-. Yo creo que tenemos que partir de la idea de que la vida es cambio, es evolución, y es inevitable que haya una dosis de incertidumbre; por lo tanto, los problemas, conflictos y crisis son inherentes al ser humano. Por otra parte, la preocupación actúa como un mecanismo que nuestra mente tiene para hacer frente a estos problemas y conflictos antes de que lleguen, por esta razón la preocupación no puede eliminarse del todo. Lo que sí podemos hacer es aprender a gestionarla correctamente.
¿Hay un componente social que nos hace vivir más preocupados?
Laura Vera-. Social y culturalmente a veces sí se fomenta la preocupación. Tendemos a pensar que preocuparse es una señal de responsabilidad, o también que debemos preocuparnos por las personas a las que queremos. También hay creencias que pueden alimentar la preocupación como cuando pensamos que si nos preocupamos nos preparamos para lo peor.
¿Cuáles serían las claves para combatir la preocupación?
Laura Vera-. Una de las claves es por ejemplo aprender a tolerar la incertidumbre porque cuanto menos toleramos la incertidumbre, más probable es que nos preocupemos. Tenemos que aceptar y asumir que hay cosas que podemos controlar y otras muchas que no. Otra clave para gestionar mejor nuestras preocupaciones es observar cómo pensamos cuando estamos preocupados… ¿Tendemos a anticipar consecuencias negativas? ¿Solemos pensar de forma exagerada? Detectar estos pensamientos nos puede ayudar a combatirlos.
¿Cómo nos puede ayudar el sentido del humor?
Laura Vera-. El sentido del humor es una de las grandes fortalezas emocionales que desde luego sí nos puede ayudar a combatir la preocupación. El sentido del humor nos ayuda a no sobredimensionar la situación. Cuando aplicamos el sentido del humor a las cosas que nos pasan, disminuye nuestro nivel de ansiedad y además nos ayuda a enfocar nuestra mente en positivo y a ser más optimistas con el resultado.
¿Y la importancia de vivir en el presente?
Laura Vera-. Es fundamental y es una de las claves para gestionar la preocupación. Hay que tener en cuenta que cada vez que nos preocupamos nuestra mente se proyecta al futuro imaginando todas las cosas que podrían llegar a suceder. Esto provoca fallos en la concentración y no nos deja disfrutar del momento. Entrenar nuestra atención para devolverla al presente nos ayudará a recuperar en cierto modo el control. Cualquier técnica básica de meditación practicada con cierta constancia puede ayudarnos a manejar mejor nuestra atención.
¿Se pueden eliminar del todo las preocupaciones?
Laura Vera-. Las preocupaciones no pueden eliminarse del todo porque hay que entender que la preocupación actúa como una señal que nos está diciendo que tal vez debamos hacer cambios, tomar decisiones, resolver problemas…lo que sí podemos y es conveniente que hagamos es aprender a gestionar correctamente nuestras preocupaciones.
¿Cómo nos afectan las preocupaciones?
Laura Vera-. Cuando la preocupación forma parte de nuestro mecanismo para hacer frente a los problemas, cuando a diario nos asaltan preocupaciones de cualquier tipo, nuestro cuerpo acaba sufriendo las consecuencias. Esta tensión sostenida en el tiempo puede manifestarse como aumento de la presión arterial, alteración del ritmo cardíaco, problemas estomacales, dolores de cabeza, irritabilidad, fatiga o insomnio. Todas estas señales propiamente características de la ansiedad acaban pasando factura cuando se dan de continuo. Es importante tomar conciencia de la manera en la que nos preocupamos, detectar todas estas señales y gestionar correctamente la preocupación.