Determinada radio, televisión y prensa nos acostumbra a decir que lo peor de España está en las Tres Mil Viviendas, Los Pajaritos, la Cañada Real, Can Tunis o la Mina. Que las familias que ocupan viviendas son delincuentes, que la Guardia Civil es un cuerpo heroico que está en Ceuta y Melilla para contener la invasión o que la violencia machista son rencillas pasionales.
Sin embargo, lo peor de España está en el Congreso de los Diputados, viste de marca parisina y luce una gargantilla de oro con una medalla de la Virgen. Lo sucedido ayer con la neofascista Carla Toscano pone de manifiesto que algo falla en nuestro país. Algo falla cuando el insulto y la violencia es la norma en una cámara de representantes democráticos. Algo falla cuando nadie se inmuta mientras se suceden estos ataques. Y algo falla cuando la protagonista de proferirlos sigue impunemente soltando la misma basura:
Quisiera disculparme por mi intervención de ayer.
Nadie debería poner en duda que la señora ministra tiene una excelente preparación.
Se comprueba en su defensa de la pederastia, la excarcelación de violadores, el aumento de los ataques a mujeres y todos sus grandes éxitos.— Carla Toscano (@eledhmel) November 24, 2022
Sentimos ser reiterativos, pero debemos recordarle de nuevo a lo peor de España, quienes son en realidad lo mejor de nuestra tierra:
«Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides».
Max Aub, Campo de Almendros (1968)
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.