La Sección 4ª de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nazional ha hecho pública el 5 de diciembre de 2017 la sentencia contra doce raperos integrantes del grupo “La Insurgencia”. Fueron juzgados el pasado 2 de noviembre, acusados de enaltecimiento del terrorismo por medio de sus canciones, que a los fiscales y magistrados borbónicos les suenan como bombas nucleares.

Las difundían en su canal de YouTube, en el que tienen colgados 341 vídeos y cuentan con 3.300 seguidores. Son trece los acusados, pero uno de ellos es menor de edad, por lo que quedó fuera de este lote enviado a la Audiencia Nazional.

El fiscal José Perals, nombre que hasta mi ordenador se resiste a escribir, solicitó para cada uno de ellos dos años y un día de prisión, una multa de 4.800 euros, la inhabilitación para ejercer el derecho al sufragio pasivo durante el tiempo de su condena, y que sean borradas de Internet sus terribles canciones enaltecedoras del terrorismo. La sentencia confirma las peticiones del fiscal, por lo que podrán ser encerrados en una mazmorra borbónica los doce, aunque carecen de antecedentes penales. De momento, han anunciado que recurrirán al Tribunal Supremo tan disparatada sentencia, en donde todo es posible.

La sentencia, firmada por las magistradas Teresa Palacios y Carmen Paloma González, con el voto particular de la otra magistrada, Ángela Murillo, dice que en los vídeos colocados en su cuenta de YouTube “las letras presentan continuadas alusiones que entrañan abiertamente una loa” al terrorismo. El voto particular considera que estas “criaturas” de La Insurgencia sólo pretendían “llamar la atención” con unas letras, en opinión de la magistrada, carentes de valor literario y una música horrorosa, pero sin ánimo terrorista.

El ideario insurgente

La Insurgencia nació en 2014 en Vigo, como un grupo rapero formado por cinco amigos, que se fue ampliando con la incorporación de cantantes de varias regiones españolas y de Sudamérica, unidos por un ideario semejante al suyo. Tienen entre 17 y 27 años, y se definen como “un colectivo musical que pretende fomentar el internacionalismo, difundir y expandir la cultura revolucionaria y elevar el nivel de conciencia de las masas trabajadoras”. Para el cumplimiento de este programa debieran ser subvencionados por un Gobierno sensato, pero el del partido que se dice Popular azuza a fiscales y jueces contra ellos. Como es lógico, porque mentarles la “cultura revolucionaria” a los integrantes del partido fundado por el falangista Manuel Fraga es más de lo que ellos pueden tolerar sin atragantarse.

Sus canciones supuestamente terroristas aterrorizan a los fiscales y los jueces. Por algún extraño motivo, en el reino borbónico de España solamente siguen las carreras judiciales y fiscales unos seres pusilánimes, asustadizos y con úlcera de estómago, a los que espantan las letras de las canciones originales de grupos juveniles. A ellos no les gusta nada más que Manolo Escobar, y todo lo restante les parece subversivo, por lo que condenan a los autores.

Es cierto que los integrantes de La Insurgencia no caen rendidos sumisamente ante los políticos que tenemos. Y hacen muy bien, porque no lo merecen. Así, por ejemplo, no respetan a los políticos más integrados en el sistema, como Pablo Iglesias, caudillo de la agrupación Podemos, definido en estas letras como un “gorrón traidor al servicio de la burguesía / y por eso partidario de defender la monarquía”. ¿Puede afirmar el retratado que es falsa su caracterización? Puede, pero mentiría si lo hiciese.

No son monárquicos

Y lo incalificable e imperdonable para los señores de la úlcera es que, al contrario de lo que hace este Iglesias, los raperos insurgentes no respetan a la monarquía ni a la familia más irreal del reino, y se atreven a cantar cosas de este jaez: “Yo no lleno salas diciendo que el rey tiene una bala / con el nombre de Lasa y Zabala, / terrorismo institucional.” Los asustadizos servilones del Derecho borbónico se espantan al oír que unos cantantes califican de terroristas a los que asesinaron a José Antonio Lasa y a José Ignacio Zabala en 1983, por sostener unas ideas políticas discrepantes de las defendidas por el régimen borbónico, entonces acaudillado por el presunto socialista Felipe González. Eso sí es terrorismo, pero de Estado.

Otro ejemplo de letra terrorista para los magistrados: “Con rabia me rebelo, / con la misma que hizo volar a Carrero, / vuelos altos bajo esta dictadura: / Franco murió, pero Juan Carlos siguió / con la tortura”, y un ejemplo más: “Yo soy un romántico de la lucha armada, / que se sentirá feliz / cuando ajusticie el pueblo / a Letizia Ortiz.”

Por todo ello, y otras letras con el estilo mismo estilo, se entiende que fiscales y jueces servilones de su majestad el rey católico nuestro señor se horroricen, y quieran acallar para siempre a esos vasallos que se resisten a serlo, intoxicados por el primer punto del artículo 20 de la Constitución borbónica, donde se garantiza en teoría: “Se reconocen y protegen los derechos: A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.” Según las pruebas, a los que no somos monárquicos no se nos puede aplicar la Constitución borbónica, que desde luego rechazamos.

Concepto fascista de la libertad

Ese artículo de la Constitución borbónica es tan cierto como lo que aseguraba el artículo 12 del Fuero de los españoles, impuesto por el dictadorísimo fascista el 17 de julio de 1945: “Todo español podrá expresar libremente sus ideas, mientras no atenten a los principios fundamentales del Estado.” Ese texto ilegal de la dictadura constituye una de las Leyes Fundamentales que el designado por el dictadorísimo sucesor suyo a título de rey juró cumplir y hacer cumplir a sus vasallos en dos ocasiones, el 23 de julio de 1969 y el 22 de noviembre de 1975, y es el primer juramento cumplido por un Borbón en España desde 1701.

Por supuesto, la decisión de si las ideas de los españoles sometidos a la dictadura atentaban o no a su legislación ilegal correspondía a los jueces fieles a la dictadura, como ahora corresponde a los fieles a la monarquía fascista. Es lógico, teniendo en cuenta que la monarquía fascista fue instaurada por el dictadorísimo genocida el 22 de julio de 1969, cuando propuso a su caricatura de Cortes al sucesor a título de rey designado por él. Con razón afirmó en su discurso de fin de ese año: “Todo ha quedado atado y bien atado”, la única verdad que dijo en su larga vida de traiciones.

Un Estado que en el año 2017 considera terroristas a los cantantes, demuestra la perversión de su origen: es una monarquía fascista, instaurada por un militar sublevado contra la legalidad constitucional. Por eso ahora mismo en las mazmorras borbónicas están encerrados presos políticos que expusieron públicamente sus ideas, y por eso otros españoles de ideología republicana están exiliados. Exactamente como sucedía durante la dictadura fascista. Todo quedó atado y bien atado, y así continúa.

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