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Foto: Francesc Sans

“Las personas sordas son invisibles, a un ciego le das un bastón o va con su perro, un sordo no lleva nada, si no te lo dice no sabes que lo es, las necesidades son distintas”. Marian González, de la plataforma ‘Volem signar i escoltar’ (‘Queremos signar y escuchar’), denuncia la marginación a la que está sometida la lengua de signos en España y reivindica su utilidad para el bienestar. La integración social y el pleno desarrollo emocional y cognitivo de los niños sordos. La escuela Tres Pins de Barcelona es la única que ofrece un proyecte bilingüe (lengua de signos y lengua oral) en Catalunya pero ante la amenaza de nuevos recortes y de una concepción antigua y limitada del fenómeno por parte de los centros responsables y sus médicos, se ha reunido con la Generalitat para consensuar medidas concretas y efectivas.

“El cerebro humano no discrimina entre la manos y la lengua. Las personas son las que discriminan, no la biología de nuestro cerebro”. La afirmación de la doctora Laura-Ann Petitto ilustra los prejuicios que sufre la lengua de signos (hay más de 600 distintas en todo el mundo) en España y el consiguiente deterioro cognitivo de los niños sordos. Este colectivo poco mediático, -unos 30.000 en todo el país, 1.850 de los cuales en Catalunya-, se ve lastrado por la falta de conciencia social, el déficit de recursos y un perverso trasfondo de intereses económicos.

Marian González es maestra, madre de un niño sordo e integrante de la plataforma ‘Volem signar i escoltar’ (‘Queremos signar y escuchar’), cuya finalidad es garantizar la accesibilidad, comunicación y educación de los niños y jóvenes sordos en igualdad de derechos y oportunidades. Explica que el calvario familiar surge desde el minuto 0 y el proceso se repite de manera cíclica: el hospital detecta el problema auditivo, lo comunica y deriva el caso a los CREDAC (Centro de Recursos Educativos para Deficientes de Catalunya), dependientes del Departament d’Ensenyament y responsables de informes anuales de seguimiento y necesidades, que les encaminan exclusivamente hacia un modelo. “Siempre recomiendan la lengua oral y la mayoría de los que trabajan allí ni siquiera conocen la lengua de signos. Tú sufres por tu hijo, no tienes ni idea y haces lo que te dicen sus médicos y profesionales: que marques con una cruz si quieres que hable o que signe. Nada más. Odian la lengua de signos y no se basan en ninguna investigación científica, ¿qué pasa con los sentimientos de los niños sordos y con la identidad sorda?”.

Ni los dípticos del Departamento de Salut, ni los libros que reparte gratuitamente Ensenyament, ni su web, ni su protocolo explicitan la lengua de signos y se produce un efecto dominó: disminuyen las peticiones de educar en un proyecto bilingüe (lengua oral más lengua de signos), los centros específicos se ven obligados a cerrar (hace una década había uno en Lleida, otro en Girona, dos en Sabadell y dos más en Barcelona), y los niños acaban en escuelas de educación especial, incomprendidos y en grave riesgo de padecer retrasos o problemas de socialización. “La atención temprana en lengua de signos no se está haciendo, en los CREDA (Centro de Recursos Educativos para Deficientes) sólo se trabaja la lengua oral, enseñan a interpretar sonidos fuertes o débiles. Tenemos niños pequeños de 0 a 3 que no se están comunicando, su desarrollo cognitivo está en peligro, eso provoca aislamiento y niños psicotizados, no son autistas sino niños que no han tenido acceso al lenguaje”, recuerda González.

El estudio ‘Política social y derechos de los ciudadanos sordos en España’ considera que los cargos de la Administración relacionados con la sordera, básicamente los directivos de los CREDA, “han tenido una visión limitada, medicalizada y antigua de la sordera. Han prestado poca atención a lo que se hace en países avanzados y no han escuchado nunca a las personas sordas. Se han adaptado poco y mal a la modernidad y han dificultado la labor profesional de los que trabajaban codo a codo con los alumnos”.

Alicia Sort (25 años), sorda profunda y alumna de la primera generación bilingüe de Tres Pins, dirigió una carta abierta al CREDAC para relatar su pésima experiencia. “No guardo buenos recuerdos, en teoría deberían ofrecer información honesta y dar apoyo a cualquier opción de las familias, tal y como hacen en otros centros en otros países, he estado muchos intentando entender su conducta y todavía no lo he conseguido. No entiendo cómo pueden subestimarnos, no respetar nuestra decisión, por qué rechazan colaborar con los padres sólo porque ellos eligen una educación distinta, por qué creen que no es necesario aprender la lengua de signos si es la lengua que nos permite comunicarnos sin dificultados”. A raíz de esta concepción de la lengua de signos, Sort se preguntaba que “quizás ellos son los sordos, somos nosotros quienes no oímos y sabemos lo que necesitamos. A mí me trataron como un conejillo de Indias para comprobar si hablo bien, si escribo bien, si soy suficientemente lista. La perspectiva de la mayoría de profesionales del CREDAC para evaluar la inteligencia de un niño sordo es escuchar cómo habla aunque todavía no sepa sumar y restar, pero si un niño habla muy bien es más inteligente que otro que es capaz de resolver fórmulas matemáticas complejas”.

Audífonos e implantes

El sistema oficial se basa en el arrinconamiento de la lengua de signos pero también en el implante, una simple operación de media hora en la que un electrodo y un imán se venden como la panacea. “No es una voz natural sino es robótica y en algunos casos estos dispositivos no funcionan bien”, comenta González. Como alternativa, existe la posibilidad de los audífonos, – tampoco suficientemente explicada por los CREDA-, que actúan como amplificadores del sonido. Cada cierto tiempo los médicos deben ir limpiando la cera que se forma para evitar que se produzcan infecciones. Pero tanto los audífonos como los implantes dependen del porcentaje de sordera de cada paciente y en un diálogo con más de una persona no garantizan ni mucho menos la plena comprensión. “Conocemos una familia de Tarragona con un niño sordo que no recupera ni con el audífono, necesita que le hagan todas las clases en lengua de signos, su madre es psicóloga y ha tenido que hacerle de maestra en casa. ¿Dónde queda el derecho a la educación y socialización?”, se pregunta.

Sobre el papel, Ensenyament establece que las familias tienen derecho a escoger entre lengua oral y la de signos, que además está reconocida y protegida legalmente en Catalunya. El Estatuto de Autonomía (art. 50.6) ya obligaba los poderes públicos a “garantizar el uso de la lengua de signos catalana y las condiciones que permitan alcanzar la igualdad de las personas con sordera que opten por esta lengua, que debe ser objeto de enseñanza, protección y respeto”. Este junio se cumplirán seis años de la ley 17/2010 de la lengua de signos catalana, impulsada por el actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, -con el que la plataforma quiere contactar-, y aprobada por el Parlament, que la convirtió en oficial y en patrimonio de Catalunya. El artículo 2 explica que tiene por finalidad “reconocerla como sistema lingüístico y regular su enseñanza y protección de los poderes públicos; regular su aprendizaje, docencia e interpretación y difundir su existencia y conocimiento en el ámbito lingüístico catalán”. En el artículo 4 se establece que las personas sordas y sordociegas signantes tienen “garantizado el derecho a usar la lengua de signos catalana en el ámbito de las administraciones públicas catalanas” mientras que en el quinto se blinda la libertad de los familiares o tutores de “elegir libremente entre la modalidad educativa oral o la bilingüe, en la que la lengua de signos catalana es la lengua vehicular, junto con el aprendizaje de las lenguas oficiales”. Ya en la presentación de la ley, el actual presidente catalán se preguntaba si, más allá del reconocimiento de la lengua, su normalización y difusión, el texto sería suficientemente ambicioso en cuanto a la pedagogía sobre el conjunto de la sociedad catalana y si serían necesarios pasos más atrevidos “para romper una primera barrera, la del desconocimiento, a partir de la cual el resto sería mucho más sencillo”.

Lo cierto es que la realidad lo ha complicado en la medida en que se ha ido distanciando de la norma. Actualmente, en todo el territorio catalán sólo funciona una escuela que desarrolle el proyecto bilingüe, Tres Pins, en Barcelona, concretamente en Montjuïc (22 niños y niñas sordos, el 10% del total del alumnado de este centro de primaria e infantil), mientras que la atención especializada en la siguiente etapa escolar sólo tiene lugar en el Institut Consell de Cent. La gravedad de la situación provocó que recientemente la Asociación de Padres y Madres (AMPA) de la escuela municipal Tres Pins emitiera un comunicado para denunciar la escasez de recursos así como la incorporación, en los últimos meses, de psicopedagogos que desconocen la lengua de signos. “Los niños no pueden expresarse correctamente ni explicar sus sentimientos a las personas que deben atenderlos. Es una actitud de menosprecio totalmente ideológica y no basada en ningún criterio pedagógico”. Los padres sospechan que el centro quiere disminuir los hablantes de esta lengua “a un reducto cada vez más pequeño para que los niños sordos no hablen su lengua y ésta acabe desapareciendo”.

Además, también calificaron de “incorrecto y poco respetuoso” el trato del CREDAC Pere Barnils y recuerdan que el proyecto bilingüe permite “desarrollar una plenitud emocional y desarrollar al máximo su rendimiento cognitivo desde los primeros años de su vida”.

Por todo ello, Marian González, en representación de la Plataforma ‘Volem signar i escoltar’, pidió una reunión con Ensenyament para buscar complicidades y soluciones concretas. El encuentro con el equipo liderado por Mercè Esteve, subdirectora general de Ensenyament y atención a la diversidad, fue tan constructivo como sorprendente. “Fuimos en son de paz y nos dijeron que no sabían nada esta situación, que están orgullosas del sistema oralista y que las familias están contentas pero admitieron que todavía falta mucho. Se mostraron muy abiertas y aseguraron que habrá recursos porque siempre intentan atender las necesidades de todos”.

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Foto: Francesc Sans

La vocación inclusiva es tan importante como insuficiente en un colectivo que requiere medidas personalizadas. “Está muy bien ir a escuelas cercanas a tu casa, pero depende de la discapacidad: a un niño ciego le puedes adaptar la clase, el patio, el comedor… porque no hay problema de comunicación, ni para escribir, ni para entender. El problema de la sordera es diferente, se necesita contacto con otras personas sordas, niños y adultos, tener modelos, con una persona sola no aprendes la lengua. Y pedimos que haya agrupamiento de sordos, porque un sordo solo no avanza y se queda aislado”.

La plataforma ha conseguido arrancar algunos compromisos de la Generalitat, que hasta ahora sólo contaba con una cara de la moneda (la versión de los CREDAC): proyectos bilingües en todo el territorio catalán (a Tres Pins vienen niños que viven en Martorell y una familia de Vic tuvo que instalarse en Barcelona), modificaciones en los protocolos y dípticos de Salut (que incluyan información sobre la lengua de signos y la asociación APANSCE, Asociación de Padres de Niños Sordos de Catalunya) y revisar los recursos de accesibilidad en la educación post-obligatoria. En este sentido, el problema es garantizar los derechos lingüísticos en la última fase escolar. “En el Institut Consell de Cent tienen logopeda y psicopedagoga, pero al escoger ciclo formativo o bachillerato no tienen completas las horas con un intérprete signando, la otra mitad la compensan pidiendo a los compañeros los apuntes o a los profesores que les avancen temas. Hacen novillos, cosa que entiendo, y los ciclos de dos años los terminan en cuatro. Pedimos igualdad de oportunidades y horario completo”.

La otra reivindicación puede parecer más secundaria pero resulta simbólica en cuanto a respeto y diversidad: el cambio de la página web, que debería incluir información exhaustiva del proyecto bilingüe así como de modelos adultos, tales como Pepita Cedilla (maestra y logopeda de Tres Pins), la psicopedagoga Marta Vinardell o las profesoras Marga Sirera y Menchu González, que trabajan en la escuela de educación especial Josep Pla. Hasta ahora, el único referente era Marta Capdevila, “que públicamente se ha manifestado en contra de la lengua de signos, cosa que es una falta de respeto”, y que ejerce como vicepresidenta de ACAPPS (Asociaciones Catalanas de Padres y Personas Sordas), “que no quieren ni ver la lengua de signos. Creen que si a un niño sordo le signas no se va a esforzar en hablar. Claro que queremos que hable, pero también que sea feliz, que vea otros niños sordos, aprenda y se comunique en todos los sitios”.

Como aspecto aparentemente menor pero sumamente sintomático, la falta de coordinación con el Departament de Cultura, que sí promueve las distintas herramientas de integración pero para los adultos sordos, “los que pueden quejarse”. El día a día en los centros educativos, es muy distinto. “Los colegios prohíben mover las manos al niño y a los profesores. Si naces sordo y comunicación no tienes, no piensas, poco a poco entre la lectura labial vas interpretando y aprendes, vas añadiendo, pero si no tienes una primera lengua para pensar… La atención temprana se debe dar siempre con lengua de signos junto a la oral para asegurar el pensamiento y garantizar el desarrollo cognitivo”, añade González.

Voces autorizadas y un debate encendido

En su tesis doctoral del 2015 en la UAB, Jordina Sánchez demostró los beneficios de la educación bilingüe y de la lengua de signos, que “ayuda en la comunicación, estimula la lengua oral y resulta útil también para niños autistas, con parálisis o Síndrome de Down”. Sus conclusiones son dignas de reflexión: la mayoría de niños sordos tienen poco o ningún contacto con personas sordas; la matrícula en la modalidad bilingüe aumenta en niveles educativos más altos; en la postobligatoria los estudiantes sordos hacen estudios diferentes que los oyentes; en la universidad el porcentaje de estudiantes sordos cae respecto al de los oyentes y los alumnos sordos no gozan de las mismas oportunidades educativas que el conjunto de alumnos oyentes.

Sánchez pone de manifiesto que, en las zonas donde se ofrece la modalidad bilingüe hay una tendencia a matricularse, especialmente en edades avanzadas en las que es probable que sea el propio alumno quien elija la modalidad educativa. Por lo tanto, el desequilibrio territorial que existe en la oferta educativa puede estar provocando una desigualdad en las oportunidades educativas del alumnado sordo en Catalunya. El estudio señala la necesidad que la información proporcionada a las familias sobre el desarrollo lingüístico y cognitivo en lengua oral y lengua de signos, así como sobre el autoconcepto e identidad del niño sordo, cuente con el máximo rigor posible.

Además, la tesis también señala directamente las carencias de los CREDA y sus profesionales: “tienen una formación inadecuada que no garantiza la libre elección de los padres y priorizan la intervención exclusivamente oral por encima del objetivo de asegurar la adquisición del lenguaje”. Jordina Sánchez afirma que el asesoramiento actual con el niño sordo “no contempla el papel de la lengua de signos como medida de prevención ni asegura la igualdad de oportunidades del alumnado sordo” y también lamenta que tanto la práctica de los profesionales de los CREDA, como la información de sus webs y la terminología usadda “no cumpla la ley de signos catalana de garantizar la información a las familias de niños sordos sobre las modalidades educativas disponibles”.

Jesús Valero, autor del libro ‘La detección universal neonatal de la sordera en Catalunya. Situación actual y retos de futuro’, avisa que las familias necesitan apoyo, asesoramiento, orientación, recursos y formación para saber cómo favorecer la conciencia auditiva, así como criterios educativos que potencien la autonomía del niño y eviten la sobreprotección. Sus recetas abarcan desde usar patrones de entonación que hagan sobresalir acústicamente las frases hasta usar palabras familiares y frases aprendidas durante las rutinas diarias, pasando por propiciar preguntas al niño, esperar pacientemente sus respuestas o usar preferentemente la voz materna.

La sensibilidad del sector no es unánime y muchas veces choca con los tabús de un sector más conservador e intolerante. Hace unos días José Luis Aedo, presidente de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS), advertía del riesgo de que “haya alumnos con discapacidad auditiva que acaben sus estudios siendo analfabetos por el abandono de la lengua oral en su enseñanza, ya que en muchas comunidades autónomas se habla de sistema bilingüe para el alumnado con este tipo de discapacidad, pero sólo se está trabajando en lengua de signos». Aedo insistió en la necesidad de que el aprendizaje de la lengua de signos no se haga en detrimento de la oral, puesto que hay alumnos «que tienen que abandonar sus estudios porque en clase cuentan con un intérprete, pero en casa no disponen de esta ayuda», y a su juicio, es necesario que los estudiantes de este colectivo se habitúen a estudiar como el resto de sus compañeros.

En cambio, la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE), ha puesto de relieve los beneficios de la lengua de signos entre las personas sordas usuarias de prótesis auditivas. «El aprendizaje de la lengua de signos es paralelo al proceso de enseñanza y aprendizaje de la lengua oral y escrita», indicó en Servimedia.es Aránzazu Díez, responsable del departamento de Familias y Educación de la Fundación CNSE. Según Díez, al tratarse de una lengua que se desarrolla en un canal visual, su adquisición “es más rápida que la del lenguaje oral, cuyo proceso depende de factores como el grado de pérdida de audición, la edad en la que se produjo o el uso y correcta adaptación de las prótesis auditivas». A su juicio, esto constata que la lengua de signos sea compatible con el uso de estas ayudas técnicas, ya que ayuda a dotar de significado aquellos sonidos que percibe una persona con implante coclear o audífono, y a comprender y dar sentido a los mensajes en lengua oral. «No hay que olvidar que aunque las prótesis auditivas son ayudas técnicas, no hacen que desaparezca la sordera», recordó. La lengua de signos “ayuda a los niños sordos a entender, desde el primer momento, lo que viven y experimentan, y es la mejor aliada para construir una imagen positiva y ajustada de sí mismos», manifestó.

Foto: Francesc Sans

Otro aspecto que la CNSE considera prioritario es que la adquisición y el mantenimiento de dichas prótesis se ajusten a la realidad social y económica de los que las utilizan. «Se trata de productos de poco mercado, pero para sus usuarios son de primera necesidad, y a ellos, lógicamente, les preocupa el binomio calidad-precio», señaló Concha Díaz, presidenta de la CNSE. En este sentido, Díaz considera que no debería haber límite de edad para acceder a prestaciones por audífonos, y que el mantenimiento o renovación de los componentes externos de los implantes cocleares no pueden depender de las posibilidades económicas de las familias con hijos sordos o, en su caso, de los adultos sordos usuarios. «Es necesario analizar su elevado coste y la capacidad de los usuarios para asumirlo», dijo.

Desde Apansce (Asociación de padres de niños sordos de Catalunya), se mantiene firma la lucha para que se incluya el conocimiento de la lengua de signos como uno de los factores necesarios del currículum de los profesionales que trabajan con niños sordos en la administración catalana. Además, exigen renovar la dirección del CREDA de Barcelona con profesionales que tengan este conocimiento curricular.

Por su parte, Fesoca (Federación de Personas Sordas de Catalunya), una entidad muy activa, ha firmado recientemente un convenio con el Institut d’Estudis Catalans para impulsar la lengua de signos catalana y ha formalizado la petición expresa que se incluya como lengua oficial en una hipotética Constitución catalanadurante una reunión con el presidente de la Comisión del Proceso Constituyente, Lluís Llach. En su web también se hacen eco de una nueva aplicación móvil que permite a las personas sordas alertar de una emergencia al 112.

En el LSC Lab de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) se han publicado traducciones de un artículo que corrobora científicamente la necesidad de que los niños sordos adquieran/aprendan lengua de signos. ‘Garantizar la adquisición del lenguaje para los niños sordos: ¿qué pueden hacer los lingüistas?’, firmado conjuntamente por Tom Humphries, Poorna Kushalnagar, Gaurav Mathur, Donna Jo Napoli, Carol Padden y Christian Rathmann, realiza una recomendación general básica: ‘Todos los recién nacidos sordos y niños pequeños con sordera adquirida recientemente deberían aprender una lengua de signos, independientemente de si reciben o no un implante o un audífono’.

De ella se desprenden una serie de consejos: los profesionales médicos deberían estar formados en la investigación reciente sobre la adquisición del lenguaje, especialmente en cuanto a las cuestiones de privación lingüística entre los niños en riesgo, principalmente los niños sordos; la atención médica a los niños sordos debería ser coordinada entre los profesionales de la salud pertinentes, incluidos los audiólogos, los psicólogos, los cirujanos y los equipos de rehabilitación y las recomendaciones de los profesionales de la medicina deben ser precisas y adecuadas. En este sentido, el artículo pone el acento en aconsejar a los padres de los recién nacidos y de niños con sordera adquirida recientemente que enseñaran lengua de signos al niño, independientemente de si éste también utiliza audífonos o implante. “Ello significa que toda la familia debería aprender lengua de signos; y como la salud biológica del mecanismo del lenguaje está en juego, este es propiamente un asunto médico, por lo que es responsabilidad de la profesión médica informar”.

También resulta fundamental, según los autores del artículo, poner en contacto a los niños sordos con otros niños y adultos sordos signantes de forma asidua, así como hacer accesible la lengua de signos a los padres oyentes y a sus hijos sordos. Esta propuesta lleva a sugerir que la enseñanza de la lengua de signos a estas familias sea financiada con fuentes gubernamentales.

A nivel internacional, François Grosejan, de la universidad suiza de Neuchatel, no duda en afirmar que “el aprendizaje precoz de las dos lenguas otorgará al niño más garantías que un solo idioma, cualquiera que sea su futuro y el mundo en el que escoja vivir”. Por su parte, otro autor como Braden reconoció en 1995 que “el uso precoz de la lengua de signos en los niños sordos no inhibe el desarrollo intelectual y lingüístico”.

 

Ejemplos de inclusión y menor protección estatal

Marc Tapia es la viva imagen de la superación y de la importancia de la lengua de signos, de la que es profesor. Tiene estudios de integración social y domina siete lenguas: catalán, castellano, inglés, un poco de italiano, lengua de signos catalana y castellana, lengua de signos americana y sistema de signos internacional, que se asemejaría al esperanto en el contexto de este lenguaje.

Como otros ejemplos, González cita un niño adoptado que llegó de Etiopia con 11 meses y tres meses después de hablarle y signarle, ya era capaz de elaborar frases compuestas con la lengua de signos, algo que “un bebé no puede hacer hablando. La voz no la tiene desarrollada, las manos sí”.

En Tres Pins también recaló un niño que hasta los 8 años pasó por tres colegios distintos. “Le decían que con la lengua de signos acabaría siendo barrendero y que algún día ya hablaría pero la familia estaba desesperada. Es muy duro que no le puedas decir a tu hijo ‘esta noche vamos a cenar pizza’ y que se tire al suelo porque no entiende nada. Antes gritaba, ahora ya habla pero tuvo que pasar por pruebas neurológicas que salieron bien. ¿Ese sufrimiento vale la pena?”, se pregunta Marian González.

A nivel estatal, todavía se dibuja un paisaje más desolador, ya que apenas hay una ley de reconocimiento de la lengua de signos en Madrid mucho más débil (es cooficial, mientras que en Catalunya es oficial), aunque en la capital sí funcionan cuatro escuelas con el proyecto bilingüe, como por ejemplo la escuela cooperativa GAUDEM. Una notable excepción a la norma general: ni Andalucía, ni Galicia, ni Valencia, ni Asturias gozan de un marco jurídico específico o de centros preparados, sencillamente la mayoría de niños sordos llevan implante. “Les dicen que es suficiente y entonces las familias no piden que sean educados en lengua de signos”.

Un caso paradigmático y reciente sucedió en Castellón, donde a finales de marzo la formación asamblearia Castelló en Moviment (CSeM) consensuó una declaración institucional entre los grupos políticos con representación en el ayuntamiento para incorporar el lenguaje de signos en las escuelas. Se trataba de un proyecto pionero para el curso 2016/17 consistente en dos aulas de niños de 2 y 3 años en una escuela pública para la infancia sorda con presencia de la lengua de signos. Once días más tarde, el texto propuesto fue retirado a última hora por las mismas cuatro formaciones con representación municipal que lo habían apoyado durante tres meses de reuniones. En el polo opuesto se encuentra Gallaudet, ciudad americana de Washington que cuenta con una universidad de sordos donde todos los profesores también lo son.

Al final, todo depende de la voluntad y de aprovechar mejor los recursos existentes, como por ejemplo los logopedas intérpretes en Tres Pins. “Hay perfiles más fáciles de buscar: maestras de educación especial competentes en la materia que están en las bolsas de trabajo. Gastar dinero ahora es ahorrarlo en el futuro, ¿queremos jóvenes autónomos o dependientes?”.

A la espera de futuras reuniones –de la respuesta al resumen de acuerdos que se envió hace dos semanas-, y de que las buenas intenciones de la Generalitat se traduzcan en cambios efectivos, la plataforma prosigue su lucha en detalles tan cotidianos como la búsqueda de extraescolares y profesores particulares, que se convierten en una odisea. Para ello, ha abierto en su web una cuenta bancaria (ES90 2100 0555 3102 0246 3105) para poder sufragar los procesos legales pertinentes y actividades como la ‘Primera Jornada de la revolución de la educación bilingüe de Catalunya’, que se celebrará el sábado 28 de mayo en UB Mundet (de 9.30h a 14h) para hacer difusión del problema. “No somos radicales ni locos, queremos todos los recursos, información neutral y que todos puedan elegir. Si vas a una escuela ordinaria y no hay más niños sordos ni ves adultos sordos te crees que cuando te hagas mayor te vas a morir, porque no tienes modelo, te crees que eres tonto, y no eres tonto sino sordo, necesitas otro sistema para entender el mundo”.

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