El president de la Generalitat, Artur Mas, seguirá la ruta prevista en el proceso soberanista sin dejar de lado la convocatoria de una consulta no aceptada por el Gobierno, el Congreso
El president de la Generalitat, Artur Mas, seguirá la ruta prevista en el proceso soberanista sin dejar de lado la convocatoria de una consulta no aceptada por el Gobierno, el Congreso de los Diputados y, con matices, el Tribunal Constitucional. La falta de diálogo con el gobierno central y la negativa del Estado a autorizar la celebración de un referéndum “me ha puesto en un camino personalmente peligroso«, comentó Mas durante la sesión de control al Ejecutivo en el Parlament, en respuesta a las habituales críticas lanzadas por el PP contra “la deriva soberanista” tomada en esta legislatura por un Govern sostenido por la principal fuerza de la oposición y caracterizado por la acción a corto plazo y el ruido en torno a la cuestión nacional.
Mas, que había prometido “dificultar” las cosas al gobierno central, pidió, durante la diada de Sant Jordi, a la Unión Europea “que ayude a buscar una solución buena para todos”. En la misma jornada, negó la existencia de cualquier fractura social originada por la crisis independentista, se mostró convencido que la Unión Europea acabaría reconociendo la independencia de Catalunya, y reclamó a Bruselas que “alguien de la UE nos diga si Cataluña no es una nación”.
El president ve su trayectoria política amenazada por los recursos y “la fuerza de un Estado” decidido a impedir la consulta por todos los medios legales. Mas aseguró que es «evidente que hay un conflicto» entre Catalunya y el Gobierno central. La solución: votar en la consulta del 9 de noviembre. Para el president, el Ejecutivo de Rajoy y el PP están incurriendo en continuos errores al tratar de imponer sus tesis, “absolutamente minoritarias entre los catalanes”. Mas insistió en que el PP no puede «imponer su voluntad” a la sociedad catalana y reiteró que una consulta sería lo más sencillo y lo que harían los países con tradición democrática, un adjetivo cada vez más gastado en un país en el que Amnistía Internacional ha denunciado un progresivo «deterioro» del derecho de reunión, asociación y a la libertad de expresión, de la mano de una futura ley de Seguridad Ciudadana, apoyada de buen grado por CiU en el Congreso de los Diputados.
La líder del PP catalán, Sánchez-Camacho ha vuelto a recordar al president que Catalunya no tiene competencias para organizar una consulta soberanista y repitió sus advertencias sobre la fractura social: «Está haciendo todo lo posible para que los catalanes nos dividamos y nos enfrentemos«. Sánchez-Camacho se ha mostrado también contraria a la idea de unas elecciones anticipadas en clave plebiscitaria si la consulta no se lleva finalmente a cabo, «la independencia no la queremos; no queremos un gobierno inestable e ir a votar permanentemente. Queremos que nos gobiernen bien«.
El president también aseguró que no se pronunciará más sobre el debate de si una Catalunya independiente seguiría en la UE, «hasta que haya la petición oficial de un Estado a las instituciones europeas«, respondió a preguntas del líder de Ciutadans, Albert Rivera. Mas comentó que el Gobierno central «no lo ha pedido pero podría haber hecho» esta consulta, y opinó que las instituciones europeas deberían estar preocupadas porque no se permite votar a los catalanes, intención que comparten el 80% de sus habitantes, aseguró. Rivera pidió a Mas que se anticipara la convocatoria de las elecciones a la Generalitat, y, en un debate marcado por la repetición de lemas y expresiones, reconvino a Mas por llevar a Catalunya a “un callejón sin salida”.
La mejora de la financiación autonómica parece haber quedado abandonada en el camino a la consulta, según respondió el president al líder del PSC, Pere Navarro. Mas aseguró que Catalunya no encabezará una reforma del modelo de financiación autonómica. Poco después que PNV y PP sellasen, casi en la sombra, el acuerdo para el concierto económico de Euskadi que regirá en los próximos años, Mas negaba en el Parlament la posibilidad de una negociación sobre el cambio en la financiación, y de paso, un nuevo molde para el encaje en el Estado: “Lo hemos liderado siempre, y si lo lideramos nosotros se montará otra campaña anticatalana. Así es el Estado. Si la reforma de la financiación es una urgencia para todos los ciudadanos del Estado, quién tiene responsabilidades en España y quiera ejercer su liderazgo que lo haga. Nosotros lo hemos hecho muchas veces y hemos salido dañados”.
El mismo día de la sesión de control en el Parlament, Rajoy y Mas han escenificado la enésima versión de su desacuerdo en el foro de marcas renombradas celebrado en Barcelona. Sin interés en ninguna de las dos partes por iniciar un diálogo efectivo, los dos presidentes se han esquivado. Con turnos de intervención en horas diferentes, Mas, a su salida del foro, respondió a la pregunta de si iba a esperar a Rajoy: «No es que no vaya a esperar. Es que no está previsto ningún encuentro. El presidente Rajoy es el que viene aquí. No ha dicho nada».