Se llama Joan Chamorro y se inició en el aprendizaje jazzístico con 18 años. Aunque no estaba  seguro si aquello desencadenaría una pasión en su vida se propuso trabajar con rigor y aquí lo tenemos: con treinta años de experiencia y convertido en un músico infatigable.  Además de su trayectoria profesional, desde hace casi seis años dirige la Sant Andreu jazz band; escuela de formación musical compuesta por alumnos de entre seis y dieciocho años: potenciales artistas que han aprendido a darse cuenta  en qué radica el secreto de amar la música. Da la impresión que todos los integrantes de la SJB fueran genios, pero son lo que son: talentosos, aficionados; pero sobre todo trabajadores de la música.

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Pero entonces ¿un artista nace o se hace?

Hay personas que desarrollan sus capacidades musicales a través del estudio y luego hay otras que quizás tengan una capacidad para llegar más al público con su arte. Hay artistas con capacidad musical pero son fríos, no llegan al público o quizás la música que hacen  es  demasiado intelectual, pero son grandes músicos; grandes genios ¿Por qué Mozart llegaba al público y Salieri no tanto? Si los dos eran unos cracks, en los dos  había mucha música, pero Mozart tenía la capacidad de que con su música iba más allá de unir unos sonidos con otros; tenía una visión de cómo poner las cosas para que además eso transmitiese sentimientos a la gente. Yo nunca seré ni Mozart, ni  Coltrane ni seré Charlie Parker. Hace mucho tiempo que dejé querer ser como ellos porque me di cuenta que era una utopía.

¿Pero te lo planteabas?

Claro. Por supuesto. Yo pensaba… cuando toque como Dexter Gordon, claro, eso te hace  infeliz; son buenos modelos pero con toda esa información que tengo yo toco como Joan Chamorro. Más genio o menos genio: me es igual.

Y es que para Joan Chamorro si de hacer música se trata,  lo que  cuenta son  las horas invertidas. Asegura que si uno hace las cosas bien, llegará un momento que trabajará de ello. “Y si además uno es capaz de  conseguir  que eso que hace guste mucho, pues… tendrá más trabajo. A veces influye la suerte pero uno no debe vivir pendiente de que… cuando sea tal…porque entonces eres infeliz.

En su caso particular a lo largo de toda su carrera  ha tenido que atravesar por todo un proceso  para llegar a  comprender que tocar con gente de fama internacional  lo hace sentir bien. Le resulta inconcebible  pensar: este músico  que toca aquí al lado toca mejor que yo porque eso crea falsas expectativas. Ha sido un proceso y ese proceso que me ha hecho sentir mucho más feliz  es lo que  yo intento transmitir a los alumnos: que yo trabajo para el día a día. Si algo tiene que llegar, llegará y si no llega, pues no pasa nada porque en tu búsqueda has dado lo mejor de ti”

¿Hasta que punto la formación en ese sentido es importante o se puede aprender por sí mismo?

Yo creo que hay mucha gente autodidacta.

¿Fue tu caso?

No; yo empecé tarde, con 18 años entré en la escuela de música, hice un estudio paralelo con instrumento, un trabajo más jazzístico, de transcribir. Por eso me di cuenta de la importancia para los niños del trabajo inicial. Hay que trabajar mucho a partir de la música en sí misma,  ponerse metas, pero las metas no es el fin. En ese camino de aquella meta tu tiempo vale. Para mi un alumno que toque cuatro melodías bien tocadas con ritmo  ya está siendo músico.  A partir de ahí hay que trabajar la capacidad para desarrollar nuevas melodías, la capacidad de improvisación y que entren en la dinámica. Si llega más lejos o no dependerá de eso. Con la Sant Adreu Jazz Band me di cuenta lo importante que es  trabajar sin un esquema riguroso y que el alumno tenga poder de decisión en sus estudios: se le ofrece material de jazz, audio de calidad que le pueda resultar asimilable y después el niño decide si eso le interesa lo suficiente como para dedicarle una hora de su tiempo. A mi me interesa que el niño entienda que esa manera de expresión es la música. Más que dotar a los niños de una súper técnica es importante hacer que amen la música, porque si aman la música tendrán más posibilidades.

Hay alguna relación al hecho de que aprendiste tarde

El pasado ahí está… Pero pienso que si hubiera trabajado desde los siete años como trabajan estos niños, con esa alegría, con esa ilusión,  sin neuras; obviamente yo tocaría de otra manera pero no me puedo quejar de mi carrera musical.

Todos los que conforma la Sant Andreu jazz band empiezan cuando son pequeños: 6 o 7 años  y se retiran cuando cumplen 18, 19 años, aquello  permite  darle continuidad al proyecto. En cuanto al trabajo  lo hacen mucho de oído, de memoria. Joan Chamorro dice que la idea es que se sientan músicos desde un principio. Imitan  modelos que hay en los discos de Charlie Parker, Dexter Gordon, Lester Young, Ben Western y después cada uno elige el que más le gusta y busca su propio estilo.  Y es que  “el saxofón no tiene que sonar de una manera en concreto. Mientras los músicos clásicos buscan uniformidad en el sonido  a mi me interesa encontrar el sonido más personal de los músicos de Jazz,  una voz,  un estilo, intento que los pequeñitos entiendan que tienen que escuchar diferentes músicos y a partir de ahí encontrar su camino y cada vez  me doy cuenta que pueden asimilar más de lo  que los adultos creemos. A veces se suele decir: primero que estudien su instrumento y, luego cuando sean mayores si quieren que  hagan jazz. Y yo me preguntó: ¿Porque no pueden hacer jazz ya desde los seis años?”

Está claro que el método funciona y  no solo con los cracks, sino con la gran mayoría de niños por no decir con todos, claro, algo que resalta Joan es que los niños se tienen que implicar.

“Si existe una buena motivación y los suficientes estímulos en casa para trabajar su instrumento —no todos porque hay gente a la que le cuesta más— la mayoría de niños podrían formar parte de Sant Andreu Jazz band.  Lo que yo quiero es que hagan música: Luego, si cada uno desarrolla… como es el caso de algunos  que están ya saliendo y trabajando muy bien; pues perfecto…

Como el caso de Andrea Motis…

Exacto, como Andrea Motis; como Iscle Datzira;  Marc Martin es un  pianista que tiene 18 años y toca muy bien. Los chicos  que ahora tienen catorce, quince, dieciséis años  están interesados en la búsqueda de su camino; improvisan. Los que tocan el saxo empezaron con ocho, nueve años tocando  lo más tradicional de los años treinta, años cuarenta, armonías claras,  es  lo que hace que disfruten de esta música, lo que les aferra.

alt¿Y te habrás llevado alguna sorpresa espontánea?

Cada niño es una sorpresa. Elsa Armengou con 7 añitos  se ha enamorado de esta música a base de escuchar a su hermana Alba que tiene diez años y que además de cantar toca, el saxo  soprano. Sorpresa es cuando un niño que tiene pánico a entrar a tocar con un grupo de compañeros en la escuela,  de pronto lo encuentras cantando en el Palau de la Música frente a dos mil personas y es que  el trabajo que hacemos va más allá de lo musical…o  cuando te das cuenta que  un chico  por razones varias está un poco desorientado y descubre que la música le aporta y entiende  que realmente puede ser un gran músico, eso es una sorpresa, claro,  aunque para llegar a ese punto tanto él como yo hayamos tenido que luchar durante cinco años para hacerle entender que él es músico y la música lo puede hacer feliz y hacer feliz a la gente. Como profesor hay que tener paciencia, entender que más allá de exigir que estudien hay que profundizar con los niños, ellos tienen su vida personal y de por medio está la relación con su familia, las edades; hay temporadas que estudian más; otras menos. A cada uno le llegará su momento de descubrir que eso  puede ser su pasión y como ya han hecho un trabajo previo de escucha y además trabajan una o dos horas diarias pues esos niños terminarán siendo grandes músicos.

En cuanto a los ensayos en casa,  Joan Chamorro dice que lo ideal es ensayar una hora cada día. En ese sentido hay pequeños que de esto se dan cuenta antes y otros después. Unos ensayan media hora, veinte minutos, pero lo importantes es que los niños cojan cada día el saxo o el instrumento que sea, eso ya es válido. Tan válido como el apoyo que les brindan los padres… “Los padres tienen que verlo bien que sus hijos en un momento dado puedan dedicarse a la música; deben apoyarlos comprándoles  el instrumento, pagándoles las clases, llevarles a los conciertos”

¿Cuantos años tiene la Sant Andreu Jazz band?

Seis años va a cumplir. Tenemos 2 DVD. Ahora va a salir el tercero. Hemos tocado con algunos músicos de fama mundial como: Terell Stafford, Jesse David y Wycliffe Gordon, en el marco del festival de jazz del año pasado, cuya grabación en CD Y DVD saldrá durante este 2012.  Luego vamos a grabar otro disco con Scott Robinson, un saxofonista que además viene a grabar conmigo y con Andrea Motis, un disco que lo hacemos en agosto en el Palau de la Música  en el festival Mas y Más.

Pero… ¿son dos proyectos distintos entonces?

Sí; el proyecto con Andrea Motis, es un proyecto personal que hace tres años funciona. Yo ahí sí soy profesional, en lo otros soy profesor y director.  Hemos grabado  un disco, ahora saldrán dos más, tenemos muchos conciertos por delante. Es un proyecto en el cual también colaboran otros miembros de la SJB como Iscle Datzira, Eva Fernández, además contamos con músicos profesionales como: Ignasi Terraza, Esteve pi, Josep Traver, David Mengual.

Debe haber química entre los músicos…

Por supuesto. Suele haber mucha improvisación en el escenario. Eso la gente lo nota.  En un concierto pasan muchas cosas diferentes: es lo que tiene esta música y lo que tiene que exista tal interacción entre los músicos.

¿Cuándo empezaste en esto tuviste dudas?

Muchas, porque cuando tienes 18 años y quieres ser músico te preguntas si vales o no vales,  si puede ser tu pasión o no, te preguntas si quieres dedicar toda tu vida a eso. Muchos años tuve dudas hasta que me di cuenta que la música era apasionante y  que ese trabajo que no había hecho de pequeño tenía que hacerlo si quería dedicarme de manera profesional. Ahora  hace bastantes años que estoy enamorado de mi profesión como músico, como profesor, y no solo doy clases a los chicos, también doy clases a adultos. Por otra parte,  yo creo que la música puede formar parte de tu vida sin ser profesional, como consumidor de música, como persona uno puede dedicar un tiempo a su instrumento aunque no pretenda ganarse la vida con eso, si eso hace más feliz a una persona,  para mi también es importante, no solo pienso en los profesionales ni en el triunfar porque eso es relativo

¿Y si no te hubieras dedicado al jazz, qué te hubiera gustado ser?

Yo creo que me habría gustado trabajar en cosas para los demás, aunque cuando hago pedagogía y tocamos es un poco eso: te das cuenta que la gente está siendo feliz en ese momento y te lo dicen: “oye Joan durante el tiempo que trabajé contigo aprendí cosas no solamente musicales sino de actitud delante de la música”, también, para mi es una satisfacción conseguir que la gente baile, que cante, que nos escuchen con ganas y sonrían.

Algo así como  transmitir un pequeño grano de felicidad

En la vida hay sombras, luz, el sol, el frio, el calor. Yo quiero seguir optando porque me interesa la luz, las energías positivas. Desde mi trabajo busco potenciar la alegría, el optimismo, el poder poner sentido del humor incluso en los momentos que uno sufre, sobre todo en estos tiempos. Intento enseñar la música sin dramatismo.  Estudiar y practicar no porque así tocarás mejor o peor; sino porque  te aportará felicidad a ti y a los demás.

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