São Paulo es uno de los grandes símbolos del éxito económico de Brasil. Sin embargo, esta Nueva York del trópico acoge también en su seno las contradicciones y limitaciones del milagro
Las protestas se han intensificado tras la ocupación de un millón de metros cuadrados por ocho mil familias para impulsar la comunidad de Nueva Palestina
São Paulo es uno de los grandes símbolos del éxito económico de Brasil. Sin embargo, esta Nueva York del trópico acoge también en su seno las contradicciones y limitaciones del milagro brasileño. Así, frente al resplandor cosmopolita de su avenida Paulista, no son pocas las sombras que se proyectan en su cotidianidad urbana. La falta de vivienda es una de ella, como miles de personas se han encargado de poner de manifiesto este miércoles (22 de enero) en las calles convocados por el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), con varias marchas que han confluido en el Palacio dos Bandeirantes, sede del gobierno paulista.
Las protestas por la falta de vivienda no son nuevas en São Paulo, pero han experimentado una fuerte revitalización desde que el pasado 29 de noviembre MTST promovió la ocupación de un área de un millón de metros cuadrados en la zona sur de la capital paulista. La acción fue respaldada por unas 2.000 familias, pero conforme pasaban los días su número se iba multiplicando. Nacía así la comunidad de Nueva Palestina donde actualmente hay asentadas unas 8.000 familias y cerca de 2.500 más se encuentran en lista de espera.
Para Helena Santos, coordinadora estatal del MSTS, la lucha de Nueva Palestina es la única oportunidad para poder lograr una vivienda digna. “Las personas que están aquí no se encuentran en condiciones de pagar un alquiler, algunas viven en la calle y otras en casas de parientes. Aquí ellas tienen la esperanza de conseguir un techo”, comenta. Una opinión que comparte Max William, un joven de 24 años, que vive en la comunidad junto a su madre y tres hijos: su renta mensual es de unos 800 reales (unos 250 euros), mientras que el aquiler que venía pagando era de 450 reales.
El campamento funciona de forma totalmente autogestionaria. Lo primero que recibe una familia cuando llega al campamento es un lote de terreno y los materiales mínimos para construir una precaria chabola donde cobijarse: unas maderas, unos plásticos y poco más. Para su funcionamiento, el MTST ha dividido Nueva Palestina en 21 grupos, cada uno con una cocina comunitaria y dos baños, masculino y femenino. La comunidad funciona de forma autogestionaria mediante asambleas diarias en las que participan unas 4.000 personas.
Tauana Oliveira da Silva solo tiene 18 años. Para ella todo lo que está viviendo estos días es nuevo, pero lo considera el medio de lograr un techo para sus tres hijos, el más pequeño de tres meses. “Es la primera vez que participo en una cosa así. Mi marido nos trajo porque fue la única forma que vimos de tener una casa”, destaca.
Desde el MTST se insiste en que su objetivo no es transformar la zona en una nueva favela, sino conseguir que el área sea urbanizada y transformada en un barrio integrado y normalizado dentro de la trama urbana. Sin embargo, esta reivindicación no está encontrando eco en el gobierno municipal que preside Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), quien recuerda, además, que el área ocupada es zona protegida destinada a convertirse en un parque público. “La mayor parte no puede ser utilizada para edificar vivienda porque se trata de un área preservación ambiental y el propietario debería haber cuidado de que la zona no fuera invadida bajo pena, incluso, de delito ambiental”, señala Haddad.
Frente a esto, el MTST afirma que su asentamiento no ha superado el 10% de la superficie, que sería el espacio máximo en el que actualmente se permitiría edificar. Además, asegura que para la ocupación no se han realizado ningún tipo de desforestación. En cualquier caso, considera insuficiente esa extensión por considerar que en ella solo podrían edificarse unas 1.000 viviendas. Por ello el movimiento reclama una recalificación de los terrenos para permitir la urbanización del 30% de la superficie.
Esta no es la primera protesta que convoca el MTST en lo que va de año. Hace unas semanas ya una primera manifestación que congregó a unas 6.000 personas y bloqueó durante cinco horas varias vías importantes de la ciudad. Además, la pasada semana realizó una concentración que reunió a cientos de simpatizantes frente a un centro comercial en protestas contra las medidas discriminatorias que pretenden evitar los rolezinhos, concentraciones masivas de jóvenes de la periferia, organizadas por las redes sociales, en este tipo de establecimientos. En la manifestación de ayer además de los residentes en Nueva Palestina también participaron participantes en otras ocupaciones activas en la ciudad como Dona Deda, Capadócia o Franja de Gaza, donde miles de personas siguen reclamando una vivienda digna.
La batalla planteada por el MTST evidencia que, pese a los avances registrados en los últimos años, la vivienda continúa siendo una de las asignaturas pendientes de Brasil. Según los datos barajados por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA, según sus siglas en portugués) el déficit de viviendas en el país era de 5,2 millones en 2012. Sin embargo, el fuerte encarecimiento de la vivienda registrado en los últimos tiempos amenaza con agravar la situación. En este sentido, Cleandro Krause, coordinador de estudios urbanos del IPEA, destacaba que “aunque sea un segmento todavía muy oscuro, ya que no contamos con índices oficiales de la variación de precios de los inmuebles, las señales muestran una tendencia de aumento del déficit ligada al encarecimiento de los alquileres, un escenario sobre el que tendremos que estar atentos”.
Descontando la inflación y el incremento de la renta familiar, los alquileres habrían experimentado entre 2002 y 2012 una subida estimada del 50%. Y lo mismo está ocurriendo con la venta de viviendas. Una buena muestra son los últimos datos disponibles de Rio de Janeiro, donde entre julio de 2009 y julio de 2013 se revalorizaron los precios un 161,7%. Todas estas tendencias se han visto agravadas además por los fenómenos especulativos ligados a los grandes eventos deportivos previstos para los próximos años como el Mundial de Fútbol o las Olimpiadas de Rio que, además, han originado fuertes remodelaciones urbanas que han desplazado a miles de personas.
Frente a estas carencias habitacionales, el gobierno del PT ha promovida en la última década, primero bajo la presidencia de Lula y ahora de Dilma Rousseff, el programa Minha Casa Minha Vida. Según explicaba recientemente la propia presidenta, el objetivo es poner en marcha 700.000 nuevas viviendas durante 2014, año en que, además, tendrá que revalidar su continuidad en la presidencia. “Nuestra meta es llegar a los 2,7 millones de viviendas contratadas solamente durante el periodo de mi mandato”, destacaba. En estos diez años, los gobiernos liderados por el PT han impulsado la construcción de unos 3 millones de viviendas, de las que ya se han entregado a sus ocupantes 1,4 millones.