Los medios de comunicación están informando estos días de las conversaciones entre los gobiernos de los Estados Unidos y Turquía sobre el establecimiento de una franja de seguridad al norte y este de siria lo largo de la frontera con turquía que afecta directamente a la región de mayoría kurda-siria. La excusa es impedir la incursión de la guerrilla de las Fuerzas de Defensa Popular (HPG) del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Los puntos que quedan por definir en el acuerdo son: la extensión exacta de la franja, quien la controlará y cuando se empezará a crear. De momento se va a crear un centro de operaciones conjuntas turco-norteamericanas en Turquía para coordinar y gestionar juntos el establecimiento de esta zona.
El objetivo real de este corredor es atacar la autonomía que actualmente goza el territorio kurdo de Siria respecto al régimen de Bashar al-Ássad e impedir que cunda el ejemplo en Turquía, Irán e Irak (estados que junto a Turquía ocupan el territorio del Kurdistán desde la I Guerra mundial). Últimamente ha habido enfrentamientos entre las milicias kurdo-iraníes y los Guardianes de la Revolución y Turquía ha estado bombardeando los refugios del PKK en Irak. Así con esta intervención, Erdogan pretende aislar a los kurdos de Siria y de Irak.
Además, Turquía quiere convertir esta franja de seguridad “en un corredor humanitario para favorecer el regreso de los refugiados” tal como ha afirmado la embajada estadounidense en Ankara. Esto significa el desplazamiento por Turquía de parte de los refugiados sirios, muchos de ellos de origen árabe y suní, que tiene en su país y repoblar esta franja. Focalizando los problemas con el pueblo kurdo, lo que se hace realmente es reforzar al régimen sirio.
Esta franja actualmente está poblada por población kurda y por otras minorías como los armenios, yazidíes, siriacos y árabes que huyeron de la persecución kemalista en Turquía durante los años veinte del siglo XXI y de la guerra civil siria desde 2012 y está defendida por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), cuya componente principal son las Unidades de Defensa Popular (YPG), milicias del Partido de la Unión Democrática (PYD) junto con milicias árabes, yazidíes y cristianas. Las FDS han sido la base de la guerra contra el Estado Islámico que han tenido la cobertura aérea y la ayuda en armamento de la Coalición Internacional dirigida por los Estados Unidos con la colaboración de Francia y Alemania entre otras potencias.
Estas milicias han sido utilizadas como “carne de cañón” sufriendo unas 5.000 bajas en esta guerra y ahora el gobierno norteamericano se presta a que sean expulsadas de la franja de “seguridad” que exige Turquía y a retirarles el armamento pesado que les proporcionó durante la guerra contra Estado Islámico1. Sin embargo, a pesar de la amenaza que supone esta franja, la dirección política kurda estaría dispuesta a aceptarla si no estuviera controlada por Turquía, sino por tropas de la ONU, europeas o de los Estados Unidos.
Pero no solo hay peligro de guerra en el Kurdistán sirio, sino que continúan abiertos otros frentes de combate. En el mismo Norte y Este de siria, aún se libran combates entre las milicias del FDS y el Estado Islámico porque aunque Daesh ha sido derrotada militarmente en el campo de batalla, sigue actuando con acciones de guerrilla y de sabotajes con la ayuda indirecta de Turquía. En Idlib, el ejército de Basar al-Ásad continúa bombardeando y destruyendo la ciudad donde resiste un sector de la oposición yihadista pero cuyas víctimas son sobre todo la población civil. El pueblo sirio y las minorías del país no han recuperado la paz y siguen sometidos por la sangrienta dictadura siria.
Se ha llegado a esta peligrosa situación a causa de que la revolución siria de 2011 no triunfó a pesar de su amplitud y del heroísmo y del esfuerzo mostrado por su pueblo en las manifestaciones de 2011 y en la guerra civil que desencadenó Bashar al-Ásad. La lucha del pueblo sirio no solo se enfrentó al régimen sino también a sus aliados directos o indirectos:
• En primer lugar, el mismo régimen sirio, al inicio de la revolución liberando presos islamistas que, con la ayuda de las monarquías del Golfo y del mismo gobierno sirio, dividieron a la oposición y la debilitaron. Se crearon milicias islamistas que inicialmente estaban integradas en el Ejército Libre Sirio (ELS) a las que también dio su apoyo Turquía.
• En el aspecto internacional, segundo lugar, el apoyo de la izquierda, como Izquierda Unida, a la dictadura siria por su “carácter anti-imperialista” y la “neutralidad” de otras corrientes de izquierda abandonaron al pueblo sirio ante la represión del régimen. Apenas ha habido manifestaciones de solidaridad internacional con la revolución siria.
• En tercer lugar, el apoyo armamentístico y aéreo de Rusia evitó el hundimiento del régimen de Basar al-Assad y, con la excusa de luchar contra las milicias yihadistas, atacó y destruyó las posiciones de la oposición laica causando innumerables víctimas entre la población.
• Finalmente, no se puede olvidar la “neutralidad” exhibida por el PYD/YPG ante la guerra civil no solo reforzó al régimen sino que debilitó a los sectores laicos de la oposición. Hay muchos indicios que permiten sospechar que la dirección kurda y el régimen sirio llegaron a un tipo de acuerdo para que Bashar al-Ássad pudiera retirar tropas del Kurdistán sirio para llevarlas a otros frentes militares como Alep y Homs. Si el PYD/YPG se hubiera unido a la lucha contra al-Ásad posiblemente la guerra hubiera dado un giro y se hubiera derrotado al dictador.
En definitiva, el pueblo sirio tuvo que enfrentarse también a una coalición internacional de las potencias imperialistas y regionales, a la izquierda mundial y también a la dirección del PYD. Ahora es el pueblo kurdo el que se verá obligado a defenderse de la coalición internacional que pretende impedir la consecución de un Kurdistán independiente y unido, que es la aspiración secular de los kurdos.
Esta situación en Siria, se produce cuando en todo Oriente Medio continúa la intervención imperialista en el Estrecho de Ormuz e Israel continua su represión en Palestina demoliendo viviendas palestinas, siguiendo su política de limpieza étnica y la progresiva anexión de territorios palestinos mediante la proliferación de colonias de los ultraortodoxos judíos.
Hoy, ante las nuevas amenazas de Erdogan y el apoyo de las potencias imperialistas a la inaceptable posible ocupación de la pretendida “franja de la paz”, los militantes de Lucha internacionalista (UIT-CI) queremos nuestra solidaridad con el pueblo kurdo y llamamos a los demócratas y militantes de izquierda de todos los a secundar y organizar iniciativas para manifestar nuestro rechazo a las amenazas de Turquía, a la creación de la franja de seguridad y a la política de limpieza étnica que prepara Erdogan en el Norte y Este de Siria haga efectivas sus amenazas.
Llamamos también a concentrarnos ante los consulados y embajadas de Turquía (y también de los Estados Unidos como responsables de la situación) si se produce una intervención directa armada y a enviar, desde todos los colectivos sociales, culturales, sindicales y políticos mensajes de rechazo a las representaciones diplomáticas kurdas. Tampoco hemos de olvidar que el Estado español está vendiendo armamento a Erdogan2 y que tienen efectivos militares estacionados en el país.
Nuestras críticas a la dirección política kurda no impiden que estemos al lado del pueblo kurdo antes las agresiones que está sufriendo y en su lucha por un Kurdistán independiente y unido. Así como estamos al lado del pueblo sirio en su resistencia al régimen y los yihadistas y contra la represión de toda índole que está sufriendo.