La tensión por la huelga general en Barcelona ha ido subiendo de tono a medida que avanzaba el día. Si bien por la mañana los incidentes han sido escasos y concentrados en los accesos a la ciudad y a los grandes centros de trabajo, a partir del mediodía distintas manifestaciones no sindicales han caldeado el ambiente con quemas de contenedores, ataques a escaparates y duras increpaciones a los comerciantes que deseaban abrir sus negocios.
Un centenar de manifestantes han cerrado este jueves a las 9.00 horas los cuatro accesos al centro comercial Gran Via 2, situado en la Gran Via de les Corts Catalanes, evitando que los empleados entraran a su puesto de trabajo. Han cogido vallas que han encontrado y las han colocado en las puertas de entrada, y también han precintado los accesos con cinta, además de hacer algunas pintadas con el lema ‘huelga general’.
Se han concentrado a las puertas del aparcamiento, donde casi una veintena de Mossos d’Esquadra, arropados por tres coches y dos furgones, han custodiado la entrada. No se han producido accidentes ni enfrentamientos entre los trabajadores que querían entrar y los sindicalistas durante la acción, si bien los piquetes han hecho algunas pintadas, lanzaban petardos y gritaban: «Estos son los piquetes necesarios». Tras rodear una vez el edificio, el colectivo ha decidido hacer una marcha hasta plaza Urquinaona por la Gran Vía y cortando el tráfico a su paso ayudados de tres coches que iban en columna.
Este mismo centenar de manifestantes ha recorrido la Gran Vía durante una hora para protestar de manera festiva contra la reforma laboral y los recortes. Formaban la comitiva dos generaciones separadas por medio siglo, jóvenes y «yayoflautas», que se han reunido en la confluencia de dos de las principales arterias de Barcelona, el Paseo de Gracia y la Gran Vía. Allí unos cincuenta «yayoflautas», como se hacen llamar el grupo de jubilados «indignados», han cortado las dos avenidas y han protagonizado una acción pacífica en protesta contra las medidas y ajustes del Gobierno. Los «yayoflautas», algunos de los cuales ya rozan los setenta, han captado la atención de turistas y curiosos al hacer volar un dispositivo que lleva incorporada una cámara, con el que irán grabando sus acciones a lo largo de la jornada y a vista de pájaro.
Los jóvenes, que han abrazado la protesta de los jubilados al grito de «orgullosos de nuestros mayores», han bajado el paseo de Gràcia al ritmo de la música y de un canto unísono: «huelga general, no a la reforma laboral». Uno de los jóvenes manifestantes ha explicado a que no pertenecen a ningún colectivo concreto: «Somos ciudadanos», ha dicho, al tiempo que repartía octavillas en las que argumentan los motivos por los que cualquier ciudadano, esté empleado, en paro, o en condiciones precarias, «debe» sumarse al paro general convocado en todo el país.
Por su lado, uno de los «yayoflautas» ha comentado que habían encargado un camión con 700 bocadillos para repartir entre los manifestantes y los piquetes que se han multiplicado en el centro de la ciudad al dar las diez, hora de apertura de los grandes comercios y tiendas. Sin embargo, el camión no ha podido llegar al quedar bloqueado porque los piquetes han cortado la vía por la que transitaba, algo que no ha molestado a los jubilados indignados, todo lo contrario: «Es cojonudo, eso quiere decir que la huelga funciona».
La peor reforma laboral de la historia como gritó Antònia Gil, secretaria general de USOC en Catalunya al cabo de la manifestación cientos de miles de personas ocuparon el paseo de Gràcia de Barcelona para manifestar su rechazo al texto consensuado por el PP y CiU y que ha dado origen de la jornada de huelga general realizada ayer en toda España convocada por CCOO, UGT y USOC.
En la manifestación del pasado 19 de febrero creo que hay mucha más gente en la calle que ese día, comentó uno de los asistentes en la cabeza de la manifestación a la altura de la calle de Mallorca. De hecho, no pudo pasar de la calle de Aragó, pese a que el programa preveía llegar hasta la plaza de Catalunya para leer el manifiesto conjunto de los sindicatos. El número de manifestantes que precedía la cabecera llegaba hasta las inmediaciones de El Corte Inglés, mientras que la cola de la manifestación alcanzaba la Diagonal.
Los organizadores cifraron la asistencia en 800.000 personas en la manifestación de Barcelona (80.000 según la Guardia Urbana) y en un millón de personas contando las que participaron en el resto de protestas de Catalunya. En Girona se manifestaron 20.000 personas -10.000, según la policía-, una cifra equiparable a la registrada en la manifestación contra la guerra de Irak, que es la más multitudinaria celebrada en la ciudad, según los sindicatos.
La lenta marcha de Barcelona se inició más de una hora después que la organizada por el sindicato CGT, que trascurrió por la calle paralela de Pau Claris. Cerca de 25.000 personas secundaron el llamamiento del sindicato . La cola de esa protesta fue un reguero de contenedores en llamas. Y coincidió con la mayoritaria a la altura de la plaza de Catalunya, donde grupos de encapuchados quemaron contenedores y provocaron cargas policiales indiscriminadas que se extendieron por el centro de la ciudad.
Al margen de las cifras, la respuesta a la convocatoria no defraudó las expectativas de los sindicatos. «La respuesta que han dado a la huelga ha sido excelente», comentó el líder de UGT en Catalunya, Josep Maria Álvarez. «Tendrán que escuchar a la gente, si no la lucha seguirá. Tienen que retirar la reforma laboral y no sufráis que la retirarán», dijo.
Tanto Álvarez como Joan Carles Gallego (CCOO) coincidieron en la idea de que la respuesta sindical a la reforma no concluye con la huelga. «Ha quedado demostrado que la inmensa mayoría de los catalanes están hartos de políticas inútiles e injustas», añadió. Ese mensaje quedó igualmente reflejado en el manifiesto conjunto leído por el actor Àlex Casanovas durante la concentración: «No es el punto final en la lucha contra la reforma laboral ni contra las políticas de recortes del Govern y el Gobierno central».
Los sindicatos prevén nuevas movilizaciones si el Ejecutivo del PP no rectifica la reforma. E incluso cuentan con el creciente malestar de los jóvenes, especialmente castigados por el paro y poco motivados por lo que les aporta la reforma: Manos arriba, esto es un contrato, permitía leer una joven en una minipancarta adosada a su espalda.
Los incidentes más graves se produjeron por la tarde. Nada más bajar por Pau Claris, grupos de encapuchados que marchaban a la cola de la manifestación, comenzaron a quemar contenedores, a romper escaparates y a enfrentarse lanzado piedras y botellas a los Mossos, que realizaron cargas indiscriminadas disparando pelotas y botes de gases lacrimógenos contra personas mayores, turistas bomberos que se manifestaban y periodistas, sobre todo en la plaza de Urquinaona y la de Catalunya. Las calles de Fontanella y la ronda de San Pere, así como la entrada del Corte Inglés, fueron el epicentro de los disturbios.
En algunos puntos, grandes grupos de manifestantes llegaron a lanzarse contra las furgonetas de los Mossos, a los que obligaron a retirarse, como ocurrió en la ronda de Sant Antoni.
La jornada dejó en Catalunya 52 detenidos. El Sistema d’Emergèn-cies Mèdiques (SEM) contabilizó 80 heridos, tres ingresados en estado grave en el Hospital del Mar de Barcelona.
Desde primera hora, grupos de encapuchados actuaron en una estrategia de golpea y corre por Barcelona, que volvió a ser la ciudad donde se registraron incidentes más graves. Así, desplazándose constantemente, volcaban contenedores y los incendiaban pero huían tan pronto aparecían los Mossos. La tensión se disparó al mediodía en el paseo de Gràcia, convertido en un caos con contenedores ardiendo y un correcalles de furgonas de antidisturbios y grupos de jovenes.
Grupos de manifestantes jugaron durante la mañana al ratón y al gato con la policía. Su objetivo era atacar las sedes de bancos y cajas de ahorros, con rotura de cristales y hogueras. Ante la Bolsa de Barcelona, un grupo de personas quemó varias bolsas en la entrada principal provocando un pequeño fuego.
Por la mañana, el conseller de Interior, Felip Puig, lanzó avisos apocalípticos sobre el cariz que iba a tomar la huelga. «Los violentos van a usar la huelga como campo de entrenamiento de cara a la gran huelga mundial del 15 de mayo», señaló el conseller, que alertó: «Los vándalos están más preparados». Los graves incidentes avalaron esas predicciones, criticadas por los sindicatos, que acusaron al conseller de actuar como «profeta de la violencia».
En el resto de España, los incidentes más graves fueron en Madrid, con 37 detenidos; en Pamplona, con 13. En Vitoria, un joven resultó herido de un pelotazo.