La doctora Tanía Lizz Aguilar es médico de familia y vicedirectora de la Escuela Nacional de Salud Pública de Cuba.
La doctora Tanía Lizz Aguilar es médico de familia y vicedirectora de la Escuela Nacional de Salud Pública de Cuba. Especialista en Embriología, máster en Genética Médica y en Educación Médica en la Universidad Médica de La Habana. Recientemente viajó a Barcelona y aprovechamos la ocasión para hacerle una entrevista en exclusiva.
La sanidad cubana tiene fama de eficaz, pero ¿cómo le está afectando la crisis económica?
Nosotros no escapamos de la crisis económica mundial, pero para el gobierno cubano sigue siendo una prioridad el desarrollo de la salud pública. De hecho, los presupuestos del gobierno para 2014, destinan un 49% a salud y educación pública. De todos modos, ahora estamos intentando hacer nuestros servicios mucho más eficientes, porque todo lo que tiene que ver con diagnósticos, tecnología, tratamientos…, son sumamente costosos. Así como se está transformando un poco el modelo económico cubano, lo estamos haciendo en el modelo de salud que, para variar el nombre (risas), se llama Proyecto Revolución. Estudiamos localmente las necesidades sanitarias de cada población. Por ejemplo, hay zonas donde la edad media es muy avanzada, y lo que necesitan en sus policlínicos son servicios de rehabilitación, de atención geriátrica, etc., para el mantenimiento de la calidad de vida de esas personas, y menos otros servicios como planificación familiar, salud materno-infantil…También se están llevando servicios que antes sólo se daban en hospitales a los policlínicos, que ahora cuentan con servicios de cirugía de mínimo acceso, servicios de diagnostico…En fin, que se trata de racionalizar lo que tenemos, modernizarlo y hacerlo más accesible al ciudadano.
Pero venían de una situación crítica de la sanidad, sobre todo desde la desaparición del bloque soviético, donde escaseaban en Cuba los equipos médicos y suministros sanitarios.
Sí, en los años ochenta y noventa tuvimos una situación crítica. Tenga en cuenta que somos una isla donde el monocultivo de la caña de azúcar era la principal industria. Luego empezamos a tener algunos desarrollos en pequeñas industrias, como la producción de níquel…, pero sin recursos naturales es difícil. Luego el periodo entre el año 2002 y 2010 también fue crítico, porque teníamos instalaciones ya obsoletas. Con el Proyecto Revolución que le comentaba, se renovaron las instalaciones y se dio mayor calidad sanitaria. Es interesante que reflexionemos sobre cuánto dinero tenemos para dar salud a nuestros pueblos, cuánta tecnología tendríamos que comprar…, en Cuba, con lo poco que tenemos, lo que más hacemos es fortalecer nuestra capacidad profesional, nuestros valores como seres humanos y mucho método clínico. Hoy estamos en plena revolución sanitaria y nuestros indicadores son parecidos a la de cualquier país desarrollado.
¿Y cuáles son esos indicadores?
El programa de mayor éxito que tenemos es el de la atención materno-infantil. En el año 1959 la mortalidad infantil era del 61 por mil, y en 2012 era de 4,6 por mil nacidos vivos. Luego nuestro mayor logro se refiere a la medicina primaria, de los médicos de familia, ya que el 85% de las enfermedades se curan en la atención primaria. Tenemos un médico por cada 159 habitantes, una enfermera cada 126 habitantes y un médico estomatólogo (odontólogo) por cada 1.066 habitantes. La esperanza de vida está en 76 años y subiendo. Nos enfermamos y nos morimos de las mismas cosas que en los países ricos, pero nuestra tasa de mortalidad ha ido cayendo y siguen cayendo, en 2013 fue de 4,2%. La vacunación también es uno de nuestros logros.
Hablando de vacunación. Las grandes corporaciones farmacéuticas blindan sus patentes. ¿Cómo se rompe esa barrera en Cuba, para tener vacunas baratas y universales?
Nosotros hemos fortalecido nuestra propia industria farmacéutica (importan menos del 20% de las medicinas que consumen), y a demás producimos vacunas propias que exportamos (la vacuna antimeningocócica tipo B es el único país que la produce). Se ha destinado muchos recursos a la industria farmacéutica y a lo que nosotros llamamos Polos Científicos (constituidos por más de 30 entidades, en ellos se desarrolla biotecnología y productos farmacéuticos) donde se fabrican vacunas, pero no sólo para enfermedades infecciosas, también estamos desarrollando una vacuna, por ejemplo, contra el cáncer de próstata, que parece ser bastante eficaz. Las transnacionales no nos venden medicamentos (las europeas Philips o Siemens parece que sí), por ello tenemos que ser autosuficientes.
¿Y el bloqueo de EE.UU.?
Sí, el bloqueo económico es terrible, genocida e inhumano. Todavía se mantiene y parece que se va a demorar mucho aún en quitarse. De hecho teníamos la esperanza de que con el gobierno actual de EE.UU., las cosas cambiarían un poco, pero según los politólogos, el señor Obama es el que más crudamente ha tratado el asunto del bloqueo y su gobierno ha sido el peor para Cuba. Nosotros no podemos comprar nada a nadie, prácticamente, y menos a los EE.UU., teniéndolos ahí enfrente. Tenemos que hacer maromas (equilibrios) para acceder a medicamentos, para acceder a tecnología. Los países que se atreven a vendernos, lo tienen que hacer encubiertos, todo es un misterio, y dramático para acceder a la cosa más mínima. Las sanciones para los que se atrevan a violar ese bloqueo son muy severas.
Al triunfo de la revolución se quedaron casi sin médicos, pero ahora, según datos de OMS, las “brigadas médicas” cubanas actúan en más de 68 países, como en zonas rurales de Haití, con 500 profesionales, o en Sudáfrica, con 450.
En 1960 se fundó el Sistema Nacional de Salud. Antes de la revolución sólo existían casas de socorro, clínicas mutualistas y clínicas privadas que, por supuesto, sólo estaban en las grandes ciudades. La mayor parte de la población cubana vivía de la agricultura y estaba en zonas rurales donde no tenían acceso a la sanidad, no sólo por el dinero, también por la distancia. En ese tiempo sucedió una gran migración de médicos, sobre todo a EE.UU. De los 3.300 médicos que había en Cuba quedaron 300 (para 7 millones de habitantes). Tuvimos que hacer énfasis en la preparación de nuevos médicos. Y una de las primeras cosas que se hicieron fue la preparación en la medicina rural. Los médicos que se quedaron y a los que les faltaba terminar sus estudios, pasaban dos años en los lugares más intrincados de la geografía cubana. Fue una experiencia muy importante, y donde nació nuestra concepción del médico de familia, que además participaba en la educación sanitaria de la comunidad. Hoy, nuestro compromiso internacionalista solidario, nos lleva a transmitir esas experiencias a otros países en vías de desarrollo. Tenemos 40.000 trabajadores sanitarios, 10.000 de ellos médicos, repartidos por todo el mundo.
¿Y cómo pueden exportar tantos médicos?
Porque nuestra mayor riqueza es el capital humano. Como dice un amigo, tenemos médicos para dar y para vender (risas). En Cuba hay 447.023 trabajadores sanitarios, de ellos 72.416 son médicos y de éstos últimos 53.961 son especialistas. El dato de médicos por habitantes es una de las más altas del mundo. Tenemos 25.907 médicos de familia. Todos los que estudiamos medicina, desde 1992 si mal no recuerdo, hacemos obligatoriamente tres años de medicina familiar.
¿Cómo valora la ofensiva neoliberal privatizadora que vivimos en Europa, y particularmente en España?
Nos preocupa que en países que tenían sistemas de salud universales, gratuitos y de calidad, se estén dando estas tendencias privatizadoras neoliberales. Por ejemplo, el sistema de salud español fue, y esperemos que siga siendo, un ejemplo para nosotros. Estamos luchando para que eso no nos suceda a nosotros. Al final todo se reduce a la voluntad política, oponerse a la salud como mercancía, y defender la salud como lo que es, un derecho. La participación comunitaria y del poder popular son formas de evitar que esas corrientes transformen nuestro sistema.
Me habla del poder popular y la participación comunitaria en la salud, pero ¿no será sólo una jerga revolucionaria?
(Risas). Sólo el hecho de que haya tantos médicos por habitantes, convierten a la población cubana en una población muy involucrada en la sanidad, porque la salud no es sólo cosa de profesionales, es y debe ser de cada ciudadano. La participación comunitaria para nosotros es fundamental, sin eso no hubiéramos podido hacer nada de lo que ahora mismo tenemos. Todas las poblaciones tienen un gobierno local o una comisión, además de la del parlamento, que analizan las necesidades de salud, los problemas epidemiológicos…, por ejemplo ahora mismo tenemos problemas con los brotes de enfermedades emergentes, o con brotes del cólera, etc., y sin la participación comunitaria en erradicar el mosquito que trasmite, por ejemplo el dengue, no sería posible esta lucha. En las primeras décadas de la revolución, la necesidad de enfrentarnos a grandes problemas sanitarios, hizo que la población participara activamente. Las primeras casas de salud hicieron que la población se implicara, porque todos luchábamos contra una sociedad con muchas enfermedades. En el año 1984 se creó el programa de médicos de familia, y se empezó a construir los consultorios, que también eran la vivienda del médico. Cada uno tenía 120 familias a su cargo y, además de la atención médica propiamente dicha, se daban nociones de salud pública a la población y a los líderes vecinales. En esos consultorios, que estaban repartidos por todo el país, siempre había un médico y una enfermera, de hecho, el médico no podía abandonar su consultorio nada más que un fin de semana al mes.
Me habla de los consultorios con “un” médico y “una” enfermera. ¿Cómo está la participación de la mujer en la sanidad cubana?
Pues el 70,2% de médicos son mujeres, y un 56 % están en cargos directivos de la sanidad. El acceso a las especialidades son equitativas y planificadas. En cada una de las provincias de Cuba hay una universidad de ciencias médicas, y según las necesidades del territorio, se planifican las especialidades. Pero nosotras también heredamos la discriminación machista, los cirujanos varones no querían mujeres estudiando cirugía, por ejemplo. Eso nos costó. Cuando una mujer quería estudiar cirugía pasaba por un filtro de médicos que discutían si una mujer podía estar tanto tiempo de pie, con la maternidad…, pero eso era subjetivo, no había nada que dijera que una mujer no podía ser cirujana, claro está, pero en las convocatorias se daban estas cosas.
Gracias por su tiempo, espero que disfrute de su estancia en Barcelona.
De nada. Paseo por esta preciosa ciudad con la boca abierta, maravillada.