Este mes de noviembre se ha estrenado el documental Urraca, cazador de rojos, producido por la mallorquina Quindrop y dirigido por Pedro de Echave.
El film ahonda en la vida de uno de los personajes más siniestros del franquismo, el vallisoletano Pedro Urraca Rendueles, el policía de la Brigada Político Social de Franco que se encargó de perseguir a las autoridades republicanas exiliadas en Francia.
Como si de un cazador se tratara, su mayor trofeo fue la detención y extradición del presidente de la Generalitat, Luis Companys, el verano de 1940, para ser torturado y fusilado en el castillo de Montjuic unos meses después. Trató de hacer lo mismo con Manuel Azaña, pero en esa ocasión los astros no estuvieron de su parte.
El documental da voz al hijo de Urraca Rendueles, Jean-Louis, y a la nieta del policía, Loreto Urraca Luque, quien conoció el pasado de su abuelo a partir de un reportaje publicado en El País en el año 2008. A partir de entonces, su nieta, quien en el documental tilda a su abuelo de «depredador, peor que una alimaña», se encargó de recopilar toda la información posible sobre este para publicar Entre hienas, Retrato de familia sobre fondo en guerra.
Estrecho colaborador de los nazis
Los años dorados de Urraca se remontan a la Francia ocupada por la Alemania nazi. Íntimo amigo de Serrano Súñer (filonazi y cuñado de Franco), Urraca supo situarse en el establishment de la Gestapo, llegando a ser uno de sus agentes encubiertos y actuando bajo el alias de ‘Unamuno’. De hecho, en la detención de Companys estuvo acompañado por cuatro agentes uniformados de la policía alemana, que encañonaron con sus ametralladoras tanto al presidente de la Generalitat como a su mujer, Carmen Ballester. Ese día, Urraca y su compinche español se quedaron con setenta mil francos que el matrimonio tenía en su casa de La Baule-les-Pins, junto a Nantes.
En zonas portuarias francesas, como Marsella, se encargaba de supervisar a los pasajeros que embarcaban en los trasatlánticos que recogían a centenares de exiliados para llevarlos a Sudamérica, principalmente México. También tuvo tiempo para perseguir a judíos. Tejió una red de falsa ayuda para familias judías a las que ofrecía documentación fraudulenta y falsas esperanzas, todo para apropiarse de joyas y dinero. Con la excusa de que no podrían viajar cargados de alhajas, recuerdos de familia y otros enseres de valor, les prometía guardárselas y enviárselas por valija diplomática. Nunca llegaron a su destino.
No pudo con Azaña
Si bien este personaje miserable ha pasado a la historia por ser el captor de Companys, un episodio menos conocido es cuando trató de capturar a Manuel Azaña, quien residía gravemente enfermo del corazón en Montalban. Pese a que la embajada de México le ofreció asilo en Vichy, Azaña no pudo trasladarse. Es entonces cuando el embajador mexicano, Luis Rodríguez, le dice al presidente de la República que «si usted no puede venir a la embajada, entonces la embajada ira a usted». Efectivamente, el embajador alquiló varias habitaciones de un hotel en Montalban y plantó la bandera mexicana en el balcón. A todos los efectos, la nueva embajada se situaba en esta población de Occitania.
Urraca era conocedor de la ubicación y situación médica de Azaña, así que se trasladó a Montalban. El día que las autoridades mexicanas lo sacaron de su casa para llevarlo a la nueva embajada, Urraca se plantó ante ellos con otro policía español. Ambos sacaron sus pistolas y encañonaron a Azaña y Rodríguez. En ese momento los agentes mexicanos también mostraron sus armas e incluso el embajador desenfundó la suya. Superados ante la situación, Urraca y su compinche pusieron pies en polvorosa. Azaña se retiró al hotel que el gobierno de México había alquilado para él, donde murió en paz, en compañía de su mujer, un 3 de noviembre de 1940.
El documental Urraca, cazador de rojos, repasa muchos otros aspectos de la vida y miseria de este cacique. De momento, ya se ha podido ver en IB3 y TV3. Si quiere, puede visionarlo online en catalán en la página de la televisión de Catalunya siguiendo este enlace.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.