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El Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona no recorta, añade servicios. En quijotesca misión, y gracias a la financiación de un donante privado, este centro pediátrico ha incorporado, de forma pionera en España, intervenciones asistidas con perros. Con el objetivo de hacer más fácil la atención y rehabilitación de los niños que allí acuden, se ha creado una unidad dentro de la estructura del  hospital formada por profesionales de la propia institución y del Centro de Terapias Asistidas con Canes (CTAC). Ambos colectivos trabajan conjuntamente para contribuir a la recuperación de los niños ingresados y mejorar su estado anímico.

Francis Lozano, Coordinador de la Unidad de intervenciones asistidas con animales e impulsor del proyecto, explica que la gran innovación radica en haber vencido los prejuicios que pueden girar en torno a la presencia de perros en un centro sanitario, y haber conseguido que se reconozca su valioso aporte terapéutico. “Nuestro principal mérito es el cambio de discurso de los profesionales. Como se está viendo que funciona, el uso de los perros está dejando de considerarse como una pseudociencia, para pensarse como una herramienta terapéutica innovadora” afirma Lozano.

El rechazo inicial por parte de algunos médicos fue el principal obstáculo que el proyecto tuvo que sortear para salir adelante. “¡Perro, bicho, parásito, infección!” era la idea generalizada que, según cuenta Lozano, circulaba durante los comienzos del proyecto. “Pero, por un lado, el perro y el humano no comparten enfermedades y, por otro, nuestros canes están absolutamente controlados y el operativo de higiene que utilizamos es 100 % estricto” asegura. El responsable del servicio explica, además, que ha comprobado que lo que subyacía a estos prejuicios culturales, muchas veces, era el miedo: “Varios médicos me reconocieron luego que el sesgo que tenían a la hora de hacer una valoración era producto del propio temor a los perros”.

Pero gracias a la estrategia del perfil bajoque los motivó a esperar tres años para darse a conocer a los medios de comunicación– y a la introducción, muy poco a poco, de un circuito cuidadosamente diseñado para que todos los profesionales siempre estuvieran informados y vinculados, el personal del hospital fue modificando su postura. “Hicimos un trabajo complejo de comunicación, consenso y consulta de bibliografía para lograr la exposición progresiva a este estímulo novedoso. Al final, poco a poco y con cariño, las cosas se consiguen” reconoce el Coordinador de la Unidad.

La original iniciativa surgió a raíz de un viaje a Florencia. Francis Lozano conoció allí un hospital de características similares al Sant Joan de Déu en el que se estaba llevando a cabo la experiencia con los perros, y exportó la idea.Las primeras intervenciones asistidas con animales se comenzaron a hacer en el hospital de Barcelona en febrero del 2010 y, dos años después, en febrero de 2012, se consolidaron con la creación de una unidad dentro de la estructura del Centro, hecho pionero en España. Desde entonces la unidad ha atendido un millar de niños, ingresados o atendidos en urgencias, y 457 más en las salas de espera de consultas externas.

Mientras que los médicos, al principio, se mostraron reacios al servicio, los usuarios desde un primer momento han pedido más. Una encuesta realizada por el propio hospital dio como resultado que el 95 % valoraba de forma muy positiva la presencia de los perros. “Para el niño que tiene que venir todos los meses aquí para hacer un tratamiento, por mucho que estemos con pijamas de colores, el hospital significa dolor, con lo cual el día anterior, en la casa hay un drama. Entonces los padres pueden solicitar que esté el perro cuando el niño llegue y así ese miedo asociado con la experiencia traumática del hospital, al introducirse una variable nueva (el perro), disminuye porque el paciente sabe que en la sala habrá algo que genera amor” explica Francis Lozano.

Además de significar para las familias una herramienta de negociación importante a la hora de llevar al niño al hospital, el perro facilita enormemente la tarea a los profesionales que trabajan en su rehabilitación. Una enfermera puede solicitar la intervención de un can, por ejemplo, en el caso de un niño que acaba de operarse de escoleosis y tiene que incorporarse de la cama. “El paciente es probable que esté bloqueado por el miedodetalla Lozano- y por mucho que lo intente una eminencia en traumatología o el fisio, es habitual que no quiera levantarse. Pero cuando el niño ve que un perro se mete debajo de la cama, le puede más la curiosidad y se gira para ver dónde está”.

El serviciodisponible todas las mañanas, entre tres y cuatro horascuenta con cinco perros que trabajan en compañía de los técnicos encargados de su adiestramiento. Los canes son cuidadosamente seleccionados, no por raza, sino por individuo, a través de numerosas pruebas que determinan cuáles son válidos para la labor terapéutica. Luego, cada cuatro meses, son sometidos  a unos rigurosos protocolos para garantizar la seguridad de profesionales y pacientes.

Dado que el servicio está siendo todo un éxito, la meta es, a partir de ahora, “continuar investigando y generar evidencias científicas para que las intervenciones asistidas con animales se integren de manera normal en el sistema de salud” ha explicado el Coordinador de la Unidad del Sant Joan de Déu.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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