Cuando en 1995 (1) Julio Anguita analizó la postura alemana frente a la apertura del Este europeo, su natural orientación hacia países como Polonia y recomendaba una unión eficaz entre Irlanda, Portugal, Grecia, Italia y España, es decir las cinco economías menos fuertes de Europa, creo que ni él mismo, a pesar de la claridad de sus declaraciones, se imaginaba tal desbarajuste del welfare state.
Mientras mentes preclaras dilucidaban a lo lejos un pinchazo en la burbuja, una ruptura en la amistad alemano-penínsular y aconsejaban comenzar a controlar a los Lehman Brothers Holdings et altri representantes europeos de estos fabricantes de nada, la mayoría de nuestros políticos se dedicaban a hacer de España un Estado de camareros y paletas, con mucha honra, eso si, un país se construye también con camareros y paletas, personal de servicio y agentes turísticos que lleven de paseo a Lloret del Mar a los estudiantes italianos, a los jubilados ingleses por Mallorca y a rojizos alemanes por Málaga o por donde quiera que veraneen. Mientras España se convertía en el imperio del sol y del tocho una generación intento superarse y hacerse propietaria, tal y como le habían enseñado que se debía hacer. Esta generación se ha quedado a medias, ha intentado superarse y no ha podido pagarse la hipoteca y lo que es peor no podrá acabar de pagarle la universidad a sus hijos o darles digna profesión y empleo.
Nos han partido la vida por la mitad, a todos, a paletas, camareros, agentes turísticos, a los pequeños empresarios y a los funcionarios, a los proletarios y a los campesinos, nos hemos quedado con una generación quebrada que difícilmente remontará económicamente.
Sin embargo, hay algo que está moviéndose como una línea transversal, la solidaridad, forzada si se quiere, aguantada por el dolor común, sustentada por las necesidades provocadas por la falta de inteligencia de los gobiernos que nos han guiado a esta estafa. Una solidaridad compasiva, basada en el reconocimiento del otro y en la universalidad de los derechos.
Esta solidaridad se ha convertido en una forma de hacer política. Se están acabando los idiotes y han renacido los politikoí (2). La gente se indigna. Sale a la calle se manifiesta, propone y vota, la única manera de generar democracia. La política es una herramienta de acción, podemos usarla para satisfacer nuestras propias necesidades o para lo que fue creada, la puesta en marcha del bien común. Renace la política en el sentido aristotélico del término, el hombre es un zoon politikon, un animal político, un ser social con necesidad de llegar a un consenso para convivir y es esta la política que redescubren los nuevos movimientos sociales asamblearios. Movimientos que ejercen una política con principios y fines universales.
Una política creativa en contra de la mafia o secta que nos gobierna, que tiene como fin y objetivo autorreproducirse, elevando los intereses privados a un nivel universal, intentando hacernos creer que el interés de una minoría poderosa es el interés del bien común, estos son idiotes.
Estos nuevos movimientos sociales no quieren hablar de política porque la relacionan con la corrupción y la mala gestión de muchos políticos, sin embargo, desde mi punto de vista, abogo por no cambiar tanto nuestro vocabulario, la política ha de ser concebida como un proceso que desemboca en la moral gramsciana de acción ética. Con la política se resuelven problemas colectivos entre hombres y mujeres libres, promueve la participación ciudadana y organiza la solidaridad.
Gramsci opina “… que existen realmente gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos. Toda la ciencia y el arte político se basa en este hecho primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales)» (2). Por lo tanto, ejercer la política permite gestionar los recursos del estado, por eso es una herramienta activa y cada modelo que se ha implantado en todas las sociedades ha necesitado de nuevos movimientos revolucionarios.
¿Qué tienen de revolucionarios nuestros nuevos movimientos sociales? ¿Cuál es su manera de hacer política? Os propongo que lo veáis desde dentro que os impliquéis en esta revolución del pensamiento y de la cosmovisión del mundo a crear. Os sugiero que practiquemos la soliditas latina la adhesión a una causa o a un proyecto que, al parecer no nos pertenece, pero que en realidad nos atañe a todos, nos están robando una generación. Os recomiendo ser políticos activos, en cada barrio, en cada calle, en cada manifestación, en cada escrache y que al menos intentemos sacarnos solidariamente de encima estos idiotas.
http://www.youtube.com/watch?v=fHoV7fB2Yhc
Agradezco a mi querido amigo Ramon Camats recordarme la diferencia etimológica entre los idiotes y los politikoí.
Antonio Gramsci. Cuadernos de la cárcel. Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el estado moderno. El moderno príncipe.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.