De nuevo en la página digital de Telecinco publican un artículo de Andrés Villena Oliver (ese lujo del que dispone esa web, según opina Rosa Maria Artal), al tiempo que nos dice que le parece «más interesante aportar este trabajo hoy que la jaula de grillos del Congreso, en donde la oposición no busca soluciones, sino alcanzar el poder. A la vista de las valoraciones al discurso del Presidente, a mí ya no me merece la pena ni escuchar las respuestas parlamentarias. No las del PP, CIU o PNV, desde luego. No se prevé novedad alguna en su cansino e inamovible discurso. Zapatero, por su parte, sigue enamorado del libre mercado que le ha obligado a engullir la aplastante mayoría de “Bruselas“. Intenta salvar muebles. Insuflar optimismo. Pero… no hay un proyecto común español con el que defenderse». Y después de tomar como introducción las palabras de R.M. Artal, pueden valorar el artículo de Villena Oliver sobre la economía en la Eurozona.

¿Depende la recuperación del volumen de gasto público?

Andrés Villena Oliver

La recuperación será larga y dura, sobre todo para los países de la Unión Europea: frente al crecimiento de China, que registra un aumento anual aproximado de su PIB de un 9,5%, destaca el de la India (7,5%), Brasil (6,4%) o EUA (3%). Sin embargo, las previsiones del Banco Mundial para la Eurozona se limitan a una horquilla entre el 0,7% y el 1,3%. ¿Por qué se produce este diferencial? ¿Qué nos hace falta para crecer, al menos, como EUA?

En 1936, el presidente Franklin D. Roosevelt decidió retirar gran parte de los estímulos que apoyaban a la economía de EUA. El resultado inmediato fue una recaída en la Depresión.

Rafael Pampillón, Profesor del IE Business School, subraya dos motivos principales: «En primer lugar, EUA cuenta con un Banco Central propio y autónomo, la Fed, que nunca va a permitir que EUA entre en suspensión de pagos, porque este banco puede continuar comprando títulos de deuda pública y para ello seguir imprimiendo dinero». «Sin embargo, en la Eurozona, el BCE es un banco para 16 países y eso los mercados lo saben». De aquí se puede deducir el origen de muchas de las tensiones vividas en determinados Estados europeos a lo largo de este invierno y primavera.

La segunda razón: menores rigideces

Para Pampillón hay un segundo motivo de similar importancia: «La economía americana es superflexible y cambia su estructura con mucha rapidez. En ella, los trabajadores se llegan a mover de costa a costa por un incremento de salarios del 20%; además, hay que tener en cuenta que se tiene el mismo idioma en todas partes, lo que favorece aún más la movilidad. Por el contrario, en la Eurozona hablamos idiomas distintos, lo que hace imposible ocupar determinados puestos de trabajo por extranjeros», afirma este Profesor.

Para este experto, «la escasa competitividad, los excesivos gastos públicos y la rigidez laboral», sobre todo en el sur de Europa, constituirían factores decisivos para explicar la brecha entre EUA y la UE: «Nuestro modelo se está anquilosando». Pampillón trabaja incluso con la hipótesis de que estos países -los famosos PIIGS- pudieran «contagiar» a los Estados Unidos su situación de estancamiento.

La importancia de los factores políticos

Esta interpretación de la realidad económica choca de frente con las reflexiones de Vicenç Navarro, Profesor de Public Policy en la Johns Hopkins University y un amplio conocedor de la economía de los Estados Unidos, donde trabajó como asesor del presidente William Clinton.

Navarro, como Rafael Pampillón, destaca el papel clave de la Reserva Federal, que «tiene el objetivo de estimular la economía, además de controlar la inflación», pero señala factores políticos determinantes en el comportamiento económico de la Eurozona: «El Banco Central Europeo, en cambio, ha dado mucha más prioridad al control de la inflación que al estímulo económico. Esta situación se ha acentuado todavía más en un momento en que la mayoría de los países en la Unión Europea están gobernados por partidos de derechas».

Un objetivo, el de mantener la inflación en niveles suficientemente bajos, que no comporta ahora mismo dificultad alguna, en un momento en el que el desempleo representa el problema más acuciante. No obstante, las exigencias económicas del momento remiten al denominado Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que pide que los niveles de déficit público y deuda pública no sobrepasen los niveles del 3% y 60% del PIB, respectivamente, lo cual en los momentos actuales parece imposibilitar cualquier ambición de estimular la economía europea.

La dosis de medicina es la clave

Siempre muy crítico con el Pacto de Estabilidad, Vicenç Navarro reconoce la existencia de una brecha entre EUA y la UE, pero expone razones distintas para justificarla: «El hecho de que Estados Unidos se esté recuperando más rápidamente que la Unión Europea no se debe a que los mercados de trabajo estadounidenses sean más flexibles que los europeos».

«La causa del mayor crecimiento de Estados Unidos se debe al mayor estímulo económico, consecuencia de una inversión pública mucho mayor que la realizada en Europa para estimular las economías europeas. La administración Obama ha hecho una inversión pública para estimular la economía equivalente al 8% del PIB, comparada con sólo un 2.3% del PIB como promedio en la Unión Europea.»

La evidencia empírica que nos da la Historia económica en la Eurozona

Por estas razones, Navarro advierte un único sendero para que la Unión Europea salga de la crisis: «Europa no saldrá de su recesión a no ser que haya una inversión pública muy acentuada para estimular la economía. Esto es lo que ocurrió en Estados Unidos a principios del siglo XX. Fueron el New Deal y la Segunda Guerra Mundial los que sacaron a la economía estadounidense de la depresión».

«Lo mismo en Europa. La enorme recesión que se dio inmediatamente después de la II Guerra Mundial en Europa fue resuelta a base de una enorme inversión pública, tanto física como social, facilitada por el Plan Marshall. Creerse que se podrá salir de esta enorme recesión a base de reducir el gasto público es ignorar la historia económica del siglo XX».

¿Por qué, entonces, estamos haciendo lo contrario?

Lo sucedido en los últimos meses nos ha alejado mucho de las políticas keynesianas que tan bien funcionaron a mediados del Siglo XX. El elevado nivel de deuda -no solo la estatal- ha llevado a casi todos los países de la Eurozona a aprobar planes de austeridad, a fin de aumentar la confianza de los inversores, en definitiva, «los mercados». Para muchos especialistas, los Estados han incurrido en excesivos gastos, lo que los habría abocado a una situación cercana a la quiebra. Las medidas implementadas a partir de ahí solo perseguirían evitar la caída al abismo financiero de los países de la Eurozona que, al carecer de bancos centrales nacionales, como EUA, se ven privados de llevar a cabo políticas monetarias independientes.

La Profesora de Política Económica de la Universidad de Barcelona, Àngels Martínez Castells, descarta la posibilidad de la quiebra: «Si alguna de las naciones europeas quiebra es porque se quiere que quiebre. Con enormes deudas de las que no se podía o no se quería cubrir su servicio, el FMI acudió al rescate del México del ‘efecto tequila’, en diciembre de 1994».

Martínez Castells propone un punto de vista distinto: «Si llegamos a esa situación será por haber exacerbado la cada vez más regresiva redistribución de la renta, en la ausencia de políticas sólidas de demanda y por querer imponer los absurdos dictados neoliberales de un Estado de mínimos, que van a llevar a la economía a un pozo del que puede ser imposible encontrar una salida».

¿Hay otras salidas?

Parece que hay alternativas factibles. Martínez Castells aconseja «combinar políticas de ofertas y demanda: por el lado de la oferta, racionalizar el gasto en lo que tiene de despilfarro, manteniendo las políticas de demanda, redistributivas y de pleno empleo y, donde no sea posible, manteniendo una renta que asegure unos niveles mínimos de vida dignos para todas las personas, junto con la preservación de los servicios públicos fundamentales».

Es el ‘espíritu keynesiano’: algo similar proponía hace unas semanas en su blog el exministro de Trabajo (Secretary of Labour) de Clinton, Robert Reich, que proponía desgravaciones fiscales masivas para las clases medias en EUA, a fin de evitar una segunda recesión o ‘doubble dip’ por insuficiencia de estímulo. No obstante, Estados Unidos parece marchar ahora a contracorriente; para el Profesor Antonio Miguel Carmona, «ahora es EUA quien quiere tener un Estado de Bienestar y así lo ha demostrado con la aprobación de la Reforma Sanitaria». Vicenç Navarro subraya el contraste con la Unión Europea: «Están siguiendo políticas keynesianas, mientras que la UE ha seguido políticas neoliberales».

Hay otros expertos que, pese al éxito de determinadas soluciones en el pasado, vaticinan un profundo cambio de ciclo. José Luis Sampedro se ha significado recientemente sugiriendo el ocaso del capitalismo. Àngels Martínez Castells lo ve del siguiente modo: «Este sistema es cada vez más una caricatura de sí mismo… Expulsa y margina personas que necesitan un mínimo de recursos y libertad. Este sistema podría aprovecharse de su capacidad intelectual y esfuerzos, pero les niega cualquier posibilidad de inclusión. Esta no es una contradicción más: es una contradicción fundamental. El capitalismo parece brillar y expandirse como una supernova cuando de hecho -y aunque el proceso puede durar años- ya se está convirtiendo en un agujero negro».

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