5 de febrero.
Querida señorita, hace más de un año que no hablamos. Nos conocimos en un chat erótico a través de Internet y quiero decirle que yo ya he cumplido mi parte. Supongo que pensó que yo no lo haría. ¿Se acuerda de mí? Tuvimos una cita puntual en un hotel y usted me contó que era la presidenta de una importante diputación provincial. También me habló de un problema con un miembro de pleno, alguien de la oposición, que tenía unas pruebas sobre corrupción urbanística. Yo le propuse matarlo y que a cambio usted matara a mi mujer, una cincuentona millonaria que me hace la vida imposible. ¿Me recuerda? Acabar con su problema me ha hecho sentirme vivo. No puede imaginar la tediosa vida que llevaba antes de conocerla a usted, junto a mi desagradable mujer. He recuperado la chispa de la vida. Ayudarla me ha hecho comprender que estaba olvidándome a mí mismo. Estaba muerto. Todos los días eran iguales unos detrás de otros Es como si se hubiera parado el tiempo y estuviera en un espacio muy grande, completamente vacío. Ya he comprendido la ausencia de cualquier error. Ha sido la suma ingente de enormes cantidades de obstáculos inmerecidos, pero ahora todo es distinto. No me juzgue. De nada sirve la comprensión. La vida no está hecha para ser comprendida. Las cosas son sencillamente tal y como son, y no se puede hacer nada para evitarlas. Ni siquiera merece la pena perder el tiempo lamentándose. Ayudarla me ha hecho sentir otra cosa. Algo imposible que flota en el universo esperando a ser descubierto. Sin embargo, el miedo vuelve de forma intempestiva, mis nervios se atenazan y numerosas dudas me hacen sufrir. A veces creo que he olvidado mi verdadero rostro. Unos instantes interminables se suceden antes de que pueda reconocerme en lo que he terminado haciendo. La lógica intenta consolarme, y una serie acontecimientos pasados van desfilando para explicarme como ha sido posible la llegada a la inverosímil situación actual. Pero la angustia se hace fuerte en determinados momentos. Las pesadillas no son infrecuentes. Los sudores. Sobre todo porque mi mujer todavía sigue viva. Pronto estaré lejos. Totalmente ajeno a todas las tristezas que me torturan.
7 de febrero.
Esta mañana me he quedado dormido. Probablemente, no escuché el despertador porque estaba soñando con escapar muy lejos. Pero ha sido horrible. Me puse muy nervioso, me vestí rápidamente y cuando llegué estaba mi mujer fuera de la habitación, esperándome.
“Tienes cara de preocupado.” Me dijo. Ha sido culpa de ella. De tener que soportarla. Después de lo que ha pasado ya no la aguanto. No soy el mismo. Me paso todo el día cavilando. No estoy bien. Y ahora creo que todas estas tribulaciones no merecen la pena porque no he de volver a verla. Las sutiles circunstancias de aquel día azaroso en el que nosotros quedamos en el hotel, e hicimos este gran pacto, para librarnos mutuamente de nuestros problemas, ya no tienen vuelta a atrás. He roto el espejo. Es la única manera de acostumbrarme al rostro extraño que tengo después de hablar con ella. He de cuidar los detalles para que no sospecha nada de lo que va a sucederle muy pronto. Si ella sospechara algo, sería el principio de un triste periplo que me llevaría sin duda a la cárcel.
8 de febrero.
No lo puedo olvidar. Y recordar es sufrir. Después de darle muchas vueltas he visitado a mi hermana Irene. Le he contado que no aguanto a mi mujer. Ella dice que no puedo seguir así. No puede comprender por qué no pido el divorcio. No me concentro. Me he acostumbrado al nivel de vida. He llorado mientras mi hermana me explicaba lo descabellado de mi situación. No voy a renunciar al dinero, pero tiene razón en algo. Me ha dicho que ella pertenece al pasado, que debería considerarla como a un fantasma. Que las ingobernables fuerzas de la vida nos separaron hace ya mucho y ahora pertenecemos a mundos diferentes. Sé que es verdad, pero no sabe cómo voy a librarme de ella. En mi domicilio el ambiente está un poco tenso. Creo que ella se huele algo. Supongo que no es cierto, son solo cosas mías.
9 de febrero.
Hola de nuevo. Ha salido en televisión que están buscando a un miembro de diputación provincial que ha desaparecido. No se preocupe, lo he puesto a buen recaudo. Tampoco podrán encontrar nada. Los papeles con los que iba a denunciar la corrupción de la diputación, ahora obran en mi poder.
10 de febrero.
Se ha hecho realidad. Ahora es un hecho consumado. Ya he encontrado la excusa para que mi mujer vaya mañana a su casa para hablar un asunto importante una licencia de obras en un terreno no urbanizable. Puede invitarla a tomar té. Por lo demás, yo ya estoy hablando por Internet con una jovencita que me está esperando en Brasil.
Por fin voy a disfrutar de la vida. Ahora me parece que tuvimos una relación fugaz pero seria. Supongo que he no aprendido la lección y sigo hablando con extraños. No obstante, sé que aunque nosotros somos extraños, siento que ya la conozco y estoy seguro que usted va a cumplir su parte del trato.
Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.