El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha declarado este martes la independencia de Catalunya en aplicación de la ley del referéndum, pero ha suspendido sus efectos para «dialogar».

 “Asumo al presentarles los resultados del referéndum, ante todos ustedes y nuestros conciudadanos, el mandato del pueblo de que Catalunya se convierta en un Estado independiente en forma de república”. Así sonaba el discurso de Carles Puigdemont en el Parlament cuando, acto seguido y en un ejercicio de “responsabilidad y generosidad”, continuaba: “proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada”. Un diálogo al que no ha marcado plazos y sobre el que ha asegurado que existen propuestas de mediación conocidas y otras no tan conocidas.

Puigdemont ha pronunciado un discurso de tono templado, con reiteradas referencias a la responsabilidad y el diálogo, que solo se ha alterado cuando ha denunciado la violencia policial del 1 de octubre. También ha pedido a la ciudadanía que siga expresándose libre y pacíficamente, a las empresas que no usen su poder para “atemorizar” a los catalanes y a la UE “que se implique y vele por los valores fundacionales de la Unión”.

Mientras los diputados de JxSí ovacionaban las palabras del president al concluir el discurso, los miembros de la CUP no han aplaudido y se han quedado sentados en sus escaños. Minutos más tarde, una decepcionada Anna Gabriel expresaba su rechazo a la propuesta de Puigdemont de negociar con “un Estado español que despliega sin vergüenza sus fuerzas policiales y militares por todo el territorio, usando técnicas de terror”. La diputada de la CUP en el Parlament ha advertido al president de la Generalitat de que no renunciará a la república catalana ya que “no se puede suspender la voluntad de dos millones de catalanes que votaron ‘sí’ el 1 de octubre”.

Las palabras de Puigdemont han descontentado también a la portavoz de C’s, Inés Arrimadas, que ha tildado a los independentistas de ser “el peor nacionalismo que hay en Europa”, una Europa que, asegura, “no va a escucharles”. En la misma línea se ha mostrado el líder del PP en Catalunya, Xavier García Albiol, quien ha visto lo acontecido hoy en el Parlament como un “golpe de estado” y “acto subversivo”. Albiol ha dado un portazo a la mediación, asegurando que no va a haber ninguna república independiente de Catalunya ya que no existen “propuestas asumibles desde la legalidad”.

Por su parte, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ha instado al president a dejar claro que el Parlament no ha declarado la independencia y ha criticado la ambigüedad de las palabras de Puigdemont. También ha dicho que la votación del 1 de octubre no fue un referéndum y que “el 38,47% no es el pueblo de Catalunya, y una minoría no puede imponerse a la mayoría”. Para Iceta la única salida a la situación actual es convocar elecciones autonómicas.

Sin embargo, no todo han sido malas caras para Puigdemont. En el mismo pleno, el presidente de Catalunya Sí que es Pot, Lluís Rabell, ha agradecido la llamada al diálogo por parte del president: “Quiero entender que la declaración de hoy es una puerta abierta al diálogo que piden millones de personas y, por ello, le agradecemos sus palabras”. Puigdemont también ha recibido el apoyo de Pablo Iglesias que, escasos minutos después de la comparecencia, ha reconocido su “sensatez” que “no habrá contentado a todos los sectores de Junts pel Sí”. Iglesias ha insistido en que el Gobierno del PP debe aceptar la “plurinacionalidad” de España y contemplar la celebración de un referéndum pactado. El líder de IU, Alberto Garzón, también ha celebrado la decisión de Puigdemont afirmando que “es una buena noticia que no se haya declarado la independencia” y que ha llegado la hora de que “el Gobierno recoja ese guante y aproveche esta oportunidad para abrir diálogo”.

Con el discurso de hoy, Puigdemont ha puesto en marcha la independencia de Cataluña pero ha echado el freno de mano. Ante los 358 medios internacionales acreditados en el Parlament, ha mandado un mensaje al mundo de que Cataluña quiere la independencia votando. También ha puesto entre la espada y la pared a Moncloa, que pueden optar por mirar hacia otro lado o buscar una solución al conflicto. La pelota cae en el tejado de Mariano Rajoy.

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