Los atentados del pasado 13 de Noviembre de 2015 quedarán en la retina histórica de la adormecida población europea, despertada a sangre y fuego mediante diferentes y sucesivos ataques y atentados que han desembocado en un recrudecimiento paulatino, político, social y armado, contra ISIS y, por extensión, contra el mundo árabe.
Hablamoss con Miguel Mora, periodista reconocido internacionalmente a lo largo de sus más de veinte años de carrera y otrora corresponsal para el diario «El País» en París, que en 2014, tras su fulminante y cuestionable despido por parte de la dirección que ostentaba Antonio Caño (como parte de la nueva línea editorial instaurada por la «cúpula Ana Botín«), fundó el periódico online de información libre www.ctxt.es.
Has vivido varios años en París, conoces muy bien la ciudad ¿Cómo te sientes al respecto de todo lo que está pasando?
Sí, bueno, por suerte no le ha afectado a nadie que conozca, a ningún amigo.
La sensación es de mucho dolor. Sobre todo por ver que los errores políticos que ha cometido Occidente en general y Francia también… aunque no haya sido la más belicista de todas las potencias, pero sí en estos últimos años, han provocado estos resultados, que eran naturales que se produjesen. Era natural porque la guerra y las bombas sólo producen más violencia, dolor y desesperanza.
La política de Francia hacia su, gran, minoría musulmana ha sido nefasta en estos últimos quince o veinte años, sobre todo con la segunda o tercera generación. Lo que está pasando decimos que es fruto de la barbarie… y, desde luego que es una barbarie. Pero también esta es una reacción natural a una situación política explosiva que no se ha sabido manejar o se ha manejado con singular torpeza.
Nada de esto justifica una acción terrorista como la que hemos visto estos días, pero tampoco nada justifica bombardear poblaciones inocentes y dejar sin esperanza a una parte de la población por el hecho de ser musulmana o de vivir encerrada en guetos.
La sensación, más allá de lo personal o de lo que sientes, porque una ciudad que ha sido siempre un símbolo de libertad esté viviendo estos momentos tan duros, es de miedo por ver a dónde nos conducen las decisiones políticas que está tomando occidente desde hace treinta años. No sólo el neoliberalismo salvaje, esa manera de dejar atrás a los más vulnerables, sino las decisiones de geopolítica internacional, que parecen diseñadas por el enemigo: bombardear e invadir países ilegalmente, luego dejarlos abandonados y tirados con un vacío de poder inmenso… Esto produce la eclosión de grupos cada vez más radicales y, al mismo tiempo, cuando estos grupos radicales responden y atacan, se produce un recorte de las libertades y los derechos, como hemos visto ayer, en el discurso de Hollande, que, poco a poco, van erosionando la democracia e incluso los derechos humanos.
Esta manera de actuar cumple con los objetivos de los terroristas: meternos miedo, hacernos unas sociedades menos libres, convertirnos en gente asustada… Este es el objetivo del terror y, si caemos en eso, han ganado ellos.
Eso es lo que realmente da miedo, no que tres «zumbaos» cojan un kalashnikov y se pongan a pegar tiros en una discoteca o en una terraza. Eso puede pasar, porque es inevitable… pero ante esa barbarie nosotros no podemos responder con menos democracia y sentido común y no reforzando nuestro valores, sino renunciando a ellos.
¿Cómo crees que van a reaccionar los franceses? ¿Van a estar más dispuestos a renunciar a unas libertades y derechos, por cuya lucha se han caracterizado históricamente, en favor de mayor seguridad que creen amenazada ante esta situación que ha golpeado tan fuerte su sociedad?
Es difícil saberlo. Va a depender de lo que haga la oposición en el parlamento, donde se necesita una mayoría cualificada.
Ayer, tras los aplausos, no parecían muy dispuestos a una reforma de la constitución para ampliar el estado de excepción.
Pero, claro, el hecho es que no sólo es Francia. El discurso de Hollande de ayer también llama a aplicar la cláusula europea de ayuda a un país atacado, sobreponiéndose a la OTAN y abogando por una defensa europea común, lo cual es una escalada muy grande en sentido político.
Hemos visto cómo, ante las crisis de los refugiados, Europa ha estado dividida, haciendo oídos sordos a la llamada de auxilio de cientos de miles de refugiados de las guerras que crea y ahora se va a unir en apoyo militar para atacar… Bueno, no deja de ser otra involución de la Unión Europea, que se está convirtiendo cada vez en un «chico más antipático«. Y Francia, que ha estado desaparecida en los últimos años, porque ha renunciado a hacer oposición a la política alemana de recortes, curiosamente ha encontrado la forma de hacerlo a través del gasto militar. Hollande dijo que el pacto de seguridad va a estar por encima del pacto de estabilidad, con lo que no piensa cumplir el déficit y piensa aumentar el gasto militar lo que haga falta para jugar esta guerra.
Irónicamente, una guerra que se declara contra un Estado Islámico que no existe y después del ataque de ocho terroristas, de los cuales cinco son franceses que han atacado tu propio país. Es un planteamiento tan contradictorio y paradójico que piensas si no será una patraña, porque, claro, a esto hay que sumarle que los servicios secretos, no han sido capaces de evitar en tres años una serie de atentados enorme y que tu propia incompetencia para vigilar ese fenómeno y tu política agresiva y belicista en Siria y el norte de África produce una radicalización del terrorismo.
España, cuando los atentados del 11-M no hizo una ampliación del estado de excepción, no llamó a ninguna guerra ni cruzada… A ver si va a resultar que el único estado normal de aquí es España…
Que Francia, el «país de las luces«, acabe reaccionando al más puro estilo de Dick Cheney y Bush, es impresionante… Y eso creo que refleja mucho la involución de la izquierda europea. Creo que Hollande está asestando el golpe definitivo a la izquierda europea, a la socialdemocracia europea. Entre Valls y Hollande van a acabar para siempre con el Partido Socialista Francés. Y eso es muy peligroso.
Que desaparezca una fuerza capaz de oponerse al discurso neoconservador y neoliberal es una tragedia.
En estos momentos, podemos entender que se están tomando muchas decisiones «en caliente«, que existe en Francia una «sed de venganza» por todo lo que ha pasado. Ya ha habido un bombardeo en Siria, supuestamente en territorio dominado por el ISIS, que provocará muchas víctimas civiles. ¿Crees que tardará mucho en paliarse esa «sed de sangre«?
No. Yo creo que eso es una representación de la venganza. Creo que en el fondo lo que se está es aprovechando un momento de gran emoción para llevar a cabo una involución en las políticas de todo tipo. Es una gran coartada para «meter mano» a los derechos fundamentales, restringir las libertades, el derecho de manifestación, incluso el derecho de la libertad de prensa…
Es una manera de que Hollande retome una iniciativa que tiene perdida desde que, prácticamente, llegó al poder. Ha sido un presidente indeciso que lo único que ha hecho en el plano internacional ha sido combatir el terrorismo de la parte africana de Al Qaeda, principalmente Malí, dónde le iba en juego la viabilidad de las minas de uranio que necesita la empresa energética francesa y de las que depende su energía nuclear. También ha sido muy belicista en el caso de Siria, segunda guerra que, tras Irak, ha provocado las crisis de los refugiados (mal bautizada, porque es una crisis de solidaridad, no de refugiados) y el recrudecimiento de las acciones terroristas. La consecuencia lógica de estas políticas era radicalizar el terrorismo y castigar a todo el que golpeara a Francia, como pasó en España cuando Aznar nos embarcó en la guerra de Irak.
Una vez que esto sucede ¿qué hace Hollande? Intentar ponerse a la altura, en beligerancia y en firmeza, de Sarkozy y Le Pen. Asocia al partido socialista a las tesis de la extrema derecha y le coloca en una situación tremenda, al obligarle a defender posturas que no le distinguen en absoluto de la derecha y de la extrema derecha, y a intentar buscar la reelección en el 2017 con los mismos principios que Sarkozy y Le Pen, sus rivales en esas elecciones. Y, bueno, como siempre pasa, los franceses elegirán el original sobre la copia. Teniendo a Le Pen para romper Europa, y mandar a los imanes a su país y reprimir aún más los guetos… pues votarán a Le Pen y no a Hollande.
Esta es la gran consecuencia de estos años de decadencia francesa, de estancamiento económico, de falta de presencia internacional real en las decisiones europeas, de ser un «segundón» de Alemania y verse rendida totalmente al neoliberalismo alemán (aunque, es verdad, han mantenido el Estado del Bienestar mucho mejor que en España o Italia, por ejemplo).
Quizá han visto la posibilidad de activar la economía en un estado de guerra construyendo más misiles… En Europa esto suele pasar una vez cada poco tiempo. Ya pasó en los años 10, 20, 30… con Francia en una posición de debilidad frente a Alemania, acabaron en guerras europeas. El clima recuerda a los años 30, con las persecuciones de los gitanos y los judíos… con una guerra en marcha en Ucrania, de la que nadie habla, y con unas cifras de paro y de exclusión en Europa parecidas.
Hay que tener mucha prevención, porque esto puede acabar en una especie de III Guerra Mundial, quizá. Yo no lo descartaría.
Al respecto de esta última posibilidad, ya ha habido voces que se han pronunciado en el mismo sentido, desde Manuel Valls (primer ministro de Francia) como, aunque con mayor sutileza, el Papa Francisco. Ya no en clave de no descartarla, sino, más directamente ¿Ves esta posibilidad real a corto plazo?
Sí, creo que sí. Creo que Europa se ha cegado completamente.
Por ejemplo, en el caso griego hemos estado cinco años para resolver el caso de una economía como la de la comunidad de Madrid.Y eso, si no es mala fe, es una incompetencia tan grande que te permite pensar que cualquier cosa es posible.
Y cualquier cosa es posible con gente como Valls, desde luego, que es un guerrero nato y que es capaz de bajar de un autobús a un niño cuando está yendo al colegio, para expulsarlo y demostrar que es firme contra los gitanos, que son los más débiles del escalafón. Un tipo que es capaz de hacer eso, es capaz de hacer cualquier barbaridad. Le retrata.
Si a eso le sumamos que Hollande sólo escucha a Valls y que en el Partido Socialista está bastante desaparecida la corriente izquierdista, anulada por la parte más liberal y derechista… pues cualquier cosa es posible.
Si tomamos de nuevo como referencia los años 30, ocurre lo peor. Desaparece la socialdemocracia y toman su puesto los extremismos, la extrema derecha, la extrema izquierda… y, como ya he dicho, cualquier cosa es posible.
Tendríamos que tener un poco de confianza en que Merkel no los va a llevar por ese camino, pero, claro, Merkel ha liderado la Europa que nos ha traído hasta aquí… por lo que tampoco merece demasiado crédito.
Creo que es el peor momento de la Unión Europea en toda su historia, sin duda.
Hay una frase muy famosa de Sartre que dice que cuando los ricos se declaran la guerra, son los pobres los que la sufren. En Oriente parece ser más fácil aunar a los ciudadanos por un mismo fin que en Occidente, donde, por ejemplo se escuchan voces que no sólo justifican los recientes atentados, sino que, lamentablemente, los celebran como escarmiento por los bombardeos en Siria. ¿Cuál crees que puede ser la reacción del ciudadano a las medidas que pueden adoptar los gobernantes en esta compleja situación, a la que parece que nos llevan frente a Oriente?
Bueno, aquí somos todos carne de cañón.
Todo el empeño de Europa en estos meses ha sido anular el ascenso de la Izquierda en Grecia y en España. Sobre todo en España, que les preocupa más.
Toda la política que se ha hecho en estos meses, toda la cortina de humo de Rajoy con Catalunya, está destinada a frenar el fenómeno Podemos, que es el único fenómeno democrático que ha sucedido en Europa en los últimos tiempos. El único movimiento que demanda un cambio radical de las cosas. Esto les ha provocado pánico a las élites, porque han visto que por ahí se resquebrajaban
Mientras que Orban (primer ministro húngaro) o el ascenso de la extrema derecha en Polonia les parece bien y todos los gobiernos corruptos les parecen bien a Bruselas, y no han tenido ningún problema en tomar parte por Samaras frente a Tsipras y en defender a los suyos y sus paraísos fiscales. Ahora, que haya una alternativa de izquierda les da pánico. Resulta que eso es lo que puede realmente resquebrajar la unidad de las élites y de las corporaciones, la pinza mediática, económica y política que nos gobierna en estos momentos.
Y, claro, no hay mejor campaña electoral en España que una guerra contra el terrorismo, una amenaza contra Al-Andalus, que decían hoy. Parece que todo se organiza de tal manera que en España no vamos a volver a hablar de democracia hasta dentro de unos meses, cuando tengamos la campaña electoral en marcha.
¿Cuál va a ser la reacción del pueblo? Pues a tragar. No hay alternativa. La sensación es de que no hay escapatoria.
Esto ha pasado con la connivencia de la socialdemocracia en toda Europa y con la colaboración de la llamada «prensa libre», que está a la cabeza de la manifestación de todas las causas de las élites: el conflicto catalán, la guerra contra el terrorismo… No hay más que ver que los titulares de las televisiones y la prensa mainstream, a favor de esta corriente de mal llamado pensamiento, de pensamiento único.
Y en eso estamos. Si en España, que es un país muy sensato y golpeado, hubiese un gran movimiento en las elecciones, sería muy sorprendente, porque, realmente, han puesto tres partidos contra uno. Todos los medios con esos tres partidos y contra ese pequeño partido surgido del 15M.
Pero, bueno, esa es realmente la esperanza. Que en España hubiese un cambio radical, que ganase las elecciones Podemos y que hubiese una voz distinta en Europa. Pero lo veo muy difícil, porque el debate ha quedado anulado, primero, por la cortina de humo catalana y después por la cortina de humo del terrorismo.
Referente al impacto mediático de estos atentados, el mundo parece haberse vuelto loco porque han muerto 150 personas. No es el primer caso de atentados masivos que se produce, pero este parece haber tenido gran calado al haber sucedido en Europa. Se puede equiparar, aunque con menor número de víctmas, a lo acontecido en 2001, con las Torres Gemelas, e incluso ha llegado a Facebook, donde una aplicación permitía poner sobre la foto de perfil la bandera francesa. Con esta base, han empezado a ser recurrentes las expresiones «muertos de primera» y «muertos de segunda». ¿Consideras realmente que sucede esto y cómo crees que podría mejorarse esta percepción?
Sí. eso es así y siempre ha sido así. En periodismo siempre te enseñan que un muerto en Toledo es más importante que 3000 muertos en China. También influye la cuestión de cercanía física e intelectual.
En todo caso, lo que es evidente es que ya hemos vivido en Europa casos como el de París, como el que vivimos en Madrid, el de Londres… Eso ya ha pasado y, tras lo de las Torres Gemelas, se puso en marcha la industria del miedo, que no era más que la angustia alentada por la industria armamentística, que pedía nuevos contratos «a todo trapo» y que comandó la política estadounidense hacia las guerras, las invasiones, etcétera.
Lo que estamos viviendo es la repetición de un error ya cometido hace quince años. y, en ese sentido, es patético como los medios se ponen al servicio de esa idea, de esa industria del miedo, a fomentar el pánico… en lugar de exigir una respuesta democrática y razonable que no traspase los límites de la democracia.
Lo de las banderas y demás creo que es una cosa menor que Facebook puede aprovechar para detectar… no sé qué cosas, porque vivimos en un mundo de espionaje masivo y ya sólo les falta saber cuantos se ponen la bandera francesa y cuantos no cuando hay un atentado… (Risas).
En cualquier caso, el europeísmo, la visión desde Occidente, siempre tiende al etnocentrismo. A olvidar a las víctimas que se producen en Oriente Medio para destacar las que se producen aquí. Pero eso también es natural, no es una conspiración universal. Simplemente tenemos más que ver con los amigos que se han muerto en París que con unos niños palestinos a los que no vemos ni conocemos.
ISIS tiene como principal fuente de ingresos el petróleo, que se exporta, entre otros sitios a la misma Europa. ¿Qué opinas sobre las voces que abogan por luchar contra ISIS no comprando este petróleo manchado de sangre?
Bueno, el petróleo está manchado de sangre desde siempre. No hay «oro negro» limpio.
Si no compramos el de ISIS compraremos el de Arabia Saudí o el de Qatar, que no sé si es peor… En esto no hay nunca «buenos». La historia del petróleo es una historia de «malos, malísimos» desde el principio de los tiempos. Desde el principio de la Historia siempre ha producido muertos, mafias, atentados, ha favorecido a las peores dictaduras, guerras injustas y brutales… Y sigue siendo así.
Ojalá inventasen el coche eléctrico para que sea universal. Seguramente nos ahorraríamos muchos muertos.
Si miramos la clasificación mundial de vendedores de armas, España ocupa el 7º puesto y Francia, que ha sufrido estos atentados, ocupa el 5º puesto, siendo gran parte de su mercado países de reminiscencia árabe, como Marruecos o los Emiratos Árabes Unidos, donde existen conexiones con grupos terroristas como Al Qaeda o Daesh. ¿No te parece una incoherencia vender armas a esos países para que se maten entre ellos y luego echarse las manos a la cabeza cuando son usadas en atentados como el de París?
Pues sí. Es como lo del petróleo, una constante. Siempre es así.
Sin ir más lejos, Saddam Hussein, que Estados Unidos le armó hasta los dientes y al que luego combatió.
Tú vendes las armas y puede que las usen contra ti. Eso puede pasar y pasa. Son situaciones que me temo que no tienen remedio y la hipocresía occidental en ello seguirá siendo tan sangrante como ha sido hasta ahora.
De hecho, en 2013 se firmó el nuevo Tratado de Comercio Armamentístico, pero países que lo han firmado, como la propia Francia o Alemania no parece que lo estén respetando demasiado…
Sí, creo que a hipocresía no nos gana nadie en este momento. En la historia no creo que haya nadie más cínico e hipócrita que las élites europeas.
Por último, desde un punto estrictamente periodístico, se está criticando mucho, principalmente a través de las Redes Sociales, que demuestran que la percepción y la comunicación están cambiando, el tratamiento informativo de estos atentados. Se ha incidido sobre todo en el uso del morbo y en las cuestionables actitudes de periodistas como, por ejemplo, Ana Rosa Quintana, que no respetó un minuto de silencio en una conexión en directo…
(Risas) Eso pasa por mandar a cubrir noticias a gente que no es periodista. Algo que ha pasado mucho y que ha arruinado la imagen del periodismo en España. Considerar periodista a Ana Rosa Quintana o a Mariñas es un chiste, pero esos son los que la gente ve en la televisión y considera que son nuestros periodistas. De ahí el lamentable estado de la profesión en nuestro país…
Por otro lado, lo morboso y lo macabro en este país siempre ha sido una constante. El detalle más impresionante que hemos visto en estos días es como los cámaras franceses bajaban la cámara cuando llegaban los familiares de las víctimas al depósito de cadáveres o a los lugares de los atentados, para no filmar el dolor más brutal. Recuerdo cuando el 11M las escenas brutales de desgarro en que los cámaras se metían entre los grupos de las familias en los depósitos de los cadáveres.
En ese sentido los periodistas españoles hemos tenido una evolución del periodismo hacia el amarillismo, hacia la sumisión al poder, hacia el morbo, que en los últimos años es terrorífica. En Francia todavía tienen un respeto mayor por el periodismo y por lo que significa la información y la libertad de prensa. Aquí la situación es peor que desesperada. Y, bueno, en eso estamos. A ver si, poco a poco, logran salir medios nuevos que intenten cambiar un poco las cosas. Pero si el standard es Ana Rosa Quintana… apaga y vámonos.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.