Cuando pasa delante del escaparate de la librería Paradiso de Gijón y avista alguno de sus libros siente un ligero cosquilleo, ya que dicha librería siempre ha sido un referente de la ciudad; a ella iba con sus amigos a pertrecharse de vinilos. De niña soñaba con ser escritora, y ese sueño tanto tiempo aparcado, parece que se ha cumplido.

Hoy por hoy, su novela y su primer poemario están en la biblioteca Nacional y en la del Congreso de EEUU. Julia Navas Moreno es una autora emergente y prolífica en el panorama de la literatura actual, con su singular manera de llegar al lector; directa con su prosa y poesía; paseándose por esa línea tan difícil de gustar a un variado abanico de lectores, sin renunciar a la calidad. Transmite cercanía.

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Ella se define como voraz lectora y ecléctica en música; desde Antonio Machín hasta Smash; garaje, Son Cubano, R&Blues, Ramones, The Velvet Underground (grupo al que cita en su último poemario), The Cure y, por supuesto, bandas de la Movida o Edad de Oro del Pop Español, especialmente de signo punk-siniestro (Paraíso, Parálisis Permanente, Siniestro Total…). Julia Navas Moreno nació en Avilés (Asturias) en 1966 aunque, desde 1989 reside en Gijón. Es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo. Tras un parón en la actividad literaria, retoma las riendas con su primera novela, Esperando a Darian (Ediciones Hades, junio de 2014) cuya notable aceptación le deriva a firmar su obra en la Feria del Libro de Madrid y a un no parar de crear. En los dos últimos dos años y medio ha publicado esta novela, dos poemarios (Confieso que he Perdido el Miedo / Ombligos y Universos) y ultimado una segunda novela.

Entretanto, la escritora también ha visto publicados numerosos artículos de opinión y colaborado con reseñas musicales y literarias, reportajes y entrevistas en la revista digital Future Magazine.

En noviembre de 2014 se proclama como ganadora del II Concurso de Relatos Contra la Violencia Machista organizado por el Ayuntamiento de Terrassa (Barcelona). En marzo de 2015 presenta su primer poemario, Confieso que he Perdido el Miedo. En diciembre del pasado año sale publicado el segundo, Ombligos y Universos con Canalla Ediciones, S.L. Su editora, Inés Pradilla, define así su obra: «A lo largo de las páginas de Ombligos y Universos, la poeta Julia Navas Moreno desgrana su permanente ansia de vida, observa el mundo y el destino de dentro a fuera, a veces en clave de derrota, sin duda idealizada, y otras con coraje y para inventar una nueva realidad. Elige para ello el lenguaje de la desesperación, más intenso y más bello que el de la esperanza para contar con una gran capacidad lírica, el paso de lo relativo a lo absoluto, inscribiendo lo personal en lo universal».

¿Cómo y cuándo despertó en ti la pasión por la literatura?

Fue a la par que aprendí a leer y, en consecuencia, a escribir. Muy prematuro. Lo hice de la mano de mi abuelo. Es curioso, acabo de acordarme cómo y es muy emocionante: siempre me han fascinado las letras, las palabras. Era demasiado pequeña para empezar el cole -antes no había párvulos- y yo no podía esperar. Me fui con él a Barcelona a pasar una temporada con mis tíos y al pasear, no avanzábamos; yo quería saber qué ponían aquellos letreros, los anuncios… Cuando empecé el cole, ya sabía leer y él volvió a Jaén. Le escribía postales a diario con versos inventados por mí.

Deduzco que la figura de tu abuelo ha sido muy importante en tu vida.

Mucho… Murió cuando yo tenía doce años y aún recuerdo perfectamente su voz. Él me inculcó sus principios, el modo más correcto, sencillo y honesto de percibir la vida y lo que realmente importa. Yo sabía que sufría mucho, pero no entendía del todo por qué. Se fue en el 1978 y logró ver legalizado su partido, pero no disfrutó de la democracia -de este simulacro de democracia-. Sufrió torturas, cárcel y persecución hasta el final y solo era un zapatero y músico que ayudaba a los demás a pesar de ser un hombre muy humilde. Para que te hagas una idea de su dimensión, treinta y ocho años después, aún se le recuerda con emoción, incluso gente del “bando” contrario. Creo que ahora se sentiría tan decepcionado de ver en qué acabo tanto sacrificio… Gracias por darme la oportunidad de hablar de Pedro Moreno.

En alguna ocasión tú también has reconocido inquietudes políticas, incluso tu compromiso como militante, en su momento, con el PCE (el partido que defendió tu abuelo). Y curiosamente, en tu primera novela, «Esperando a Darian», queda patente el posicionamiento de izquierdas de su principal personaje paralelamente a sus preferencias musicales (muy en la onda de los ochenta). ¿Cuánto de autobiográfico reúnen tus obras?

La verdad, poco… Relato un tiempo que conozco, que no me es ajeno, pero en Esperando a Darian solo es autobiográfica las primeras hojas, el primer capítulo; después la novela tomó unos derroteros que ni yo misma preveía y, salvo las referencias históricas, todo es ficción -eso sí, muchas horas de documentación-

La novela que he finalizado, lo es menos todavía… El primer poemario sí que tiene mucho de mí y de vivencias personales. Ombligos y Universos es más cómo veo y siento el mundo exterior.

Me consta que desde muy joven, en tu época estudiantil, obtuviste diversos premios literarios, ¿recuerdas el primero?

Sí; a los 11 años gané el primer premio del día del Libro de Avilés con un cuento sobre una gota de lluvia que viajaba y contaba su periplo. El segundo, fui finalista a nivel nacional con un relato.

¿Qué originó tu desconexión con la literatura durante tantos años y dedicarte a otros quehaceres como la restauración y decoración inmobiliaria?

Nunca me desconecté como lectora, pero sí como escritora. Tuve una adolescencia loca donde me dediqué a vivir y la música se convirtió en mi prioridad. No como ejecutora-desgraciadamente no heredé las facultades de músico de mi abuelo-, sino como disfrute, comunicación y goce. Ahora, volviendo a lo que se siente creando entiendo por qué pude huir: crear es, a veces, un ejercicio doloroso de continua búsqueda, casi esclavizante… Resumiendo: yo dejé de trabajar y las musas me abandonaron.

¿Qué te impulsó a retomar el contacto?. ¿Quizás las musas decidieron darte una segunda oportunidad introduciéndote en las nuevas tecnologías de comunicación social?. ¿Fue realmente determinante Internet?

Sí que lo fue… Yo siempre escribía a máquina. A mano, cuando me pillaba por ahí, pero mi cabeza va muy rápido y así mis manos eran como un secretario que ejecutaba mis pensamientos. La máquina se estropeó a la par que apatía el abandono. Lo uno llevó a lo otro… El caso es que con esto de las redes sociales volví a juguetear esta vez con las teclas de un ordenador. Escribí una carta a El País Semanal y me la publicaron. Fue emocionante… Escribí otra… Y así 20 en apenas dos años y, casi todas, como Cartas de la Semana. Me dije -me decían- ¡Juli, no has perdido «eso»!. Me sentí renacer. Me puse con lo que acabaría siendo mi primera novela y alterné con poemas que me asaltaban; gané un concurso a nivel nacional… Julia ha vuelto.

Supongo que te refieres a la II Edición del Concurso de Relatos sobre la Violencia Machista convocado por la ciudad de Tarrassa (Barcelona), ¿cuál es tu posición ante este tema tan preocupante?. ¿Piensas que la violencia de género es exclusiva por parte del hombre en la sociedad actual o que está sobredimensionada?

¡No! Es real, tangible y trágica. No sólo las muertes sino los llamados “micromachismos”-en este tema, nada es “micro”- Mi relato se centra en esas señales que pasamos de largo, que admitimos y que , poco a poco llevan a una situación asfixiante y peligrosa.

También hay agresiones por parte de las mujeres, por supuesto; más psicológica que física, pero el machismo es eso: desigualdad con el menosprecio de la mujer y su sometimiento y violencia. Hay que cambiar la sociedad construida desde un patriarcado que no tiene ningún sentido ¡Ya toca!

Estás considerada como una de las escritoras más emergentes de la nueva literatura. Llegas de manera directa con tu prosa y poesía paseándote por esa línea tan difícil de gustar a un variado panorama de lectores sin renunciar a la calidad.

Gracias por esa consideración, de verdad. Tengo tanto respeto y admiración por la literatura que sólo con el hecho de que una editorial haya apostado por mí ya me hace sentirme satisfecha. Lo que venga, será bien recibido. Hay excepciones, como en todo, pero es estos tiempos donde publicar puede significar simplemente que tienes tu cuenta bien saneada.. No creo en la autoedición. Cuando acabé mi primera novela me quedé muy satisfecha pero tenía muy claro que no saldría del “cajón” si no era con el respaldo de una editorial.

Volviendo a la pregunta, la literatura ayer hoy y mañana es el espejo de la sociedad. Es arte y el arte, es creatividad, avance, transgresión-que se lo digan a Miguel Ángel que, a pesar de los encargos papales hacía lo que podía para no doblegarse. Por eso los que desean doblegar a la sociedad, someter se esfuerzan tanto en que “esto” decaiga. Estamos en un momento involutivo, pero, aunque siempre sean “malos tiempos para la lírica”, siempre habrá voces que despierten a quién quiera escucharlas.

¿Y en tu vida?, ¿qué función cobra escribir, aparte de dejar fluir o escapar tus sensaciones?. Alguna vez has comentado que es sanadora.

Totalmente sanadora. Resuelto mi conflicto con la escritura, habiéndome rendido a la evidencia de lo que soy, escribir me hace sentir protagonista de mi vida. Cuando escribo intento exorcizar mis miedos, mis ansias y entender el mundo que me rodea. En mis poemas, por supuesto, pero en mis novelas mis protagonistas, buenos o mezquinos, exponen la realidad como yo la concibo y la denuncio.

Entonces, ¿realmente se podría considerar la cultura como una medicina o arma de resistencia, tanto para el autor como para el receptor (en el supuesto de que este último se haga eco del mensaje?).

En la respuesta anterior creo que doy claves para esta pregunta. Lo es, totalmente. Si llenamos la mochila con información, con las distintas vidas y experiencias que nos da una película, una novela, un cuadro, nuestro criterio será más amplio. Será más difícil que nos engañen y sometan.

Las letras, las humanidades son tan, o más, importantes que las ciencias. Se retroalimentan. Necesitamos todas las caras, todo el crisol.

Con lo cual, flaco favor está haciendo el actual Gobierno a los alumnos al eliminar la Filosofía en las aulas, ¿no crees?

 No me sorprende como estrategia idiotizante. La filosofía nos enseña a cuestionar el pensamiento y a abordar con espíritu crítico otras disciplinas. Lo que ellos consideran accesorio, es vital.

Me he tomado la libertad de reproducir uno de tus poemas (espero que me lo apruebes), «COSTURAS «. ¿Qué o quién te lo inspiró?

Es un poema inédito que puse en las redes sociales. Mi madre cosía -ya no lo hace-, como casi todas las mujeres en aquellos años. La ropa tenía mucho valor y creaba una industria que daba de comer a mucha gente. Yo llevaba ropa única e irrepetible… Y más en tiempos donde no existían tiendas que globalizaran, uniformaran y restaran la capacidad de comunicarse a través de las vestimentas. Es arte y comunicación; lenguaje. Yo fui rebelde a través de lo que me ponía cada mañana; todos lo éramos en aquel momento efervescente de los 80: los «peras», los mods, los punkis, etc, etc. Ropa que había que pagar lo que merecía: telas, botones, hilos, horas de trabajo, patrones…; que daba empleo digno y que no sobre explotaba a niños y niñas y hacía rico solo a un hombre. No había cadenas textiles que no pienso nombrar. Repito, yo era afortunada y mis diseños mi mami los plasmaba al dedillo. Los vaqueros..¡Ay! nada de marcas: economato de ENSIDESA. A los… 13 años, mi primer tejano: LEE. Estaba tan emocionada que salí de la tienda con ellos puestos y…la etiqueta sin quitar. Uno de esos ridículos que aún me produce sonrojo al recordarlo pero que dice mucho de la querencia y valor de una prenda frente a el despilfarro y el consumismo de ahora.

Pensar en ello me sugirió un poema de amor jugando con los términos que utilizan las costureras y que eran tan familiares para mí.

COSTURAS

Repárame.

Repara mis rotos y descosidos;


une mis jirones de piel
y zúrcelos; reconstruye.
Rellena hasta darme volumen

y que pueda sostenerme

sobre mis pies;

seguir tu estela de vida,


tus pasos rítmicos,


el sonido de tu voz,

y rescátame de ese montón
de ropa olvidada.

Remienda los daños de otros sastres.

Déjame bonito


y sácame a pasear


con la sonrisa bien cosida


a los labios

con vainica.


Pon lunares de bodoque 


en mi cara.

Déjame las costuras


bien rematadas


para que no entre la tristeza

a través de los pespuntes.

No quiero hilvanes,

temporalidad.

Ser cobijo de una noche

ni remiendo triste

Descartada del club de «los primero yo», ¿cómo te autodefinirías a nivel personal?

Me he reedescubierto. He vuelto a ser la rebelde e inconformista que era. Soy muy crítica pero, paradójicamente, me amoldo; no me gusta quejarme; me siento una afortunada en este mundo tan loco. Soy muy soñadora y supongo que esa imaginación es lo que alimenta a cualquier autor. Tengo mucho sentido del humor y, por muy mal que lo esté pasando, es fácil que me enfrente a todo con una sonrisa… y una vuelta de tuerca a cualquier asunto. Creo que soy generosa y no soporto la envidia y la mezquindad.

Entre los autores que destacas como preferidos en tu biografía, la lista de actuales no es muy larga. ¿Consideras que andamos escasos de nuevas plumas?. Enumérame algunas firmas de tu generación con las que te sientes identificada.

Al contrario…. Es una “querencia” personal. Pero sí, los clásicos deben permanecer, siguen asombrosamente vigentes. Ahora se publica mucho -quizá demasiado-. Es bueno y malo. La saturación puede ocultar a autores que realmente merecen la pena. Tenemos autores de generaciones anteriores maravillosos: Ana Mª Matute, Gamoneda, Eduardo Mendoza,Goytisolo, Marsé. Gloria Fuertes, Ángel González, Ana Moix, Cristina Peri Rossi.

Más coetáneos, Bolaño, Murakami, Nick Hornby, Philip Roth, Ángeles Caso, David González, Roger Wolfe, El Ángel, Vicente Muñoz… y las poetas que llevan años enriqueciendo el panorama literario con una poesía de alta calidad, tanto asturianas como del resto de las comunidades autónomas, por no hablar de las nuevas generaciones. Por nombrar algunas autoras que ya han publicado varias obras, dejándome tantas…: Ana Vega, Berta Piñán, Roxana Popelka, Vanessa Gutiérrez en asturiano, Emma Pedreira en Gallego, Teresa Ramos.

Con algunas de ellas fuisteis nombradas «Nietas de Gloria Fuertes» en un interesante reportaje firmado por Carlos Barral Álvarez para la revista ATLÁNTICA XXII hace varios años. Salvando distancias en cuanto al destinatario de tu lectura (digamos, más adulto), ¿te identificas con su estilo, con su manera de utilizar la ironía, por ejemplo?

Gloria fuertes también escribió para adultos. Con la celebración del centenario de su nacimiento, la editorial Torremozas saca dos reediciones: Glorierías y Pecábamos como ángeles, un poemario de amor.

Ella era una maga de las imágenes y la ironía ¡Ojalá! Sí que la ironía y el sentido del humor con”vuelta de tuerca” es algo que traslado a mis poemas de manera natural. Me gusta que lo transcendente se haga liviano cuestionándolo todo. Yo, comparada con mis compañeras casi era la hija menor -se ríe-. Estuve tantos años sin escribir… Fue un placer que contaran conmigo para que mi nombre se uniera a ese elenco de autoras más jóvenes y con una trayectoria ya sólida. He cogido carrerilla y en tres años he publicado tres libros y espero no volver a sufrir otro parón.

En concreto, ¿cómo definirías tu estilo?, ¿cuáles son tus principales herramientas o recursos a la hora de escribir?

¡Qué difícil resulta definirse a una misma! Utilizando palabras de lectores y de “entendidos”, mi estilo es diáfano y con una aparente sencillez. Me gustó mucho una definición que leí sobre mi obra en general “realismo emotivo”. Puede aproximarse bastante… La emotividad como consecuencia de tratar llegar al lector con los personajes desde situaciones cotidianas y , a veces, duras. Mi prosa tiene en ciertos momentos poesía y, mi poesía, prosa.

Tanto críticos como lectores podemos sacar una reflexión o conclusión individual del contenido de tus obras pero, grosso modo -en una frase-, ¿podrías resumir cuál es el mensaje que pretendes infundir con cada uno de tus libros publicados?

Más difícil todavía..jjj Cuando escribo lo hago de manera no preconcebida; soy caótica, desorganizada, pero efectiva. Me siento, atrapo una idea y dejo que ésta fluya. En Esperando a Darian fue así. Empezó en Madrid y acabó -no sé ni cómo- en Yugoslavia. Lo curioso es que todo encajó a la perfección. Fui consciente de mostrar la estupidez humana, la manía de errar una y otra vez y repetir guerras y genocidios. Y el amor, la amistad dando un hálito de esperanza a una historia cruda. Y el afán de retratar mi tiempo, aquellos maravillosos años de los ochenta.

Confieso que he perdido el miedo, un reencuentro con la poesía que empieza de manera titubeante pero que va anunciando lo que creo que se aproxima más a mi voz y mi actitud al escribir. Una confesión de vida en toda regla.

En Ombligos y Universos, un intento de ir de lo particular a lo general; una mirada más abierta, menos intimista. Estoy presente pero hay una intencionalidad de desdoblarme e ir más allá de mi ombligo.

Te defines como rebelde e inconformista pero amoldable a las circunstancias. ¿Podemos deducir que «porque no queda otra»… cuestión de supervivencia?

Quizás sí, pero también es una estrategia. A estas alturas de mi vida tengo la convicción de que es imposible cambiar a alguien antagónico; resulta tan agotador… Así que prefiero construir desde la suma, el placer de compartir y de unir fuerzas. Me amoldo, pero no dejo de presentar batalla: educando a mis hijas e hijo; actitud y mis escritos.

No todos los escritores han tenido la oportunidad de ver representadas en teatro sus obras o musicalizadas. ¿Qué han significado para ti ambas experiencias?

Emocionantes, maravillosas… Cuando Juana Ardoy, actriz de la compañía “Teatro Círculo” de Benimaclet se puso en contacto conmigo para pedirme permiso y representar parte de “Confieso que he perdido el miedo” accedí y sentí mucha curiosidad por cómo lo abordarían. Pensé que sería una especie de recital, pero fue una puesta en escena arriesgada, original. Captaron asombrosamente lo que yo había sentido al escribir los once poemas elegidos, el mensaje más profundo, la ironía. Un gran trabajo del director Nef Martínez con las actrices: además de Juana Ardoy, Raquel Sanz y Constanza Carlesi.

Otra sorpresa inesperada y muy gratificante cuando el músico Toño Zamanillo, amigo de la adolescencia me mandó un tema hecho con un poema y me dijo que estaba trabajando en más. Me ha acompañado en varias presentaciones y ha sido un éxito. Es una sensación muy especial y estoy muy agradecida.

¿Por qué prefieres que te llamen poeta y no poetisa?

Es algo que he sentido desde siempre. Yo de pequeña quería ser “poeta”; nunca decía “poetisa”. Es una palabra suficientemente femenina. ¿Por qué no decimos “poetos” para los hombres?

Poetisa tiene connotaciones negativas; la poesía escrita por las mujeres era considerada de rango menor.

¿Qué opinas sobre la polémica adjudicación del Premio Nobel en literatura a Bob Dylan?

Nadie que me conozca puede dudar de lo importante que es para mí la música. Respiro música y me nutro de ella… Me lo tomé con mi habitual sarcasmo. Deberían crear, en todo caso, un Nobel de la música, porque poetas, novelistas, dramaturgos hay muchos y por encima, literariamente hablando, de Dylan. Además, creo que hasta él, estaba finalmente de acuerdo conmigo… Dylan es un icono, un gran músico.

¿En qué punto se encuentra la promoción de tu último poemario, «Ombligos y Universos?

Pues recién presentado y… ¡seguimos! En breve iré a León; también espero visitar Madrid, Bilbao, y volver a Valencia y…¡lo que vaya surgiendo! Importante la visibilidad que te brindan las redes sociales. Gracias a ellas la difusión ha sido mayor y mis libros han funcionado muy bien.

Sabemos que tienes ultimada tu última novela. ¿Tiene algún novio editorial potencial a corto plazo?

En ello estamos… Es muy difícil dar por terminada una novela; no puedes dejar de corregir, revisar. Ahora, esperando respuesta editorial; ese ilusionante que cierra un ciclo de cierta soledad. Tengo muchas ganas de volver a publicar narrativa, aunque esto de la promoción quita mucho tiempo y energías para escribir, que es lo que realmente me llena.

Un placer, Julia Navas Moreno. Muchos éxitos en tu trayectoria.

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