Aventurero, jugador y mujeriego, el más famoso de los fotógrafos de guerra fue un antifascista convencido que se hizo reportero durante la Guerra Civil Española.  Como si de un moderno Goya se tratara, Robert Capa supo enseñarnos los “Desastres de la guerra”; una de sus fotos, “Muerte de un miliciano”, es hoy un icono de la resistencia y de la tragedia humana. Capa murió en Indochina mientras cumplía con su trabajo. Pisó una mina y así nació la leyenda.

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A Robert Capa, cuyo verdadero nombre era André Friedmann, nació en Budapest (Hungría), en el año de 1913 en el seno de una familia judía de clase media que tenía un pequeño taller de alta costura. Con 16 años conoció al escritor y artista plástico Lajos Kassák, un antiguo obrero metalúrgico que llegó a liderar los círculos de arte de vanguardia en Hungría. Amigo de Apollinaire, Picasso y Modigliani, Kassák editó las revistas “ATett y Dokumentum” y se destacó como activista político de izquierdas. Con él Capa conoció a los fotógrafos húngaros y comenzó sus colaboraciones periodísticas. En 1931, las relaciones del joven Capa con el Partido Comunista Húngaro, le obligaron a dejar el país de forma precipitada perseguido por la policía secreta del dictador Miklós Horthy. Con dieciocho años se plantó en Berlín con el objeto de estudiar ciencias políticas, sociología y periodismo. Las dificultades económicas le obligaron a dejar los estudios y, gracias a otros refugiados húngaros, consiguió un trabajo como mensajero en la agencia Ullstein para, al año siguiente, pasar a la prestigiosa agencia gráfica Dephot, como ayudante de laboratorio.

EN BUSCA DE ASILO POLÍTICO

Robert Capa quería escribir crónicas periodísticas, pero el idioma alemán era una barrera en aquel momento para el joven que, más tarde, llegaría a ser un verdadero políglota. Lo más cercano al periodismo que encontró fue empuñar una cámara fotográfica. El fundador y director de la agencia Dephot, Simón Guttmann, le encargó el que seríasu primer reportaje importante. Capa partió a Dinamarca para cubrir una conferencia organizada por los estudiantes daneses en el Stadium de Copenhague. El orador era un exiliado ruso, León Trotsky, esto sucedió el 27 de noviembre de 1932. En enero de 1933, Adolf Hitler fue nombrado canciller; las persecuciones de los meses siguientes, obligaron a Capa a emprender una nueva huida. La familia del fotógrafo Harald Leichenperg, de la agencia Dephot, lo acogió durante unos meses en su casa de Viena. Tras una breve visita a su tierra natal, el fotógrafo se instaló en París.

En la capital de la fotografía conoció a un compatriota que influiría mucho en su obra. Se trataba de André Kertész (1894-1985), un fotógrafo que antes había sido pintor y escultor. Kertész ayudó económicamente a un Capa hambriento y le enseñó la poesía de sus fotos de las calles de París. Decidido a trabajar como fotógrafo independiente, en 1934 conoció a David Seymour –Chim- que pocas semanas después le presentaría a Cartier-Bresson. Era una época en que sólo había que dejarse caer por el Café du Dôme de Montparnasse para encontrarse con la flor y nata de la intelectualidad europea, muchos de ellos refugiados políticos como el propio Capa. También fue ese año cuando conoció a su gran amor, Gerda Pohorylles (1911-1937), era una bellísima refugiada judía alemana de la que se conocen pocos datos y que tuvo un trágico final como veremos más adelante. Ella trabajaba como secretaria en la agencia Alliance Photo, la única agencia que por aquel entonces compraba las fotos de Capa, y en sus oficinas se conocieron.

FALSA IDENTIDAD

Gerda comenzó a colaborar con Capa vendiendo sus fotos por las agencias mientras aprendía los rudimentos de la fotografía con su novio. Fueron momentos duros y de hambre. Parece ser que fue a ella a la que se le ocurrió inventarse el personaje de Robert Capa, hasta entonces Capa firmaba con su nombre húngaro. El nombre de Robert Capa estaba inspirado, aunque hay diversas versiones sobre esto, en Frank Capra, que en 1934 estrenó su oscarizada película “Sucedió una Noche”, y Robert Taylor que en aquel mismo año participó en su primer film: “Receta para la Felicidad”. Para que fuera más creíble, el tal Robert debía ser un prestigioso y famoso fotógrafo norteamericano instalado en Europa. La cosa funcionó y esto permitió a la pareja triplicar el precio de las fotos que vendían. Gerda se presentaba como la representante del fotógrafo imaginario y André como su ayudante. Al final se descubrió el asunto y el fotógrafo decidió quedarse con el nombre. Gerda también cambió su apellido por el de Taro, en honor a un amigo de la pareja, el escultor y pintor japonés Taro Okamoto, que habían conocido en París. Como en el caso de Capa, también existen otras versiones sobre el origen del seudónimo. Entre otros medios, trabajaban para el periódico comunista “Ce Soir”y la revista francesa “Vu” fundada por Lucien Vogel en 1928, y que fue modelo para otras revistas gráficas como la americana “Life”.

Unantiguo jefe de Capa, Simón Guttmann de la agencia Dephot, le encargó en la primavera de 1935 unos reportajes para varias revistas alemanas. En la primavera de 1935, Robert Capa entró en España por San Sebastián para realizar un reportaje sobre la vida cotidiana del boxeador Paulino Uzcudun, el campeón de los pesos pesados tenía que enfrentarse en el mes de julio al gran campeón alemán Max Schmeling. Luego se dirigió a Madrid para fotografiar el prototipo del helicóptero de Juan de la Cierva. Capa se encontró con la negativa del inventor y se quedó en la capital para cubrir el desfile del 14 de abril, cuarto aniversario de la República. Posteriormente se dirigió a Sevilla para hacer fotos de la Semana Santa y la Feria. Durante su estancia en España estudió el idioma, eso junto a su carácter extrovertido y su tez morena, le hizo sentirse como uno más en tierras españolas donde fue conocido como Roberto. En sus cartas a la familia les comunicaba su total afinidad con el calor y… “la exuberante generosidad de las gentes españolas”.

LUCHAR POR LA CAUSA

En julio de 1936, se produce el golpe de estado de Franco y comienza la guerra civil. Gerda y Capa vieron la oportunidad de conseguir, a través de su trabajo como fotógrafos, el respaldo internacional a favor de la República española. La revista “Vu” envió a la pareja a España para que formaran parte de un equipo encargado de cubrir la contienda. El 5 de agosto llegaron a Barcelona y vieron que se había producido una revolución proletaria. En la estación de ferrocarril fotografiaron a los soldados que marchaban para el frente de Aragón, y que se despedían de sus familias. La pareja, en coche, se dirigió a dicho frente y tomaron contacto con la milicia trotskista Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Con ellos, también estaba Chim Seymur, que trabajaba para al semanario comunista “Regards”. Después de Aragón se desplazaron a Córdoba, el gobierno republicano había iniciado una ofensiva para recuperar la ciudad y en sus campos se batían las milicias de la CNT. Fue en ese frente donde Capa realizó la foto que le hizo famoso.

Los cenetistas prepararon una ofensiva con trescientos milicianos del regimiento de Alcoy, entre ellos se encontraban Gerda y Capa. Enfrente tenían a los regimientos del general Mola. A 12 kilómetros al norte de Córdoba, en el Cerro Muriano, el 5 de septiembre de 1936 se desarrolló un duro combate. Capa, desde una trinchera, tomó la instantánea de un miliciano que acababa de recibir un tiro. La foto se publicó el 23 del mismo mes en la revista “Vu”, siendo reproducida en todo el mundo y creando un gran impacto entre el público.

¿VERDADERA O FALSA?

Durante la década de los setenta, un anciano periodista británico, O’Dowd Gallagher, desató la polémica sobre la autenticidad de la foto. Éste corresponsal del “Daily Express”afirmó que el propio Capa le había confesado, en un hotel de San Sebastián en 1936, que la foto estaba “preparada”. El biógrafo de Capa, Richard Whelan, dice haber recibido muchos testimonios de personas que, de buena fe, creyeron coincidir con Capa en alguna guerra y luego se trataba de otros fotógrafos. En el caso que nos ocupa, Whelan está convencido que Gallagher no coincidió con Capa hasta enero de 1939 en un hotel de Barcelona. En la década de los noventa, un hecho extraordinario vino a aclarar las cosas, el miliciano caído fue identificado. El historiador Mario Brotons, que estuvo luchando en Cerro Muriano, demostró algo que ya se sabía,  que en aquella batalla sólo hubo una baja, los archivos y los familiares hicieron el resto. El miliciano muerto y que aparece en la foto era –o podía ser- Federico Borrell García de 24 años y fundador de las

juventudes Libertarias de Alcoy. A pesar de todo, la polémica persiste…Investigaciones de historiadores catalanes realizadas en 2009 apuntan a que la foto no fue hecha en Cerro Muriano, sino a 50 km de allí, en la loma de Las Dehesillas, en el pueblo cordobés de Espejo. Como en este lugar no hubo combates hasta veinte días después de realizada la foto, apuntan a que la toma fue una recreación.

Después de Andalucía, Capa estuvo fotografiando los barrios bombardeados de Madrid, el Bilbao sitiado y, con Gerda, estuvo en Navacerrada en la fracasada ofensiva republicana coincidiendo con Ernest Hemingway. En julio del 37, Capa volvió a París y Gerda se dirigió a Brunete para cubrir la gran ofensiva republicana. El 25 de julio de 1937, Gerda saltó al estribo de un coche para ponerse a salvo durante una confusa retirada y fue arrollada por un tanque republicano fuera de control. Malherida, murió al día siguiente, pocos días antes de cumplir los 26 años. Fue la primera reportera muerta en una guerra. Días después, el cuerpo de la joven yacía rodeado de claveles rojos en el vestíbulo del periódico “Paris-Soir”. Como no podía ser de otro modo, también este hecho está velado por una oscura nebulosa. Capa en París estaba desconsolado y no quiso volver a España. En 1938, marchó a China durante seis meses para fotografiar la resistencia a la invasión japonesa.  Capa volvió a España para fotografiar la toma de Teruel, la caída de Barcelona y la despedida de las Brigadas Internacionales.

¡CÁMARA Y ACCIÓN!

La madrugada del 6 de junio de 1944, Capa se encontraba en Normandía con la primera oleada de desembarco de la Compañía E, en la playa de Saint-Laurent-sur-Mer, conocida con el nombre en clave de Omaha Beach. En ella fotografió a un soldado que luchaba con las olas para ganar la playa, se trataba de Edward Regan, un joven de dieciocho años. Esta imagen quedó para siempre como recuerdo de una jornada sangrienta. La anécdota del caso es que Capa envió cuatro carretes de fotos del desembarco a la oficina de la revista “Life”en Londres. La precipitación y los nervios del momento hicieron que el técnico del laboratorio aplicara más calor del necesario en el secado. El resultado fue que se perdieron todas las fotos menos once que, borrosas y muy granuladas, se salvaron milagrosamente. La revista “Life” publicó las fotos con el siguiente texto: “La inmensa excitación del momento hizo temblar la mano del fotógrafo y sus fotos han quedado desenfocadas”.

A finales de 1945, Capa se marchó a Hollywood, allí se caso con Toni Sorel para conseguir un visado previo a la nacionalidad norteamericana que obtuvo en 1946. Se movió en el mundillo de las actrices y se relacionó con Vivien Leigh y Hedy Lamarr. Él siempre quiso hacer cine, incluso intentó hacer un papel en la película de Sam Wood: “Por quién doblan las campanas”. También es sabido que su autobiografía “Slightly out of focus” –“Ligeramente desenfocado”- fue concebida como un guión cinematográfico y Capa no se privó de exagerar, cuando no mentir descaradamente. El romance más sonado de Capa fue con la actriz Ingrid Bergman, con la que estuvo dos años. La conoció en el Hotel Ritz de París y la siguió a Hollywood cuando la actriz estaba rodando con Hitchcock “Encadenados”. Las continuas borracheras y la negativa de Capa a formalizar la relación hicieron que la actriz lo abandonara definitivamente. En 1947 fundó y dirigió la agencia cooperativa Magnum Photos Inc. Junto a Cartier-Bresson y David Seymour. Con sede en París y Nueva York, el nombre se les ocurrió después de beberse una botella de Champán Magnum. Cuentan que las ganancias que Capa obtenía apostando a las carreras de caballos salvaron a la agencia de alguna situación difícil. Por contra, también se cuenta que algunas deudas de juego las saldó Capa vendiendo material sustraído de sus oficinas.

En 1948, cubrió la Primera Guerra Arabe-Israelí donde fue herido por primera vez, y en 1954 marchó a la guerra de Indochina. El 25 de mayo, cuando fotografiaba a las tropas francesas en el delta del río Rojo, Capa murió al pisar una mina vietminh, su cámara Contax voló con él. Tenía cuarenta años.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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Un comentario en «Robert Capa: reportero de guerra»

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