El cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, exigido por vigésimo noveno año consecutivo en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y aprobado de forma abrumadora por 184 votos a favor, 2 en contra (Estados Unidos e Israel) y 3 abstenciones (Colombia, Ucrania y Brasil), reafirma la libertad de comercio y navegación ante un bloqueo anacrónico instaurado por Kennedy en 1.962 y que habría supuesto para la Isla unas pérdidas directas e indirectas estimadas en 110.000 millones $ según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y cerca del Billón $ según el Gobierno cubano.

Además, la renovación automática por parte de EUA por un año más del embargo comercial a la isla atentarían contra el vigente sistema financiero y político internacional y podrían suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 7.000 millones de $, abocando al régimen cubano a una asfixia económica que puede tornarse letal tras la irrupción de la pandemia del coronavirus.

¿Nueva Crisis de los Misiles en Cuba?

La utopía sería el camino para alcanzar un sueño que llevaría implícito en su potencia la facultad de devenir en acto concreto siendo preciso transitar por la senda marcada por il poverello d’Assisi: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”.

Así, la utopía sería la normalización de las relaciones entre Cuba y EUA, destino final de un recorrido jalonado por lo necesario (finiquito del Bloqueo energético) y lo posible (suspensión del anacrónico Bloqueo) hasta llegar a lo que parecía imposible (normalización de las relaciones entre Cuba y EUA). En este contexto de búsqueda de la utopía, se enmarca la petición del think tank Cuba Study Group (CSG) a la Administración Biden de “un compromiso diplomático renovado con Cuba”.

Dicho grupo de análisis presidido por el empresario Carlos Saldrigas representaría a la tendencia moderada de la comunidad cubano estadounidense y estaría compuesta por destacados empresarios y activistas políticos que participaron activamente en mejorar las relaciones con Cuba durante la Presidencia de Obama.

El camino a recorrer estará jalonado por los retos del finiquito del bloqueo energético a la Isla, la retirada de Cuba de la lista de “Estados Patrocinadores del Terrorismo”, la derogación de la Ley Hemls-Burton y finalmente, la suspensión del anacrónico Bloqueo vigente desde 1.962 que daría paso al intercambio de embajadores y a la anhelada normalización de las relaciones entre Cuba y EUA. Sin embargo, en una entrevista concedida a la CNN, el asesor de Joe Biden para América Latina, el colombiano Juan González, descartó un nuevo deshielo con Cuba y aseguró que “Joe Biden no es Barck Obama en la política hacia la Isla” al tiempo que añadió que “el momento político ha cambiado de forma importante”, afirmaciones que se habrían visto reflejadas en la nueva Revolución de Colores iniciada por el exilio cubano de Miami con el objetivo confeso de socavar el régimen cubano.

Con ello quedaría demostrada la miopía geopolítica de la Administración Biden que podría generar un vacío de resultados imprevisibles en plena Guerra Fría 2.0 entre EUA y Rusia y que podría terminar por dibujar una nueva cartografía geopolítica en el Caribe.

Así, las relaciones de Rusia con los países del ALBA vendrán marcadas por el pragmático económico y los acuerdos bilaterales para la venta de productos militares y el traspaso de tecnología a los países sudamericanos, de lo que sería paradigma la creación de un centro de tecnología nuclear en Bolivia. Asimismo, Rusia estaría negociando instalar sus bases militares con Cuba, Venezuela, Nicaragua, Seychelles y Singapur con el objetivo inequívoco de ampliar el radio militar ruso.

En consecuencia, tras la decisión de Biden de continuar con el endemismo del Bloqueo, podríamos asistir a un acercamiento geopolítico de Cuba y Rusia que culminaría con la firma de un nuevo tratado de colaboración militar de Cuba con la Rusia (rememorando el Pacto Secreto firmado en 1.960 en Moscú entre Raúl Castro y Jruschov) y que incluiría la instalación de una base de Radares en la abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de Washington, pudiendo reeditarse la Crisis de los Misiles (octubre 1962).

Articulista en Revista Rambla | Otros artículos del autor

Nacido en Navarra en 1957. Escribe análisis sobre temas económicos y geopolíticos. Es miembro de Attac-Navarra. Colabora habitualmente en varios medios digitales e impresos españoles y latinoamericanos.

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