Dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del fracking (especie de panacea universal que resolverá los problemas energéticos de la Humanidad) es todavía incipiente y suscita recelos medioambientales y la inercia de los activos petroleros no permitirá que las grandes compañías abandones sus equipos e infraestructura actuales, se deduce que la economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década.

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El colapso del tráfico de mercancías pospandémico y la escalada brutal de los precios energéticos y carburantes podría acabar lastrando la incipiente y frágil recuperación económica mundial y desembocar en escenarios de estancamiento económico secular (secular stangantion), ya que el fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos.

Según Rystad Energy, la industria petrolera necesita reemplazar 34.000 millones de barriles de crudo al año pero en el 2.015 tan sólo se alcanzaron los 8.000 millones de barriles debido al drástico descenso de las inversiones en exploración y producción mundial y se estima para el 2021 una nueva caída del 20%. Los principales países desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo que destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para garantizar el consumo interno durante un par de meses, inventarios que habrían sufrido una caída por debajo de la media de los últimos cinco años y la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en un reciente informe titulado “Perspectivas mundiales de inversión en energía”, advierte que será necesario invertir 48 Billones $ hasta el 2035 para cubrir las crecientes necesidades energéticas mundiales.

Sin embargo, el aumento de la demanda energética mundial aunado con la negativa de la OPEP a incrementar la oferta de crudo y el colapso del tráfico de mercancías pospandémico han provocado un déficit diario de 1 millón de barriles diarios, la escalada del crudo hasta los 83 $ el barril y tasas de inflación desbocadas en EEUU, China y UE que tendrán como efecto colateral el incremento del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales y la asfixia económica de incontables países con una Deuda Pública estratosférica. Todo ello, originará presumiblemente el incremento espectacular del precio del crudo hasta los 100 $ en el 2022 que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas, lo que aunado con inusuales sequías e inundaciones en los tradicionales graneros mundiales y la consecuente aplicación de restricciones a la exportación de commodities de dichos países para asegurar su autoabastecimiento, terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial.

Articulista en Revista Rambla | Otros artículos del autor

Nacido en Navarra en 1957. Escribe análisis sobre temas económicos y geopolíticos. Es miembro de Attac-Navarra. Colabora habitualmente en varios medios digitales e impresos españoles y latinoamericanos.

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