Vivienne Westwood, la diseñadora de moda británica que marcó el estilo del punk a principios de los años 70, dejó su impronta tanto en la moda como en el punk con una fuerte dosis de energía y controversia. En los medios de comunicación, Westwood era conocida como la «Suma Sacerdotisa del Punk» (High Priestess of Punk) o la «Reina del Extremo» (Queen of Extreme) por traspasar los límites de la cultura y la industria de la moda con un estilo que mezclaba arte, religión, realeza y rock. «Tengo una perversidad innata», dijo en una entrevista para el libro de Jon Savage England’s Dreaming. «[Una] especie de reloj incorporado que reacciona contra todo lo ortodoxo», añadía. Westwood siguió diseñando, ejerciendo de artista y escribiendo hasta su muerte, a los 81 años, el 29 de diciembre de 2022.
Es casi imposible pensar en el ascenso de Westwood en la escena punk sin tener en cuenta su relación con Malcolm McLaren. Ambos se conocieron en la década de 1960, cuando él era manager de una banda de música y ella profesora de escuela. Westwood, justamente, acababa de separarse de su marido, Derek Westwood. Juntos, McLaren y Westwood, abrieron una tienda llamada Let It Rock en un espacio donde McLaren tenía anteriormente una boutique llamada Paradise Garage en el 430 de Kings Road en Londres. A lo largo de los años, su tienda adoptaría otros nombres, como SEX, Seditionaries y World’s End. Independientemente del nombre, la tienda tenía una especie de maquinaria publicitaria incorporada después de que Westwood comenzara a diseñar ropa para las bandas que McLaren dirigía, incluidos los Sex Pistols.
Un mal comienzo
Aunque la asociación creativa entre Vivienne Westwood y Malcolm McLaren está considerada como una de las primeras fuerzas motrices del movimiento punk, al principio, una relación romántica era lo último en lo que pensaba Westwood. «Malcolm me perseguía», escribió en sus memorias, de nombre epónimo Vivienne Westwood. Y añadió: «No lo quería como novio. No cuidaba de sí mismo. Por eso, empecé a cocinar un poco para él y cosas así. Y, bueno, así es como empezó. Una vez estaba enfermo y no tenía donde ir. Así que le dejé dormir en mi cama para que se le pasara la fiebre, y se quedó allí durante días y luego no quería irse. Y así fue como acabamos teniendo sexo».
Poco después, Westwood, que estaba cuidando a su hijo pequeño de su primer matrimonio, se quedó embarazada. «Al principio no quería a Malcolm, pero, de hecho, acabé quedándome embarazada de él», escribió en sus memorias. «Incluso entonces, después del embarazo, realmente no lo amaba».
En noviembre de 1967 tuvo otro hijo, Joseph Corré, que más tarde se convirtió en activista social y cofundador de la marca de lencería de lujo Agent Provocateur. Durante algún tiempo, se culpó a sí misma de la situación en la que se encontraban ella y McLaren. «Sentía que, de algún modo, había sido tan amable con él que quizá se había hecho una idea equivocada, y que era culpa mía, y que le había engañado sin saberlo», escribió.
Increíblemente cruel
En la cresta de la ola, empezaron a bullir algunos oscuros secretos en torno a la relación de la pareja. Westwood describió en sus memorias que McLaren tenía mal genio y mostraba importantes niveles de celos cuando pasaba tiempo lejos de él con sus amigas. «Como está muerto, no me importa decirlo: se comportaba de forma increíblemente cruel», escribió en Vivienne Westwood. «Profesionalmente, personalmente, en todos los sentidos. Tenía la manía de no poder salir del piso hasta que me hiciera llorar. Quería que me sintiera mal o algo así: intentaba hacerme sangrar. Era más sencillo ceder; ceder a las lágrimas para que parara».
Joseph Corré se dio cuenta, ya de niño, del grado de abuso que McLaren infligía a Westwood. «Era un matón horrible. Era arquetípico, un caso de libro de texto, algo disfuncional y tóxico: una especie de codependencia en la que hacerla llorar le permitía sentir lo que necesitara sentir», dijo Corré en declaraciones a Glamour. Y ese sentimiento también lo compartía Ben Westwood, hijo de Vivienne de su primer matrimonio. «Solía tenerle bastante miedo a Malcolm», dijo Ben Westwood en declaraciones a The Times. «Tenía mal genio, así que había que tener cuidado. Me pegó un par de veces», añadió.
Un entorno abusivo
A lo largo de esa relación, que duró más de una década, el maltrato se convirtió incluso en cosa de dos. «Yo solía pegar a Malcolm», escribió en sus memorias. «Un día él me devolvió el golpe. Fue la última vez que le pegué. Pero fui yo la que pegó primero». A pesar de los malos tratos, ambos contrajeron matrimonio en 1971, que duró hasta 1980. Después de eso, según el Daily Mail, los dos dejaron de ser amigos. A veces, incluso eran enemigos acérrimos, ya que él intentaba dilapidar los negocios de ella a través de la prensa. «Intentó destruir todo lo que yo tenía», declaró Westwood al mismo rotativo.
Justo antes de que Malcolm McLaren muriera en abril de 2010, Joseph Corré (en la foto de arriba con Vivienne Westwood) voló a Suiza para reconciliarse con su padre en el hospital. Dijo que empezó a comprender una especie de patología que recorría el pasado de McLaren y que ayudaba a explicar por qué se comportaba como lo hacía. «Estoy muy contento de haberlo hecho», aseguró Corré a The Guardian. «Fue una liberación para ambos». Para Westwood fue más complicado, y declaró al Daily Mail: «Aunque Malcolm se había portado muy mal conmigo y no tengo nada por lo que quererle, la noticia me disgustó mucho. Todavía sentía algún tipo de lealtad hacia él. No debería haberlo hecho, pero lo hice».