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“Todo lo que mi protagonista, Marc Bruc, va descubriendo es lo que se podría haber descubierto antes del atentado, con los datos que ya se tenían. No hay trampa.”

P- En su novela podemos asistir a una reunión en el Pentágono, entre el vicepresidente de los Estados Unidos Dick Cheney, Rumsfeld y Carlucci.

R-Sí. Y a otras con Wolfowitz y Perle o entre dirigentes de Al Qaeda en la base iraní donde se gestó el 11-M. La acción  introduce al lector en el interior de un banco saudita, y le acerca a las operativas que se suelen dar entre ciertos brokers bursátiles en ocasiones como esta. Hay conversaciones entre Sarkozy y Chirac y pasajes en otros escenarios, como el Waziristan, la montañosa región fronteriza entre Afganistán y Pakistán. Un atentado como el del 11-M no se puede entender en clave de política interior.

P-Pero las reuniones de esos dias  en la Moncloa ocupan una parte muy importante.

R-Una parte fundamental consistía en hacer recorrer al lector  las dependencias de la Mocloa, para asistir a las principales reuniones de Aznar con sus asesores y sus ministros entre el 11 y el 14 de marzo.

P-¿Se trata de desvelar implicaciones internacionales?

R- Se trata, más bien, de colocar este atentado, como los otros grandes atentados yihadistas, en el marco global de la dinámica Yihad-Occidente. El lector sacará sus propias conclusiones. El autor, lógicamente, saca las suyas.

P-¿A qué atentados se refiere?

R-A los ocurridos durante la era Bush. El 11-S en Nueva York y Washington, el 7-J en Londres, los de Turquía y Bali, y los de Mumbay en 2006 y 2008, entre otros. El de Casablanca en 2003 fue un anticipo del 11-M al que no se le dio, ni de lejos, la importancia que tenía.

P-¿Por qué no se le dio importancia, según usted?

R-Seguramente porque, por alguna extraña razón, Aznar estaba convencido de que un atentado yihadista no se podía producir en España. Como si hubiese obtenido garantías, lo cual, evidentemente, era imposible ¿Quién se las hubiese podido dar? De ahí que sus primeras reacciones tuviesen mucho de incredulidad, de sorpresa.

P-Las reuniones en la Moncloa están descritas con todo detalle. Los participantes hablan con su propia voz. El lector se creería dentro.

R-En efecto. Esa fue la atmósfera y, muy aproximadamente, las conversaciones y las maniobras. No sólo en la Moncloa, sino también en el CNI, entre los mandos políticos de la policía,  y entre ellos y los policías profesionales. Los datos que aparecen en el libro sobre la investigación policial durante los dias que siguieron al atentado son exactos.

P-¿Mintió el Gobierno?

R-Por supuesto. Eso lo sabe todo el mundo. Lo interesante era visualizar, minuto a minuto, como mintió. Creo que la aportación de la novela se sitúa en ese terreno.

P-¿Por qué mintió el Gobierno?

R-Esa es una pregunta más difícil de lo que parece. En principio, para ganar las elecciones culpando a ETA. Aunque la actitud ambigua del Presidente me intrigó desde su primera intervención. Era como si supiese que había algo más. Algo que, por supuesto, no tenía nada que ver con ETA. Aún así, intentó manipular la situación utilizando los referentes locales, las elecciones, ETA, el PSOE, todo eso. Naturalmente, chocó con la lógica global de este tipo de atentados. Ahí es donde se hundió. No sólo por mentir, sino porque la mentira se basaba en un error, involuntario o no, de concepto.

P-El lector asiste a la preparación y la ejecución de los atentados por parte del comando.

R-Me llevó muchos meses y la consulta de las más variadas fuentes colocar a cada uno lo más cerca del lugar que realmente ocupó. En efecto, las actuaciones de Azizi, el Tunecino, el Chino, Berraj y los otros, reuniéndose los días previos, montando las bombas en la casa de Morata, subiendo a los trenes en Alcalá,  se narran en detalle en la novela.

P-El personaje principal se llama Marc Bruc ¿Quién es Marc Bruc?

R-Un periodista que se ve envuelto en los acontecimientos. Es un tipo normal, trabaja en su propio periódico digital y realiza reportajes de investigación. Bebe quizás demasiado y no se puede decir que sus relaciones personales sean un éxito; al principio funcionan, pero luego siempre falla algo. Un tipo normal que se encuentra, sin buscarlo, en el centro de la acción.

P-Realiza una investigación por su cuenta.

R- Sí. Pero quiero precisar que todo lo que el personaje va descubriendo es lo que se podría haber descubierto antes del atentado, con los datos que ya se tenían. No hay trampa. Eso me parecía importante.

P-¿Quién falló? ¿La policía?

R-No, no. Falló la política. Hubo imprevisión, prepotencia y exceso de confianza. La policía hizo lo máximo que podía hacer con los medios que tenía.

P-En su novela hay una historia de amor.

R-Sí. La que vive el protagonista.

P-Laila es un personaje fascinante, complejo.

R-Es una mujer de fuertes contradicciones. Enamora, pero es peligrosa.

P-Y Marc Bruc es un poco machista, ¿no?

R-¿Usted cree? Es posible. Un poco machista y quizás algo cínico. Pero gusta a las mujeres. Una lectora amiga me ha dicho que les gusta porque, primero ellas le gustan a él, porque las entiende. Dice que no es una cualidad tan frecuente en los hombres. Es fisicamente atractivo, claro; pero eso no es lo principal.

P-¿Qué incógnitas le motivaron para empezar a escribir El Emir?

R-La autoría yihadista estaba clara desde el primer momento. Pero dos preguntas me perseguían ¿Para qué se dejan en los trenes mochilas que no pueden estallar? Y ¿Por qué no huyen algunos acusados cuando todo señalaba ya hacia ellos?

P-¿La respuesta está en su novela?

R- Sí. Creo que sí.

P-Una vez publicada, ¿tiene algún recuerdo para alguien?

R- Sí, claro, para muchas personas. Para mi hijo, periodista, que me ha aconsejado  desde el principio, para los integrantes del knd group, por sus críticas, su apoyo y su creatividad. Y por supuesto para el editor, que ha sido muy valiente. Es, además, un magnífico escritor. Me ha ayudado, criticado, corregido. Un gran apoyo.

Quiero expresar un agradecimiento muy especial para todos los que, de alguna manera han colaborado, con informaciones, análisis, etc. Sus aportaciones se encuentran en la novela. Y, sobre todo, recordar a una mujer llamada Pilar Manjón. No sólo por la tragedia personal que vivió, como muchos otros familiares y víctimas, sino también por su comportamiento en el juicio. He seguido, por supuesto, todas las sesiones del juicio, y allí estaba siempre ella, como una moderna Electra, como una heroína griega, mirando a la cara, en primera fila, a algunos abogados que pretendían dar continuidad a la mentira.

P-¿Por qué se publica precisamente ahora su novela?

R-Lo ocurrido sigue siendo de actualidad, de más actualidad ahora, si cabe ¿Por qué? Porque, por supuesto,  sigue siendo importante comprender mejor lo que ocurrió en Madrid ese 11-M. Y para comprenderlo, hay que situar el atentado en una perspectiva global. No hay otra manera.

Pero además, ahora hemos podido comprobar como durante los ocho años de la era Bush, mientras se alimentaba el conflicto Yihad-Occidente, se estaba gestando, por los mismos grupos de poder económico y político de los Estados Unidos: bancos y financieros en Wall Street, aseguradoras, petroleros y fabricantes de armamento, la tremenda crisis financiera y económica que estamos viviendo.

Mientras a la sombra de Bush se construía una más o menos real amenaza yihadista, esos grupos se han lucrado en Iraq, en Afganistán y otros conflictos y han arruinado a su propio país. Con los medios de comunicación, de los que por cierto son propietarios,  fijando la atención en una supuesta guerra por la libertad y contra el terrorismo, ellos  han  procedido al mayor saqueo de la historia. Las finanzas mundiales se han desbocado. Ha sido una estafa de proporciones increíbles. Todos lo estamos pagando ahora.

P-¿El Emir es un thriller o una ficción política?

R-La ficción política juega un papel muy importante. Se trata de una ficción muy próxima a la realidad. Todas las declaraciones son textuales y se respetan los tiempos en los que los hechos ocurrieron.

La trama, el ritmo de la acción, los personajes: Bruc, Laila, Víctor y otros, son los de un thriller, con tintes, también, de novela negra.

Yo diría que El Emir es un thriller de ficción política.

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