En un pequeño pueblo, donde las leyendas y los rumores se entrelazan, existe un relato que corrió de boca en boca. Habla de un hombre que, a pesar de su torpeza y mal carácter, se hizo famoso, aunque no precisamente por las mejores razones.
Se decía que su nombre era Ramón, un individuo con una discapacidad que le dificultaba moverse con agilidad y que solo complicaba su vida ya de por sí desastrosa. La gente lo consideraba incompetente, no solo por su condición física, sino también por su forma de actuar. No sabía trabajar: cada tarea que emprendía terminaba en desastre. Por ejemplo, un día decidió ayudar en la panadería local, pero terminó quemando el pan y causando un lío monumental que casi termina en una desgracia y medio pueblo calcinado.
La mala educación era una de sus características más destacadas. Interrumpía constantemente a los demás y su falta de modales era un tema recurrente de conversación. No comprendía las normas sociales de convivencia y, como resultado, se convirtió en el foco de burla por parte de los vecinos. Sin embargo, lo que más inquietaba a la comunidad era su particular forma de fantasear sobre cosas que no podía lograr. Ramón hacía creer a otros que era un gran inventor, aunque sus invenciones nunca veían la luz del día y muchas eran incluso peligrosas para su propia integridad.
El comportamiento de Ramón, sumado a su falta de confianza, lo llevó a ser considerado peligroso y poco fiable. La gente empezó a evitarlo; no querían hacerse responsables de su ineficacia. Una vez, intentó organizar una fiesta, pero nadie acudió porque todos temían lo que él podría causar con su torpeza. Arrimarse a él era sinónimo de muerte. La combinación de su personalidad pesada y su incapacidad para colaborar en la comunidad lo hizo realmente inútil para los demás.
Ciertamente, muchos especulaban que Ramón tenía un diagnóstico de Asperger no confirmado, lo que podría explicar al menos parte de su problemática interacción social. Sin embargo, era difícil saber la verdad en medio de tantas exageraciones y mentiras que él mismo contaba para encajar en un mundo que nunca podría alcanzar a comprender.
Ingrid Asensio
Creadora de contenido.