“¿Qué pasaría si la persona a la que amas muere en tus brazos y tus brazos son el peor lugar en el que podría ocurrir porque tú eres en esa sociedad el indeseado?”, de esta pregunta planteada por el director chileno Sebastián Lelio surge su quinto largometraje, “Una mujer fantástica”, película que retrata la lucha de una mujer transexual contra el dolor causado por el fallecimiento de su pareja y contra la discriminación de una sociedad aun profundamente conservadora.
Haciendo un paralelismo con su anterior cinta, Gloria (2013), Santiago Lelio trata de nuevo en Una mujer fantástica’ la soledad de una mujer. En esta ocasión ella es Marina Vidal, una joven transexual que trabaja como camarera y que sueña en convertirse en cantante, cuya vida da un vuelco cuando su pareja, Orlando Onneto, un empresario textil que la dobla en edad, muere inesperadamente y tiene que enfrentarse desde ese momento a un rechazo y desprecio constante.
La película empieza con una típica velada agradable entre dos enamorados. Es su aniversario y durante la cena, Orlando le regala un vale a Marina para un viaje. Después se van a un hotel, desde la habitación hay unas vistas magníficas de la ciudad, y reina un silencio tranquilo. En medio de la noche, sin embargo, Orlando se despierta sintiéndose raro. Marina lo lleva tan rápido como puede al hospital, pero la misma noche muere a causa de un aneurisma. Entonces el mundo de Marina se desmorona, de repente se encuentra totalmente sola.
La discriminación que sufre Marina empieza por el trato anormal del doctor del hospital, y sigue con la entrada en escena de una agente de policía que la persigue, cuestionando la normalidad y estabilidad de su relación por el hecho de ser transexual, insinuando que ella pudo ser la causante de la muerte de Orlando.
Es la familia del difunto, sin embargo, lo que causará más problemas. Está el hijo cruel, que echa de su casa a Marina; la exmujer, frígida, altiva, que no tiene ningún reparo en mostrar asco al verla por primera vez, en preguntarse como Orlando podía estar con alguien como ella, y en acusarla de perversión; y el hermano, que parece comprenderla pero que no es capaz de apoyarla. Ellos le niegan a Marina el derecho a despedirse de Orlando, y se llevan lo único que le quedaba, la perra que compartía la pareja.
El film ofrece una fotografía de las diversas formas que puede tomar la discriminación de género, con tono crítico pero sin llegar a ser reivindicativo, haciendo un recorrido por un seguido de comentarios, miradas, rechazos, que seguramente una mujer como Marina ya está acostumbrada a sufrir en su día a día, con los que se encuentra en lucha constante. Ahora, no obstante, tiene que enfrentarse a ellos en completa soledad, y ante el vacío que genera perder a un ser querido.
Por ser una historia indudablemente dura, Una mujer fantástica podrían haber sido 100 minutos llenos de melodrama, pero es en cambio un retrato realista de, más que la desesperación y la tristeza causados por la soledad y la marginalidad, la fortaleza y la capacidad de resistencia y adaptación de una mujer que tiene poco a lo que agarrarse pero que aun así se mueve con pies firmes y cabeza alta para ser fiel a lo que ella es y quiere ser, una mujer, claro está, fantástica. Y esta intención queda muy bien reflejada en una escena que podría resumir la película y que funciona como metáfora, en la que aparece Marina, por la calle, estoica, aún y un fuerte viento que la empuja en la dirección contraria.
Con una gran interpretación de Daniela Vega, como punto fuerte principal del filme, pues ella es el hilo conductor de la historia, y la cámara se limita a seguir sus pasos por las calles soleadas de Santiago para mostrar siempre su punto de vista, destaca también la caracterización casi caricaturesca de los demás personajes, que pueden parecer exagerados pero que a la vez pueden generar cierto miedo por lo fácil que es encontrar a gente parecida a ellos en la realidad.
A veces la película toma aires de thriller, con elementos de suspense y una banda sonora estridente y dramática; otras aparecen escenas inesperadas, cómicas y hasta surrealistas, que pueden recordar a Almodóvar; y en otras la imagen se convierte en auténtica poesía visual, con componentes característicos de la estética queer, con irrupciones de canciones de ópera, con la extraña manía de Marina de practicar ejercicios de canto en situaciones angustiantes. Pero esta combinación de géneros concuerdan con el carácter de Marina, y contribuyen a dar coherencia y credibilidad a la historia.
Una mujer fantástica ganó el Oso de Plata por el mejor guión y el Teddy Award, premio que se concede a las películas con temáticas LGTB, en la pasada edición de la Berlinale. Además, será representante de Chile como Mejor película de habla no inglesa en los próximos Oscars, y también como Mejor película iberoamericana en los Goya.
(Sabadell, 1995). Estudió Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y escribe sobre cultura, género y política. Actualmente, trabaja como escritora, traductora y Community Manager "freelance".