Enrique Iglesias cautiva el jóven público del Palau Sant Jordi con su dance comercial. Su entrega e interacción, sumadas al espectáculo de luces y colores, suplieron las carencias de sonido
El Palau Sant Jordi se llenó este jueves por la noche para presenciar el concierto de Enrique Iglesias, enmarcado en la gira “Sex and love tour”. De lo segundo, de amor, hubo a raudales, especialmente del público hacia su ídolo, y de sexo, sólo una enorme fantasía teórica irrealizable por desgracia de su enfervorizada legión de seguidoras. El recinto, hábilmente repleto de sillas en la zona de pista –quizás para evitar empujones y avalanchas fruto de la histeria-, fue mayoritariamente ocupado por chicas jóvenes con el sueño de poder ser miradas o rozadas por Enrique y con el aspecto de no haber escuchado nunca una canción de The Who o The Clash.
El hijo menor del medio truhán medio señor se entregó a la causa desde el tema inicial, “I’m a freak”, a un público ya ganado de antemano. Entre luces y confetis, -un diez a una concepción del espectáculo muy americana-, las deficiencias sonoras del Sant Jordi, que en muchos momentos camuflaron su voz, fueron compensadas con los cánticos del respetable. Los gestos histriónicos y aspavientos dramáticos del cantante fueron recibidos como algo épico y él supo moverse rápido y bajar a saludar para darse el baño de masas.
Iglesias, ganador entre otros de un Grammy, un Grammy latino, dos premios Billboard, 27 Billboard Latinos, 7 World Music Award y 5 American Music Award y que ha vendido más de 100 millones de copias en todo el mundo, se centró en Barcelona en su repertorio más reciente, enfocado más en el dance que en el pop edulcorado de sus inicios. Inevitablemente empujado por la carga de su apellido –en lo positivo y en lo negativo-, ha construido su carrera desde un sólido acierto: ir más allá del chico latino moreno con baladas románticas y reivindicarse como un artista con melodías idóneas para la pista de baile y rodeado de buenas compañías. Desde Jennifer López a Pitbull, pasando por Juan Luis Guerra o Kylie Minogue.
Su estilo comercial y su interpretación desenfadada encandilan a un target muy determinado. El momento cumbre fue cuando hizo salir un espectador en un escenario en medio de la pista. Sorpresa: fue un chico, al que invitó a un par de copas y al que dejó cantar y dedicar un tema a su novia. Lo gracioso de la ocurrencia contrarrestó la escasa afinación del chaval, extrañamente cómodo en el envite.
La sensualidad de India Martínez tuvo el contrapunto en la algarabía de la archiconocida “Bailando”, al lado de Descemer Bueno y Gente de Zona. Cayeron éxitos de radiofórmula como “Tonight I’m loving you”, que en esta ocasión fue “Tonight I’m fucking you”, “I like how it feels”, “Bailamos”, “Hero” o “I like it”, con el que cerró 1 hora y 40 minutos justitos sin ningún bis.