El popular locutor es el ejemplo más visible del encarnizado silenciamiento de voces opositoras que el flamante presidente argentino, Mauricio Macri, respaldado por el monopolio mediático de Clarín, lleva a cabo desde su asunción. Víctor Hugo explica en detalle los motivos de su abrupto despido en la radio en la que trabajó durante treinta años.

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“Los miserables que acallaron a Víctor Hugo” podría, quizás, titularse también esta entrevista, a juzgar por el firme hilado de argumentos que el célebre locutor de la Argentina fue tejiendo a lo largo de la misma para defenderse de un despido “producto del sistemático ataque a las libertades” del gobierno de Mauricio Macri. Víctor Hugo Morales, la voz que hizo llorar tras la pelota a millones de argentinos con relatos inolvidables como el del famoso gol de Maradona a los ingleses, es también la voz que durante los últimos años levantaba al país con su programa “La mañana”, de Radio Continental, el tercero más escuchado de la Argentina. Pero el 11 de enero, cuando se preparaba para salir al aire, Víctor Hugo fue interpelado bruscamente por directivos de la radio, un notario y fuerzas de seguridad que le notificaron que desde ese mismo instante quedaba fuera del medio.

El periodistaque este año cumplía diez años haciendo el programa y cincuenta como relator de fútbol, treinta de ellos en Radio Continental- corrió a avisarles a sus oyentes que ni ese día ni los siguientes volverían a tomar mate en su compañía y un colega suyo filmó todo lo sucedido para que el atropello no quedara impune. “Hola Paulino, perdón por la intromisión: me están echando de la radio”, lanzó un Víctor Hugo conmocionado que, pese a las amenazas, cogió el micro de la emisión anterior y pudo comunicarse así por última vez con su público.

Por última vez desde Radio Continental. En periódicos y televisiones afines, frente a una multitud que fue a apoyarlo a Plaza de Mayo al día siguiente de su despido, en parques de toda Buenos Aires, en organismos culturales de diversas ciudades, en las redes sociales, Víctor Hugo sigue siendo el mayor referente de las voces críticas al gobierno macrista y a su socio, la corporación mediática de Clarín.

Ahora que han pasado varias semanas de su abrupto despido de la radio me imagino que ya ha podido salir del shock inicial y empezar a asimilar lo sucedido… ¿Cómo lo lleva?

Muy bien y muy mal. Muy bien en el sentido de que cuando se asumen riesgos, estos están y si se concretan uno no puede quejarse porque ya sabía de antemano a lo que se exponía. Incluso podría decir que me siento halagado de que me ocurra algo que le da sentido a todo lo anterior y que me fortalece espiritualmente.

Por otro lado, estoy refugiado en un libro que escribo apasionadamente sobre los cien días de Macri para hablar del neoliberalismo en Argentina. Lo estoy haciendo con enorme placer porque me permite una catarsis, al mismo tiempo que me mantiene entrenado sobre los avatares políticos del país.

También me están invitando a dar charlas en diferentes ciudades, a las que acude mucha gente en busca de un poco de alivio y esto genera un ida y vuelta que es muy contenedor, un gran masaje al corazón.

¿Hay perspectivas de volver a trabajar en radio?

En estos momentos convocarme es muy confrontativo con el poder, mi discurso hace muy difícil la convivencia con un gobierno que es el más poderoso de la historia de este país. Ya me han llamado gerentes de importantes medios y cuando se quiere concretar algo se desmorona enseguida sin que puedan darme demasiadas explicaciones.

Creo que va a pasar un tiempo hasta que queden los heridos de las pautas publicitarias estatales en el camino y entonces que algunas empresas podrán volver a ponerse a tono con lo que la conciencia les dice y a animarse a tener voces duras con el Gobierno.

Quienes lo despidieron aducen “sucesivos incumplimientos contractuales” de su parte, pero usted asegura que los verdaderos motivos han sido políticos. ¿Por qué de repente una radio en la que usted trabajaba desde hace 30 años decide censurarlo?

Ya ellos habían intentado suavizar la carga de mi discurso en conversaciones previas e incluso me habían ofrecido un millón de dólares para que me fuera de la radio por las buenas, ya que me faltaba un año para terminar el contrato, pero a me pareció una traición a la gente y lo rechacé.

Indudablemente fueron las pautas publicitarias lo que los llevó a despedirme porque la radio depende en casi un 90 % de la publicidad estatal y, al ser esta manejada por el Gobierno, es lógico que se quiera tener buena relación con él. Más aún si se trata de una empresa extranjera, como es el caso de Radio Continental que hasta hace unos meses era propiedad del Grupo Prisa y ahora pertenece al conglomerado mediático de Ángel González, que por venir de afuera se siente con cierta debilidad y negocia directamente con el Gobierno.

A las declaraciones del presidente Macri sobre su despido, en las que afirma que su gobierno no se inmiscuye en tareas periodísticas y que, por tanto, nada tuvo que ver con la acción de Radio Continental, usted ha respondido “Macri es Magnetto [hombre fuerte del Grupo Clarín que concentra la mayoría de los medios argentinos]”. ¿Tan estrecha cree que es la vinculación entre el nuevo Ejecutivo y este monopolio mediático?

El presidente dijo eso el mismo día en que echaban a varios periodistas por su ideología de Radio Nacional, lo cual demuestra que su “poca o nula injerencia en asuntos mediáticos” es una enorme mentira. También se atrevió a decir que yo había estado en su despacho charlando con él, cosa que nunca hice. Macri es un vulgar mentiroso.

El nuevo Gobierno es la resultante de la acción mafiosa y desprovista de valores éticos y morales de un grupo periodístico que domina el país, porque la corporación mediática es la que lo sostiene todo. Argentina está ahora de rodillas a los monopolios, y esos monopolios actúan descaradamente para poner los precios que se les antoja sin ninguna regulación que los controle gracias a una corporación mediática que lo enmascaraPor tanto, mi razonamiento político no puede ir para otro lado que no sea el de decir que el país está en manos de Clarín. Macri actúa con su rostro pero tapando al verdadero poder que se llama Héctor Magnetto, director ejecutivo del gran grupo de medios.

Recientemente el decreto con el que Macri paralizó la aplicación de la Ley de Medios impulsada por Cristina Kirchnernorma que pretende desmonopolizar el mercado de la comunicación radiofónica y audiovisual y que agudizó el enfrentamiento entre su gobierno y el Grupo Clarínfue anulado por dos jueces federales argentinos quienes, además repusieron al titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), órgano que por orden de Macri fue intervenido a solo trece días del comienzo de su mandato. ¿El proceso de redistribución mediática podrá seguir adelante?

Ahora estamos en medio de una batalla judicial, a la espera del fallo inminente de un juez que presumo intentará recomponer el AFSCA. Pero cuál será el alcance de esto me lo pregunto con escepticismo.

Lo que hicieron con el Decreto de necesidad y urgencia para pulverizar la Ley de Medios fue darle a Magnetto la posibilidad de comprar Nextel [la cuarta operadora de telefonía móvil del país], transacción que la norma del gobierno kirchnerista había prohibido.

La ley de Medios es una de las medidas que usted más ha defendido del gobierno de Cristina Kirchner pero, en general, ha apoyado toda su gestión y se lo identifica como portavoz de ese 49 % de argentinos que la votó y la sigue fervorosamente. ¿Es usted “un fanático kirchnerista”, como lo tildó Macri?

Este fue el otro fundamento que alegó el presidente para justificar mi despido, siendo que él sabe que si hay en mí algún tipo de fanatismo es el de estar en contra de los monopolios mediáticos, contra los que vengo luchando desde hace 25 años. Entonces, si yo lucho contra el Grupo Clarín y sale una ley como la de medios que también se enfrenta a ellos, claramente la voy a apoyar.

También hay otras medidas de la anterior legislatura que destaco, como la de haber minimizado la deuda externa a unos límites que no hay prácticamente en el mundo.  Estableció un punto de vista soberano queriendo vivir de lo propio y no lo ha hecho mal: la gente está jubilada y los niños asistidos en un 100%, la mortalidad infantil bajó de un 23 a un 11 %, los derechos individuales han crecido, bajó el índice de desempleo a un 5,4 %- de una película que había empezado con un 24 %-, potenció el desarrollo de pequeñas empresas -que son las que sostienen el país y que ahora con el neoliberalismo están muy amenazadas-, abrió universidades por todo el territorio, aumentó la presencia del Estado en la vida de la gente, posibilitando la contención que el Estado da a los más vulnerables … Y todavía este listado es insuficiente para valorar todo lo positivo que el anterior gobierno nos ha dejado.

¿Sintió la libertad de expresión amenazada en algún otro momento desde la llegada de la democracia en Argentina, en 1983?

El kirchnerismo tuvo alguna etapa que también me causó preocupación, yo mismo quedé afuera de la televisión pública en el 2006, cuando tenía un programa que llevaba a cabo desde hacía cinco años. En ese momento hubo un gran referéndum entre Uruguay y Argentina por la instalación de las papeleras Botnia en la frontera y yo, aún con la incomodidad de ser uruguayo y vivir en la Argentina, tomé una posición muy dura contra los Kirchner en la televisión pública. Estando yo en Alemania, que me había ido para el campeonato de fútbol, el canal dio de baja el programa y yo se lo atribuí a mi posición en defensa del Uruguay y lo denuncié como una limitación de la libertad de expresión. Pero cuando volví a la Argentina, la directora de canal me ofreció elegir cualquier franja horaria para hacer el programa que yo quisiera con total libertad. Esto me demostró que se trataba de un problema con la productora y no con mi discurso.

Si a mí me hubiera echado Prisa, cuando sistemáticamente he sido muy crítico en el diario El País por su actitud hacia América Latina, hubiera tenido también cierta lógica y yo habría debido aceptarlo. Pero en este caso con Radio Continental es distinto porque yo no tenía ningún problema con la empresa sino que la empresa necesitó limpiar el aire de una voz que, como usted verá, no tiene pelos en la lengua en un momento en que el miedo es paralizante en la Argentina.

No solo ha sido su caso, otros periodistas críticos dentro de la radio y gran parte de la plantilla de Radio Nacional fueron despedidos durante los últimos días, el famoso programa opositor “678” que emitía la televisión pública fue retirado de la programación, 27 mil empleados estatales están siendo removidos de sus puestos… ¿Es todo parte de un mismo plan de silenciamiento?

Terminaron con “678” que era el único alivio de la gente en estos últimos años para que el discurso hegemónico del periodismo pudiera ser revisado desde el humor y la crítica. Se quitaron de encima también a todos los conductores de voz fuerte de la Radio Nacional, ignorando sus contratos firmados por el gobierno anterior, pulverizaron la Ley de medios y pusieron en el lugar del AFSCA un organismo de absoluto control del Poder ejecutivo que tiene una integración de 5 a 2 para quien gobierna, “la Troika” de Clarín, Cambiemos [el partido de Macri] y el Poder judicial, que también hizo su aporte procesando a dos ex funcionarios del Gobierno por el supuesto ataque que hicieron a Clarín y designando en comisión a dos jueces que son el riñón del grupo mediático… La desfachatez con la que actúan para quedarse con todo es desproporcionada con la imaginación que uno puede llegar a tener.

Por otra parte, se está reprimiendo con ardor a los empleados que protestan por los despidos masivos, una represión típica del neoliberalismo que hasta ahora ha producido heridos pero que yo creo que acabará matando porque todavía estamos en verano y las manifestaciones son de carácter modesto. La gente todavía está más perpleja y dolorida que en condiciones de reaccionar.

Cuando fueron a por usted la mañana del 11 de enero, le impidieron salir al aire y hacer un programa que tenía preparado sobre el balance del primer mes de gobierno de Mauricio Macri. ¿Qué hubiera dicho? ¿Qué diría ahora?

Además de todo lo que acabo de mencionar sobre la entrega a las corporaciones del control del periodismo y la brutalidad de los despidos masivos, explicaría cómo la Corte suprema tiene a un presidente, Lorenzetti, que desde que Clarín- hace dos años- lo pusiera en sus portadas como un delincuente que le robaba dinero a los jubilados en su ciudad natal, se convirtió para siempre en un rehén ideológico del Grupo de Magnetto.

También hablaría de Milagro Sala, una extraordinaria luchadora, brutalmente invisibilizada en la historia de la Argentina, que ahora está presa por cualquier delito que le fueron añadiendo, ya que ninguno era justificación suficiente para su detención. Sin olvidar que, al mismo tiempo que Milagro Sala estaba en la cárcel de Jujuy, el presidente del Banco Central- que sí que está procesado por el megacanje y el blindaje que fueron dos terribles delitos de las políticas públicas cometidos en 2001- hacía negocios en Davos para permitir el retorno del FMI a la Argentina.

La orden de derribar a los aviones que no contestan cuando son interceptados por la presunción de que lleven drogas, con lo cual se aplica la pena de muerte sin juicio y sin nada, es otra muestra de un concepto que solo se puede sostener desde la derecha; así como el echar por tierra, para poder relacionarse con [David] Cameron de rodillas, todo lo conseguido por los gobiernos anteriores a favor de que las Malvinas vuelvan a ser argentinas.

Han sido dos meses pavorosamente neoliberales que anuncian un cambio radical de las políticas de este país hacia la desprotección de los vulnerables y el traspaso de los recursos a muy pocas manos, consolidando la tendencia mundial a la que ahora Argentina también se adhiere.

En España la versión que llega a través de los medios es muy diferente y, generalmente, coincide con lo difundido por Clarín que, a su vez, es socio del grupo Prisa/Telefónica…

Imagine que en su país todos los medios fueran de un mismo dueño y que este, además fuera Rodrigo Rato… ¿Qué versión tendríamos de las cosas que ocurren en España?

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