Lo que empieza como una película musical se va transformando en un drama de grandes magnitudes gracias a una dirección precisa e impactante de director Damien Chazelle. Andrew  Neiman (Miles Teller) es un joven percusionista de primer año en la Academia Schaffer, una escuela de élite, la mejor, según el protagonista, Andrewl también quiere ser el mejor batería de la academia. Su encuentro con el profesor Terence Fletcher (J. K. Simmons) le permitirá mostrar sus cualidades pero al mismo tiempo esto le llevará a un enfrentamiento de egos con el profesor, en la academia el profesor Terence utiliza métodos educativos más propios de un instructor militar en tiempos de guerra. En esa academia el profesor es dios y los alumnos aterrorizados obedecen y asumen sin pestañear sus criticas, sus arrebatos de furia y sus desprecios. Todos los alumnos soportan esas penalidades para llegar a ser la élite de la academia y así poder ser contratados en los mejores locales y escenarios.

Un duelo interpretativo entre ese joven músico, con esa cara de niñato grabada con cicatrices que le dan un toque de dureza, enfrentado a ese profesor de estilo Mr. Propper vestido de negro con modos y textura musculosa de marine.

El director maneja las diferentes situaciones con toques maestros, esos ensayos al límite propios de un aprendizaje máximo para conseguir una perfección a costa de unos jóvenes que son carne de psiquiátrico, la ambientación y atmósfera nos deja algunas escenas notables, como la salida del largo ensayo, con ese músico grogui que parece que sale de un combate de boxeo, así  como  los contrapuntos, con esas escenas familiares o los frustrantes inicios amorosos para mostrar la personalidad del personaje, un joven que va al cine con su padre a ver películas clásicas, y sobre todo está la gran interpretación de J. K. Simmons en la piel de ese profesor, un auténtico hijo de puta, que duele. Un personaje a la medida de ese actor que, después de interpretar desde décadas, series de Tv y excelentes secundarios,  consigue ese papel que todo actor desea una vez en la vida, y le llega con esa edad que no necesita mostrar nada más de lo que muestra, la de ser un actor de primer nivel, aunque siempre es más fácil siendo el malo de la película.

Una película donde predomina la violenta obsesión, esa obsesión que manejan los dos protagonistas, donde la búsqueda de la perfección les lleva a un enfrentamiento que va más allá de la música y la genialidad, todo mezclado con percusión, sangre, sudor y lagrimas.

Película con una excelente banda sonora de Justin Hurwitz, una fotografía y una maestría en la dirección de números musicales, con buenas piezas de jazz clásico y un homenaje evidente al batería Buddy Rich, ritmo y melodrama que les sorprenderá desde el principio hasta ese final impactante que demuestra el gran nivel del guión y la dirección de Damien Chazelle.

Estreno 16 de enero de 2015

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Guión y Dirección: Damien Chazelle

Reparto: Miles Teller, J.K. Simmons, Melissa Benoist, Paul Reiser, Austin Stowell, Jayson Blair…

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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