Wild (Alma salvaje, Jean-Marc Vallée, 2014). En una época de sequía de cine en salas, viviendo en una ciudad mediana sin cine en versión original tras haber estado cuatro años en Barcelona, conseguir ir un fin de semana a “la capital” y encontrarse con C.R.A.Z.Y. fue un punto de inflexión para darse cuenta de que todavía existía cine de calidad, y que continuaban llegando nuevos directores. De aquel CRAZY a este Wild han pasado muchos años, y el impacto inicial se ha desinflado porque Vallée ha optado por un cine más convencional y dirigido a un espectro de espectadores más amplio, su cine se ha convertido en algo menos dado a la polémica, y su espectacular desembarco en las pantallas españolas ha ido reduciéndose de tal manera que uno ve sus nuevas películas sin esperar ya ninguna sorpresa.

Wild (Alma salvaje, Jean-Marc Vallée, 2014)

La línea descendente de Vallée ha ido de “Café de Flore” a “Dallas Buyers Club” y se ha estabilizado con “Wild Alma salvaje”, hay muchos paralelismos entre este “Wild Alma salvaje” y el personaje del vaquero texano enfermo de sida que permitió a Mc Conaughie hacer “el personaje” del año pasado para el cine “mainstream” junto con Jared Leto, pero no nos engañemos, nos encontramos, nuevamente, con un personaje en busca de una identidad perdida. Cambiamos al vaquero por una mujer de California (Cheryl Strayed, personaje real interpretado por Reese Witherspoon), lo ambientamos en una supuesta recreación de un episodio verdadero de su vida obtenido de un libro escrito por ella misma, aderezamos el producto con bellas imágenes y flashes de un pasado que va y vuelve de la mente de la protagonista, y soltamos al personaje en busca de su propio reencuentro, para dar un toque de calidad sobrevenido a la escritura, rehacemos la historia contratando a Hornby para la ocasión. Negación, destrucción, resignación, aceptación y lucha vuelven a ser las fases por las que pasa la protagonista del cine de Vallée.

Tantas concomitancias que hasta la escena inicial de “Wild Alma salvaje” rememora la de “Dallas buyers……”, allí un jadeo profundo acompaña un rodeo de tal manera que uno pensaría que se trata del ruido del esfuerzo provocado por los intentos de doma y no de los jadeos provocados por un sexo salvaje entre bambalinas, aquí el jadeo profundo de una mujer en un paisaje natural evoca al del encuentro sexual, y, sin embargo, es el provocado por el esfuerzo y el miedo al dolor. Vallée repite el esquema inicial para que apreciemos que nuestros sentidos son fácilmente manipulables, hay que deshacerse de lo superfluo para ser nosotros mismos parece vendernos esa primera escena, aunque duela y vaya a seguir doliendo, al reencuentro mediante el sufrimiento, parece un poco católico el contenido del mensaje.

Es indudable que Vallée rompe el arquetipo, aunque sea de manera fácil, colocando a una mujer para llevar a cabo una conducta típicamente masculina, otorgando al comportamiento de aquella una dimensión de heroísmo poco frecuente, pero no es por reivindicar lo femenino desde el punto de vista igualitario, simplemente es porque hemos comprado una historia que ha de llevarse a la pantalla con quien protagoniza su propia experiencia. Vender una película con la sinopsis de que se trata de la recreación de una larga excursión de más de 90 días en los que se camina desde California hasta el estado de Washington siguiendo el P.C.T., el Pacific Crest Trail, apenas me interesa, un largo e interminable sendero que atraviesa bosques, desierto, , montaña, paisajes nevados y en los que una mujer solitaria aparece siempre como un elemento que distorsiona un entorno mayoritariamente masculino y en el que Cheryl se siente como un animal en estado de alerta permanente cada vez que se cruza con un hombre.

El camino como remedio a la soledad y a la falta de perspectivas no es una idea que me atraiga, el personaje lleno de problemas personales que entiende como liberadora y balsámica la huida hacia delante no me provoca simpatía, la necesidad de alejarse para encontrarse no me parece real, andar durante 96 días alejado del mundo en el que te ha tocado vivir para llegar a la meta y sentirte distinto me evoca más una idea de filosofía barata de autoayuda que una eficaz terapia reconductista, no es el estado de naturaleza de Whitman, Emerson o Thoreau, no, ni mucho menos, no estamos para vivir con y de la naturaleza, la naturaleza sin los artilugios de la civilización acabaría pronto con nosotros, así que no es ese el mensaje.

Los problemas de Cheryl surgen de la rabia más que de su hipotético salvajismo, apenas hay ese salvajismo del título, ni aprecio ningún alma salvaje en pantalla como se dice en la titulación española, lo salvaje es el entorno y no la chica, ella no actúa por salvajismo natural, sino por reacción a una situación inesperada y que no se asume, la muerte sorprendente, brutal, de una madre que actúa como catalizador de todas las frustraciones que rodean a la familia y sus hijos, el espíritu que asume que lo negativo es necesario para disfrutar de lo positivo y absorbe aquello que puede, en cualquier momento, destruir a sus dos hijos, en este caso a Cheryl, ausente la madre, estudios, trabajo, fidelidad, matrimonio, hijos… pasa a un plano de negación y destrucción, acabar con uno mismo y con la propia estima. La reacción es mortificar el cuerpo con el esfuerzo y la mente con la soledad hasta llegar a la respuesta de la aceptación y volver a ser alguien con quien compartir una mirada en un espejo.

Y pese a la efectiva forma de recordarnos el pasado que justificaría el porqué del camino, hacer ese camino no elimina el pasado, el pasado vuelve en forma de fogonazos que nublan la razón, que te hacen caer de rodillas una y otra vez abatido por el peso del recuerdo de aquello que no conseguiste, que no supiste aprovechar, que dejaste pasar para no volver. Por eso, que Cheryl diga que “volvería a hacer todo lo que hice” suena a falsa reivindicación de su pasado, y suponiendo que ese pasado le dejó sin futuro, volver a repetir lo que han sido errores que te llevan al camino no es, sino reivindicar la estupidez, ser consciente de lo que hiciste mal y proclamar que lo volverías a hacer no dice nada bueno ni inteligente, porque una cosa es que lo que hayas hecho te haya convertido en la persona que eres, y otra que no puedas llegar a ser la misma persona sin necesidad de repetir una y otra vez los mismos errores cuando ya sabes que lo son, preguntádselo a Sísifo.

Estreno 30 de enero de 2015

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

Comparte:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.